Acapulco.— Aquí se transforman cuerpos, pero, sobre todo, vidas. Es un rincón en Acapulco: el gimnasio El Rincón de las Barras, en el fraccionamiento La Rinconada del Mar. No sólo es un gimnasio es, tal vez, la segunda oportunidad para muchos jóvenes. O la última.
Como todos los días, a las cinco de la tarde comienza a llegar el grupo de jóvenes al rincón de la unidad deportiva del fraccionamiento que poco a poco han convertido en gimnasio.
Toman las pesas elaboradas con botes de chiles rellenos con cemento, ejercitan sus espaldas con el sube y baja convertido en aparato de gimnasio.
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Hacen brazos en los pasamanos de los juegos infantiles. De fondo suena hip-hop. Casi todos están sin playera, por el calor, pero también para lucir el resultado de su trabajo: brazos, el pecho y abdomen marcados, firmes. También los tatuajes.
En el grupo hay uno que otro con cuerpo esquelético y otros aún con barriga, son los que acaban de ingresar.
Al lugar llega una señora que, sin preguntar, toma unas mancuernas y en medio de los jóvenes comienza a darle: una, dos, tres, cuatro hasta que decide que es suficiente y se va a otro aparato.
En la calle se detiene una combi del transporte público, el chofer, con barriga pronunciada, se baja y a paso veloz se mete a la unidad, pero cuando llega a donde está el grupo, se mira agitado.
“Qué onda, carnal, ¿cómo le hago para integrarme, cuánto cuesta?”, pregunta sin destinatario. “Nada, todo esto es del barrio, carnal, cuando quieras cáele”, responde Rubén Montaño, conocido como La Ruby, uno de los fundadores del gimnasio. Es fotorreportero y comerciante.
Espacio colectivo
El gimnasio El Rincón de las Barras se ha ido armando de poco a poco. Es la construcción de muchos esfuerzos, pero sobre todo, del esfuerzo de ellos. Unos ponen de lo suyo, además de su tiempo.
En marzo ya son dos años de estar en funcionamiento. Son 40 los jóvenes que por las mañanas y las tardes se juntan para hacer ejercicio cotidianamente, pero no sólo acuden ellos, calculan que otras 40 personas asisten durante todo el día.
El Rincón de las Barras no es un espacio nuevo para estos jóvenes. Ahí se reúnen desde hace varios años. Hace tres o cuatro, la unidad estuvo abandonada.
A la puerta del sitio llegaron hombres armados y le dispararon. No hubo un mensaje explícito, pero todos se esfumaron. Tardaron unos dos meses para volver.
En ese tiempo, los mismos vecinos no veían bien que se reunieran en ese lugar por las noches y madrugadas.
“Antes nos veían como marihuanos, nos echaban a la policía. Antes pensaban que nos juntábamos para robar, pero nosotros nunca hemos robado, nunca hemos agarrado nada que no sea de nosotros”, explica La Ruby.
Cuando comenzaron no sólo se esforzaron para transformar sus cuerpos, sino también la forma en la que los veían los vecinos. Lo lograron trabajando. Se pusieron a limpiar la unidad, la pintaron, cortaron el pasto y establecieron un lazo de confianza.
“Con las señoras y señores ya nos organizamos, nos piden apoyo. Ahora nos dicen: ‘Oigan, anda un chavo raro por ahí’, y vemos qué onda. Así nos ganamos a la raza”, recuerda.
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Ahora un día a la semana lo dedican a limpiar toda la unidad deportiva y el rincón, donde hacen ejercicio todos los días. El último que se queda debe limpiarlo y enviar fotografía para que todos verifiquen que sí cumplió.
El Rincón de las Barras está en el fraccionamiento Rinconada del Mar, en un extremo de la populosa colonia Luis Donaldo Colosio, a unos kilómetros de la zona Diamante con sus hoteles, restaurantes, antros y centros comerciales más exclusivos de Acapulco.
Rinconada del Mar por parte del Acapulco real: del que padece la violencia, la falta de servicios públicos y la pobreza. Del que pone el pecho a las balas. El que pone las vidas y las muertes. El olvidado.
La Ruby lo explica: “La Rinconada tal vez no es la colonia más violenta de Acapulco, pero hace unos cinco años estuvo difícil, hubo muchos asesinatos, desaparecidos”.
El organizador lo tiene perfectamente claro: sabe que la violencia es inclemente con los jóvenes, la ha fotografiado durante años.
Por eso, dice, el propósito esencial de El Rincón de las Barras es mantener las manos de los jóvenes en los aparatos, haciendo ejercicio y no en las armas ni en las drogas.
Riesgo para los jóvenes
En 2020, cuando en el fraccionamiento La Rinconada del Mar surgió la idea de armar un gimnasio, el estado de Guerrero ocupó el tercer lugar en homicidios en contra de jóvenes, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Ese año terminó con 422 jóvenes de entre 20 y 24 años de edad asesinados. Esa cifra significó una tercera parte del total de los mil 508 homicidios dolosos ocurridos en Guerrero: es decir, uno de cada tres muertes tuvo como objetivo un joven de menos de 24 años.
En Guerrero, las oportunidades para los jóvenes son escasas. El dato más reciente, y disponible, sobre acceso a la educación es el del ciclo escolar 2017-2018. Ese año en Guerrero sólo dos de cada 10 jóvenes pudieron ingresar a una escuela de educación superior.
El dato lo ofreció Arturo Salgado Urióstegui, el entonces subsecretario de Educación Media Superior y Superior de la Secretaría de Educación en Guerrero (SEG) en el arranque del ciclo escolar.
“De cada 10 jóvenes que están en edad de estudiar la educación superior, sólo atendemos a dos, incluyendo todas las instituciones como la Universidad Autónoma de Guerrero, los tecnológicos estatales, federales, los particulares”, explicó Salgado Urióstegui.
El panorama para los jóvenes es cada vez más desalentador. Acapulco en las últimas décadas no sólo se ha convertido en una de las ciudades más violentas, sino más pobre.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en su último informe colocó a Acapulco como el lugar con el mayor número de personas viviendo en pobreza extrema. En el mismo sitio lo colocó en 2015 y en 2010.
En los últimos cinco años, en Acapulco 33 mil 159 personas se volvieron más pobres hasta llegar a la pobreza extrema.
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