Zacatecas.— Cada vez falta menos para que la monumental imagen del Santo Niño de Atocha, de 6.7 metros de largo por 3.5 de ancho, quede lista. Las autoridades eclesiásticas señalan que aún no tienen lugar para colocarla, pues esta no fue una petición suya, sino un regalo de un fiel que murió por Covid-19.
Asimismo, por la pandemia y para no generar una movilización de fieles en el Santuario de Plateros, ubicado en el municipio de Fresnillo, la familia donadora junto con las autoridades católicas han determinado que la resguardarán temporalmente.
Monseñor Antonio Soto Guerrero, rector del Santuario de Plateros, menciona que aún no hay fecha ni lugar definido donde la imagen será colocada.
Incluso, dice, los toma por sorpresa porque no fue hecha por iniciativa del santuario, ya que se trata de un regalo que dejó un empresario devoto que murió en noviembre víctima de Covid-19.
“Tal vez quería darnos la sorpresa cuando estuviera casi terminada. Lo cierto es que quedó ahí su buena obra de fe y ahora sus familiares culminarán este deseo de regalar la imagen al santuario”, explica.
El presbítero pide que no se genere una información malintencionada de calificar que en Zacatecas hay moda por mandar hacer todos los niños gigantes —en relación a que hace un año también se colocó al Niño Dios más grande de México en la comunidad de Zóquite—, ya que en este caso, explica, la imagen monumental del Santo Niño de Atocha “no es con fines de lucro, sino que es una intención devocional del benefactor”.
Soto Guerrero revela que hay varios puntos para colocar la imagen, que puede ser dentro de las propiedades del santuario como en el Cerrito de la Cruz, ubicado en frente a ese templo.
También se consulta a la autoridad municipal para ponerla en la Calzada del Peregrino por estar dentro del área de influencia y de la ruta a Plateros; aunque eso se detallará en su momento.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Paco Enríquez, director técnico del taller El Volador, dice que en los 30 años que tienen de experiencia en el desarrollo de grandes esculturas para eventos de talla nacional e internacional, es la primera vez que hacen una obra monumental religiosa.
Admite que, debido a que en todo el equipo técnico son personas de fe, le han puesto mucha dedicación, porque es una de las obras que permitieron salvar y dar continuidad al negocio, ya que por la pandemia estaban a punto de cerrar y perder 27 empleos.
Paco recuerda que al comenzar la crisis, el primero en cerrar fue el sector de los espectáculos y en ese momento les cancelaron todos los grandes eventos ya pactados: “Fue como bajarnos el switch”, y ante la situación optaron por elaborar caretas y cubrebocas para sacar adelante el negocio.
De pronto, en los últimos meses del año, les encargaron un evento binacional del desfile virtual del Día de Muertos en San Antonio, Texas, en Estados Unidos, así como un evento en Zacatecas y, a la par, llegó el trabajo del Santo Niño de Atocha.
“Son de esos milagros que suceden en esta carrera de resistencia que nos ha tocado vivir y es cuando surge la fe y la esperanza de que todo va a mejorar”, dice Paco Enríquez.
Asegura que se trabaja muy minuciosamente en los detalles, porque también los hombres y mujeres que laboran en el taller son personas de fe.
Relata que al ver esta imagen le evoca recordar aquel recuadro del Santo Niño de Atocha que su abuela tenía sobre el ropero, ya que su abuelo —quien era ferrocarrilero y un fiel devoto— cada año iba en tren a pagar su manda al Santuario de Plateros. Ahora, Paco tiene la ilusión de conocer ese lugar cuando se les notifique la fecha para ir a colocar la imagen monumental en Fresnillo.
Sobre la imagen del niño, el director técnico del Taller El Volador se abstiene en dar detalles, sólo presume que “está quedando precioso”.