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Silao, Gto.— Hace un lustro, Antonio Luna aprendió a tallar la madera fresca. Ser vecino del Santuario Nacional de Cristo Rey lo inclinó a esculpir figuras religiosas, en especial del Divino Rostro, emblemático del Viacrucis y uno de los favoritos del turismo que llega a la montaña.
“Transformar el tronco de un árbol en la efigie de Cristo es mucho más que darle forma a una cosa; es lograr una representación de fe y que las personas le den ese valor”, dice el artesano.
La imagen simboliza un pasaje de sufrimiento de Jesús cuando es llevado al Calvario. “Hay gente que la ve como una pieza artesanal, otras como un producto novedoso de decoración”.
Antonio, de 31 años de edad, dedica su tiempo libre a hacer piezas de madera que vende en un puesto de herrería, a un costado de la subida al Santuario de Cristo Rey, a unos metros de su domicilio, ubicado en el Cerro del Cubilete.
Entre semana labora en el área de mantenimiento de la planta General Motors en Silao, pero tallar la madera se volvió su pasión y una fuente de ingreso extra para su familia.
Un proveedor de imágenes religiosas que llegaba a la montaña lo enseñó a elaborar esculturas. “Me fue diciendo cómo trabajar la madera, cómo se facilitaba, qué herramientas utilizar”, comenta.
Otros comerciantes ubicados a un lado del empedrado del Cerro del Cubilete que venden productos semejantes se abastecen en Apaseo el Alto, Guanajuato.
Imágenes para todos los gustos
Antonio afirma que sus obras son como un sueño cumplido. “Como nosotros vivimos aquí en Cristo Rey, es la fe que tenemos y representa mucho para mí, porque es el logro de una meta que tenía”, afirma.
En su negocio sobresale la imagen del Divino Rostro en diversos tamaños, desde 10 centímetros a un metro con 20 centímetros; las más grandes muestran el tronco del árbol del que surge la escultura.
Las efigies grandes se venden poco por el precio que tienen de 4 mil pesos, por eso se realizan más “rostritos” de 25 centímetros, de 200 pesos, que son los más comerciales. Aunque hay productos desde 60 y 100 pesos. “Dependiendo del tamaño y la calidad es el precio”.
Se obtienen de la madera de varias especies, como sauz, pirul, fresno, jacaranda, que son los más abundantes; de mezquite no, por ser una especie protegida.
Para darles forma a las piezas chicas dispone de juegos de cuchillas y gubias; en los troncos grandes ocupa motosierras para hacer los cortes.
“El rostro de Jesús pesa 80 kilos ya seco. Se talla en verde para que se facilite más el trabajo; se le pone cera para madera, diferentes tonalidades. Por ejemplo, en el cabello oscuro y barba es madera natural (atrás del rostro) y nada más se le da brillo con un cepillo”, describe.
Elaborar el rostro gigante de Jesús le lleva de seis a siete días. La imagen de 25 centímetros, que es la más vendida, la logra en cinco horas.
Hacer ese trabajo, asegura Antonio, requiere habilidades, creatividad, destreza y fuerza. Recuerda que en sus inicios como artesano le resultaba difícil alcanzar el objetivo por la inexperiencia en el manejo de herramientas, las cuales ahora domina.
“Con la destreza se facilita; se va trabajando de acuerdo con la madera o tronco y se va buscando la figura que se quiere (…) Cada tronco, cada realización nos deja un aprendizaje y una representación de que somos religiosos hacia la fe que tenemos. Las personas nos dicen que están muy bonitos y nos felicitan”, dice frente al negocio que opera con apoyo de su esposa.
El artesano detalla que los clientes son turistas que acuden durante todo el año a la montaña a visitar a Cristo Rey, pero la temporada más fuerte de ventas es de noviembre a diciembre, cuando llegan muchos paisanos de Estados Unidos, aunque una de sus mejores temporadas son las ventas en Semana Santa, por la afluencia de visitantes al Cubilete, aunque reconoce que los artesanos y comerciantes la pasaron difícil en los dos años de pandemia y apenas empiezan a recuperarse un poco.
“En estas épocas se renueva la fe y vienen aquí al Cristo para sanar sus mentes, para sanar su corazón y olvidar un mal pasado o de acuerdo con la fe de las personas”, señala.
Por su parte, el sacerdote Felipe Gutiérrez Rosales explica que la devoción al Divino Rostro de Jesucristo tiene su fundamento en la Biblia.
“En el momento en que llevan a Jesús a crucificar, que se encuentra con la Verónica, aquella mujer que ofrece un lienzo para enjugar el rostro de Jesús y se queda plasmado su rostro en aquel lienzo”, indica.
Gutiérrez Rosales agrega que la creación de la efigie en un tronco en el fondo es como la propia vida del creyente, que debe transformar su vida para que se parezca a la de Cristo.