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Monterrey.- Hijo de Samuel Orlando García Mascorro , un campesino de Guardados de Abajo, Tamaulipas, que ordeñaba vacas y bebía leche bronca, recién salida de las ubres; pero que a los 14 años abandonó su tierra para formarse como bachiller, abogado y fiscalista, al tiempo que trabajaba para costear sus estudios, Samuel Alejandro García Sepúlveda ha sabido aprovechar los reflectores que le brinda su meteórica carrera política, para hacer prosperar los negocios de la firma jurídica y fiscal de la familia.
El ahora senador, Samuel García, ha estado bajo el escarnio público en varias ocasiones, ya sea por su "clausura simbólica" a una refinería de Pemex en Cadereyta , sus viajes y comentarios políticos, hasta su escándalo más reciente luego de que se hiciera viral una transmisión en vivo que realizaban él y su esposa, la 'youtuber' Mariana Rodríguez , en la que el funcionario le reclama que "enseñaba mucha pierna".
Ambicioso y persistente para trazar y conseguir sus metas en los negocios y la política, bajo la guía y el acicate de su padre, Samuel Orlando García Mascorro y el apoyo de su madre Silvia Sepúlveda Andrade, desde niño, Samuel Alejandro mostró inclinaciones por la vida pública, ya que tenía su propio noticiario infantil en el canal 28 del gobierno estatal, y como estudiante de Preparatoria y Licenciatura en el Tec de Monterrey, participaba como orador en cuanto evento se lo permitieran.
Cuando era conductor de su noticiario, el niño Samuel Alejandro, nacido en Monterrey el 28 de diciembre de 1987, realizaba entrevistas y cerraba el programa con una lectura sobre temas religiosos, tomada de los libros de su madre. Cierto día leyó el cuento “Los tres árboles”, relacionado con el nacimiento, vida, crucifixión y resurrección de Jesucristo.
Personal de la televisora, llamó a Samuel para avisarle que había una llamada del gobernador (Benjamín Clariond). Su madre, se preguntaba angustiada y nerviosa, tras de cámaras, qué habían hecho mal.
Pero la llamada era para felicitarlo y en el diálogo, el entonces mandatario, que tiene un hijo cura, preguntó a Samuel, entonces de unos nueve años, ¿vas a ser sacerdote?, y el chamaco respondió: no, voy a ser el Papa, refirió doña Silvia Sepúlveda, en entrevista que le hizo su primogénito, con motivo del Día de la Madre, dentro de la Serie “Una carnita asada con Samuel García”, que el senador difundió en sus redes sociales.
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Como alumno del Colegio San Patricio, Samuel -afirma él mismo-, representaba a su escuela ante otras instituciones privadas como el Colegio Irlandés y siempre ganaba en los concursos de modelos de la ONU, con el apoyo de “Miss Nancy”, maestra que le enseñaba a debatir y escogía los países más difíciles para obligarlo a investigar sobre su historia, religión, geografía, sistema político y forma de gobierno.
Una ocasión Samuel representó a Paquistán y acudió con la vestimenta típica de la nación islámica. La vez que viajó a Qatar, no fue la primera ocasión que se disfrazó de árabe, sino la segunda, por la consecución de un sueño que forjó en su adolescencia, por los conocimientos que adquirió en los concursos de la ONU, por los que también se enseñó a escribir.
Desde estudiante, Samuel aprendió a llevar una agenda pues dice, “si sabes administrar tu tiempo, no hay quien te gane”; puedes tener tu hora para estudiar, ir a la oficina a trabajar, y espacios libres para divertirse y pachanguear.
Pidió a su madre comprarle un pizarrón que tenía en uno de los muros de su cuarto, donde plasmaba frases de motivación y sus metas.
“Si en tu puerta escribes las cinco frases que te definen y tus diez metas, y todos los días las ves, te acuerdas y te motivas, hasta que un día le pones palomeado a cada una”, aunque al principio, eran motivo de burlas por cuenta de amigos y algún primo, les parecían “muy mafufas” las pretensiones de ir a estudiar a Harvard, Francia o España. Pero decía para sí, "ya verán cabrones".
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Pero doña Silvia siempre lo defendía y acicateaba a su esposo Samuel Orlando para trabajar más duro, a fin de cumplir los sueños de su hijo, pues sostiene, hay que ponerse metas altas y vivir como si fueras a morir mañana, pero estudiar como si fueras a vivir para siempre.
Hija de don Héctor Leopoldo Sepúlveda, dueño de varias refaccionarias para aparatos electrodomésticos, Silvia estudió la educación básica en el Colegio Excélsior de inspiración católica.
