Reynosa.— “Hace cinco años les dije a las autoridades que buscaran a mi hijo en el rancho El Queretano, porque allí estaba la base de los marinos que se lo llevaron. Nunca me hicieron caso y hoy lo encuentran justo en ese lugar”, es el reclamo de Rosa María Hernández, quien por fin pudo darle sepultura a Franco.
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Rosa María es una madre que, como miles en el país, se convirtió en buscadora para localizar a su hijo, el menor, desaparecido.
Dice que tiene sentimientos encontrados luego de que le notificaran que entre los restos encontrados en la brecha El Berrendo, a casi 4 kilómetros de la carretera a Monterrey, en el rancho El Queretano, estaba su hijo.
“Siento paz, pero no dejo de sentir coraje porque en cinco años y cuatro meses nadie atendió mi súplica. Las autoridades no me escucharon, no buscaron. Ellos pudieron evitarme tanto dolor durante estos años si hubieran buscado donde les dije”, reclama.
La desaparición
Franco tenía 24 años. Desapareció el 21 diciembre de 2017; esa noche estaba en una posada.
Rosa María relata que testigos le contaron que todo transcurría con normalidad hasta que hombres —que ellos identifican como elementos de la Marina— arribaron al lugar y comenzaron a golpear a los jóvenes, en su mayoría trabajadores de maquiladoras.
“Cuando eso pasa, algunos corren al monte, entre ellos mi hijo y cuatro más. Según testigos, los marinos los agarran, los suben a la camioneta y se los llevan al rancho El Queretano, donde ellos tenían su base. Me dicen que vieron cuando los metieron y ya nunca los vieron salir”, lamenta.
Entre lágrimas, Rosa María recuerda que su hijo era alegre, le gustaba jugar futbol y vivía con una joven con quien tenía un hijo de apenas dos meses de nacido.
“Cuando desapareció hice todo lo que estaba en mis manos. Nos dijeron que fueron los marinos. Fuimos a los tres campamentos. Toda mi familia se dividió para ir a buscarlos al cuartel militar, les enseñábamos la foto y nadie supo informarnos.
“En la base El Queretano nos dijeron que ellos no lo habían visto, pero un señor que tiene una llantera a la orilla de la carretera nos dijo que en esa base siempre los marinos entraban con muchachos y ya no los veía salir”.
El encuentro
El martes 25 de abril elementos del Ministerio Público le llamaron para notificarle que las pruebas de ADN comprobaron que parte de los restos encontrados en un rancho pertenecían a su hijo.
“Cuando me avisaron, les dije que por qué dejaron pasar tanto tiempo. Fueron cinco años y cuatro meses para decirme lo que yo sabía, porque en mi declaración les dije que había testigos de que habían metido a mi hijo en ese lugar y nunca fueron a revisar”.
Comenta que al recibir la noticia, no pudo más que llorar.
“Lloré bastante, le hablaron a una sicóloga para que me atendiera. Sigo con impotencia porque yo sabía que estaba en ese lugar y los otros muchachos también. Hay muchos cuerpos más sin identificar. Mi hijo no merecía morir así, tenía toda la vida por delante, era el más pequeño de mis hijos, era muy alegre”, expresa Rosa María envuelta en llanto.
Asegura que aunque se encuentra en paz porque su hijo por fin descansa en paz, no deja de sentirse triste por su nuera y su nieto, quien crece sin su padre.
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Un caso importante
Geovanni Barrios, presidente del colectivo Justicia Tamaulipas, reconoce que en los 15 años que tiene en la búsqueda de personas esta es la primera vez que una familia puede recuperar los restos de un ser querido.
Señala que es importante que quienes tienen familiares desaparecidos entre 2017 y 2020 acudan a la Fiscalía en Reynosa porque se han encontrado más restos en el rancho El Queretano que aún están sin identificar.
Reconoció que es desesperante que, aunque las autoridades sabían desde hace años que en ese rancho había restos humanos, jamás se tomaron la molestia de acudir a verificar.
“Es importante que las autoridades no se duerman y acompañen o acudan ante cualquier sospecha de las buscadoras o familias para que se recuperen los restos que puedan existir y posteriormente sean identificados genéticamente”, expuso.
Geovanni Barrios señaló que en 2017 las autoridades le informaron que había más de mil 500 cuerpos sin identificar en todo Tamaulipas y actualmente dicen que hay menos de 300.
“Quiero saber qué pasó con el resto de los cuerpos que había en 2017. Si nos vamos a la referencia del cementerio de Miguel Alemán, ahí exhumaron alrededor de 300 cuerpos, de los cuales en seis años solamente han identificado 11 cuerpos y ocho ya fueron entregados a los familiares.¿Qué pasó con el resto?”, cuestiona.