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Cancún.- El sargazo que arriba a las playas del Caribe Mexicano concentra 28 tipos de metales, algunos de ellos pesado, entre los que destacan las altas concentraciones de arsénico, de acuerdo con una investigación coordinada por el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Unidad Puerto Morelos.
La medición sobre los componentes presentes en el sargazo se realizó entre los años 2018 y 2019, en 63 muestras de la macroalga, utilizando un analizador de fluoresencia de rayos X no destructivo, en ocho localidades, a lo largo de 370 kilómetros de costa, se indica en el reporte publicado hoy en PeerJ, una publicación especializada de corte científico, en materia ambiental, consultada por EL UNIVERSAL.
Los sitios de estudio fueron Isla Contoy, Puerto Morelos, Aguas Azules, Cozumel, Mahahual, Banco Chinchorro, Xahuayxol e Xcalak.
En el trabajo colaborativo participaron las investigadoras, Rosa Rodríguez Martínez y Brigitta I. Van Tussenbroek, del ICMyL; Priyadarsi D. Roy y Martha García, del Instituto de Geología y del Instituto de Ingeniería de la UNAM, respectivamente.
También, Nuria Torrescano-Valle y Nancy Cabanillas, del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur); Silvia Carrillo, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”; y Ligia Collado, del Centro de Investigación de Oceanos Costeros del Instituto de Medio Ambiente de la Universidad de Florida, Estados Unidos.
El alta concentración de arsénico en el sargazo es “motivo de preocupación por la contaminación ambiental del mar y del acuífero”, se lee en el reporte, que indica que la macroalga posee una vasta capacidad para absorber metales, lo que implica que los líquidos que genera al descomponerse en la costa, pueden contribuir a la contaminación del agua superficial o subterranea, por metales “potencialmente tóxicos”.
Los tejidos de sargazo analizados contenían concentraciones detectables de Aluminio (Al), Arsénico (As), Calcio (Ca), Cloro (Cl), Cobre (Cu), Hierro (Fe), Potasio (K), Magensio (Mg), Manganeso (Mn), Molibdeno (Mo), Fósforo (P), Plomo (Pb), Rubidio (Rb), Azufre (S), Silicio (Si), Estroncio (Sr), Torio (Th), Uranio (U), Vanadio (V) y Zinc (Zn).
Algunos de estos elementos son metales pesados, que poseen cierto grado de toxicidad para los seres humanos, las plantas y animales.
“La concentración de elementos en el sargazo varió en escalas espaciales y temporales, lo que probablemente dependía de la trayectoria previa de las masas pelágicas, y de si éstas habían pasado (o no) a través de áreas contaminadas”, se lee.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la doctora Brigitta Van Tussenbroek, explicó que en su trayecto hacia el Caribe Mexicano, el sargazo va absorbiendo metales que luego libera al arribar a la costa, al acumularse y pudrirse, razón por la cual es indispensable darle un adecuado manejo, disponerlo en sitios ambientalmente aptos y evitar que se descomponga en las playas.
La investigadora resaltó que la presencia de arsénico es preocupante, debido a que puede afectar a especies de flora y fauna, además de contaminar el mar y los ríos subterráneos, al ser dispuesto en sitios inadecuados.
“Este trabajo nos dice que en verdad nos debemos tomar muy en serio la disposición final y adecuada del sargazo, lo cual no está sucediendo”, afirmó.
Los datos arrojados también sirven para descartar algunas de las alternativas para procesar y reusar el sargazo, como aquella de alimentar a cerdos o ganado con la macroalga, debido a que las concentraciones de arsénico rebasan lo permitido para esos fines.
“Yo recomendaría descartarlo como alimento complementario para animales. Tampoco como fertilizante, porque el arsénico se acumula y no sabemos todavía cuál puede ser su impacto. Tenemos que hacer todavía más estudios”, dijo.
El artículo científico establece que a partir del 2011 el rango de afluencia masiva de sargazo se extendió sobre el Océano Atlántico y todo el Mar Caribe, reportando más de 20 millones de toneladas métricas de la macroalga en el océano abierto, volumen que tuvo su cúspide en junio de 2018, cuando el Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico se extendió por 8.850 kilómetros de longitud total.
El sargazo acumulado en las playas “ha causado estragos” en los ecosistemas costeros del Caribe -se indica- pues además del impacto visual, los lixiviados y la materia orgánica de las masas de algas en descomposición, agotaron el oxígeno en las aguas cercanas a la costa y redujeron la visibilidad de la columna de agua, causando la mortalidad de las praderas y la fauna marina cercanas al litoral.
Entre los impactos, se menciona que el sargazo acumulado en la playa trastocó los viajes de tortugas marinas juveniles hacia el mar; afectó sus nidos y alteró la estructura trófica del erizo de mar Diadema antillarum en los sistemas marinos costeros.
También propició el aumento de erosión de las playas y provocó afectaciones profundas a la industria turística, una de las principales fuentes de ingresos para los países del Caribe. “Los posibles impactos socioeconómicos de la degradación del ecosistema debido a la afluencia de sargazos aún no se han evaluado”, se menciona.
vare