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Revictimizan a familiares de desaparecido en Guerrero

Tras el plagio de Jesús Antonio Moyao su familia está rota, tuvo que salir huyendo

María Engracia Guerrero López, madre de Jesús Antonio Moyao, ha investigado el caso de manera particular para dar con su paradero. Foto: Especial
23/06/2022 |02:10Arturo de Dios Palma / Corresponsal |
Arturo de Dios Palma
Corresponsal en GuerreroVer perfil

Chilpancingo.- A Jesús Antonio Moyao Guerrero lo desaparecieron la tarde del 23 de febrero de este año en la comunidad de Flor Morada, en Chilapa, Guerrero. Su ausencia ha tenido efectos expansivos: su familia está rota, tuvieron que salir huyendo para no ser atacados, son revictimizados por las autoridades y, peor aún: los intimidan para que lo dejen de buscar.
 
De Jesús Antonio nada se sabe. Han pasado cuatro meses y ninguna autoridad lo busca. Lo único que se sabe es lo que su madre, María Engracia Guerrero López, ha investigado.
 
María Engracia ha reconstruido los últimos momentos antes de la desaparición. Recuerda que a las 4:30 de ese día, Jesús Antonio respondió por última vez. Le dijo que estaba bien, que estaba trabajando como lo hacía desde hace tres meses en la combi del transporte público en la ruta Mercado-San Juan. Se sintió tranquila.
 
Unos 40 minutos después, recibió una llamada de su nuera. La mujer le contó que el patrón de Jesús Antonio, un hombre identificado como Francisco, le avisó que la combi estaba abandonada en el camino que va a Flor Morada.
 
Primero, Francisco, acusó a Jesús Antonio de haber abandonado la combi y robar el dinero.
 
Desde que recibió la llamada, María Engracia lo llamó con insistencia hasta las 9 de la noche. Su hijo nunca contestó. No contesta hasta ahora. Decidió presentar una denuncia ante el Ministerio Público (MP), pero estaba cerrado.  Luego fue a la comandancia de la Policía Ministerial, pero ahí le dijeron que no lo tenían detenido; después recorrió hospitales, la Policía Municipal. Nada.
 
Al día siguiente regresó al MP. Nadie la atendió. Le dijeron que ahí no se denuncian las desapariciones, que tenía que trasladarse a Chilpancingo.
 
Eso hizo, en Chilpancingo presentó la denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE). La atendieron, le levantaron la denuncia. Y eso fue todo.
 
Desde entonces, María Engracia es quién le acarrea información, testigos, relatos y ubicaciones a la FGE.
 
“En la carpeta de investigación sólo está la información que nosotros le hemos dado, no hay más, cuando voy sólo se dedican a anotar lo que les digo”, denunció la madre.  
 
Pese a eso, la FGE le ha negado el acceso a la carpeta de investigación porque, le han dicho, que “puede hacer mal uso de la información”.
 
María Engracia nada la ha detenido, fue la que ubicó a una mujer que vio cómo tres hombres armados a bordo de una camioneta negra se le emparejaron a su hijo, lo bajaron de la combi y se lo llevaron.
 
Esta mujer no ha declarado, está ilocalizable. María Engracia piensa que se niega a hablar por temor a represalias.
 
A Jesús Antonio la FGE no lo busca. Después de la denuncia hicieron un peritaje en la comunidad Flor y nada más.
 
“Me dijeron en la fiscalía que no buscaban a mi hijo porque Chilapa es una zona de conflicto, que es muy difícil entrar ahí”, contó.    
 
María Engracia enlistó las omisiones de la fiscalía: no ha realizado la reconstrucción de los hechos, no inmovilizaron la combi donde iba su hijo el día que lo desaparecieron; “al día siguiente la combi andaba trabajando como si nada”.
 
Sigue: la FGE emitió ocho días después la ficha “¿Hay visto a…?, con la que se difunden las desapariciones de los hombres con la finalidad de obtener información, pese a que los protocolos internacionales de búsqueda de personas las primeras 72 horas son fundamentales.
 
Tampoco han tomado la declaración de los dos testigos de la desaparición de Jesús Antonio.
 
Lo que sí ha hecho la fiscalía es intimidarlos. En dos ocasiones, contó, llegaron a su casa en Chilapa a buscar a uno de los testigos, es decir, una persona que no vive en ese domicilio.
 
“Llegaron con un tono intimidante, preguntando por testigo cuando ellos saben que ese es nuestro domicilio, como les dijimos que no estaba ahí, nos acusaron de protegerlos, a decirnos que eso era un delito, pero eso es imposible, porque los más interesados de que hablen somos nosotros”, dijo.
 
Este 24 de junio se cumplen cuatro meses de la desaparición de Jesús Antonio. Nada se sabe, pero la familia tuvo que abandonar Chilapa para protegerse, sin embargo, María Engracia no piensa dejar de buscar a su hijo.

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