Desde niña aprendió a bordar, hacer costura y otras labores domésticas y, en cambio ahora, dice la madre de Samuel García, “las muchachas no saben ni poner un botón, hacer una bastilla, ni siquiera cómo se prende una plancha”, labores que, considera, se deben retomar en casa, lo que Samuel asiente y ofrece, “te voy a mandar a Mariana –su esposa- un rato”.
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Silvia Sepúlveda hizo el bachillerato en la Prepa Tec y en el Tecnológico de Monterrey cursó la licenciatura en Administración de Personal (ahora Recursos Humanos), lo que le permitió administrar los negocios de la familia y trabajar en Aseguradora Serfin.
Pero se hizo novia de Samuel Orlando García Sepúlveda, un abogado, originario de Guardados de Abajo, Tamaulipas, quien a los 14 años dejó la vida del campo para estudiar en la Prepa Ocho de la UANL, al tiempo que trabajaba en una papelería, y de ahí pasó a la facultad de Derecho en la misma universidad, mientras trabajaba en despachos y juzgados.
Por su promedio fue invitado por la SHCP a tomar un curso intensivo y así ingresó a la Procuraduría Fiscal de la Federación en la Ciudad de México, donde trabajaba una tía de Silvia Sepúlveda, y por ella conoció a quien sería su esposa.
El joven profesionista traía “mentalidad de rancho”, según Silvia, porque le dijo “casándonos dejas todo”, porque allá, “las mujeres se van a la casa”. Y dado que el embarazo por el que nació Samuel, el mayor de sus hijos, resultó de alto riesgo, abandonó su carrera profesional y de ahí en adelante se dedicó de tiempo completo a la familia.
Samuel ha sido guiado, por una mujer que dice no hacer siesta porque su lema es “a dormir al panteón”, ya que sigue el ejemplo de su propia madre que era la primera en levantarse y la última que se acostaba, y la única vez que la vio acostada y con los ojos cerrados, fue cuando murió.
Su padre, el otro pilar en su formación, en lugar de llevarlo a Disneylandia, en vacaciones, antes de entrar a la Prepa, lo llevaba al Tribunal Fiscal de la Federación, para que conociera su ambiente de trabajo, y antes que un Play Station, le regaló un Código Fiscal.
Desde la Prepa su padre impuso a Samuel dos reglas: buenas calificaciones y ser bien portado, para tener todo, “obviamente en nuestros límites, me refiero a tu carrito, tus viajes, te sigo pagando el Tec…”.
Y cuando a los 15, 16 años, se volvió fiestero, le dijo, “si quieres lana, aparte de bien portado y buen promedio, tienes que venir a jalar todas las tardes a la oficina, y el día de descanso, vas a jugar al golf conmigo, a las seis de la mañana, y terminando te pago tus mil pesos”.
Samuel Orlando, que nació un primero de diciembre, soñaba de niño con festejar algún día su cumpleaños, tomando posesión como presidente de México, y alienta a sus hijos Samuel Alejandro y Roberto, ambos abogados, comparándolos con el clan de los Kennedy. El hermano mayor alienta al menor, promoviéndolo en sus redes sociales como “próximo fiscal general de Nuevo León”.
Por eso la familia vio normal que, en 2015, a los 28 años de edad, Samuel Alejandro ingresara a la política, a través de la agrupación Rescatemos Nuevo León, que hizo alianza con Movimiento Ciudadano. Samuel, llevando a su madre como coordinadora de campaña, fue uno de tres legisladores de MC, que llegó al Congreso del estado por la vía de la representación proporcional, con el segundo mejor porcentaje de la bancada.
Pronto ganó espacios en los medios y las redes sociales, fijando posicionamientos sobre cualquier tema y presentando demandas a diestra y siniestra contra toda clase de políticos y funcionarios corruptos, hasta de otros estados como Javier Duarte. Esta estrategia y mucha inversión en publicidad, según el INE, le ayudaron a ganar en 2018 su escaño senatorial, ante los partidos tradicionales y el sorpresivo Morena que arrasó en todo el país.
Samuel y su padre, comprendieron que la política había sido una rentable decisión, el día que, en 2016, el hijo siendo diputado local, envió a los medios un boletín anunciando que el despacho jurídico y fiscal de la familia, había ganado el primer amparo contra la entrada en vigor de la auditoría electrónica, pues con la publicación de la noticia, les cayeron cientos o miles de clientes empresariales solicitando sus servicios.
A don Samuel Orlando, ya no le importa la falta de su hijo mayor en el despacho por dedicarse a la política, y lo alienta: “quédate allá, sigue haciendo ruido y publicidad al despacho”, mientras él sigue acudiendo a la oficina de lunes a sábado, de ocho de la mañana a nueve de la noche. Samuel Alejandro, mientras tanto, pese a errores y excesos, que admite en el camino que ha escogido, tiene la mira puesta en la gubernatura de Nuevo León para 2021.