San Juan de Sabinas.— A la entrada de la mina Pasta de Conchos en San Juan de Sabinas, Coahuila, el guardia abre la reja a cada instante para dejar pasar y salir vehículos que cargan con equipo.
Desde el 24 de noviembre de 2022, la entrada y salida de automóviles es la principal escena en Pasta de Conchos, pues fue el día en que se pararon los trabajos de rescate de los restos de 63 mineros que, este 19 de febrero, cumplen 17 años bajo tierra.
Elvira Martínez, viuda de Vladimir Muñoz e integrante de la organización Familia Pasta de Conchos, asegura que los parientess ya veían venir este problema y ahora el sentimiento es de decepción, enojo y frustración.
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El 1 de mayo de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió que se recuperarían los restos de los mineros. Para el 31 de agosto de 2020, el gobierno federal acordó una indemnización y la construcción del memorial, y en febrero de 2022, en una reunión con la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, se acordó el seguimiento a los trabajos.
Pero de aquellos acuerdos poco se ha avanzado, aseguran las familias.
Elvira Martínez dice que los atrasos son casi totales y ya empiezan a pensar que esta administración no los concluirá.
De las lumbreras el avance debería de ser de más de 100 metros. De los túneles, una obra prioritaria para las familias, empezaron en abril de 2022 y Martínez estima que llevarán a lo mucho 15%.
“Sabíamos que no iba a dar el tiempo. Después vienen los problemas de administración de recurso del contratista y dice que no va a terminar en los lapsos. Las rampas eran para diciembre de 2023, dijeron que necesitaban más dinero y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) les dijo que no”, relata Martínez.
El rescate se ha convertido en un laberinto de burocracia. La CFE tomó la decisión de rescindir el contrato y entonces ocurrió lo que las familias temían: que se pararan los trabajos de rescate.
Las familias critican que CFE haya absorbido los trabajos de rescate cuando no tienen experiencia en ello, y cuestionan que si ya tomaron las riendas y diseñaron el proyecto deben de ser ellos los que lleven a cabo los trabajos.
“No quieren una responsabilidad. Es más fácil tener a quién echarle la culpa”, comenta Elvira Martínez.
Cristina Auerbach, activista y directora de la organización Familia Pasta de Conchos, asegura que la molestia y el enojo no es sólo por lo que no han hecho en Pasta de Conchos, sino porque se decidió que la recuperación de los restos lo haría la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sin consultar con las familias.
“La CFE saca una licitación y luego lo adjudica de manera directa a una empresa que ya la había descartado. Le ha quitado el contrato, dice que no tiene el dinero y por eso se retrasaron. Desde la segunda semana ya tienen retraso”, critica.
En términos generales, Auerbach comenta que los avances deberían de ser de 40% para estas fechas, pero sólo llevan 6%.
Según el Sistema Electrónico de Contrataciones de la CFE, el 8 de abril de 2022, la empresa adjudicó directamente a Proacon México S.A. de C.V., la obra para la construcción de las rampas de acceso, galerías de aproximación y túneles de conexión en la mina, por un costo de mil 164 millones de pesos.
A la misma empresa y a Desarrollo de Terracerías S.A. de C.V., les adjudicaron la construcción de las lumbreras por un costo de 308 millones de pesos, el 27 de enero de hace un año.
Decepción y enojo
A Elvira Martínez se le revuelve el estómago de impotencia. No duda en calificar el rescate como una “farsa”, una “simulación”. Sienten decepción. Sienten que jugaron con ellas.
María del Refugio López, viuda del minero José Isabel Minjares Yáñez recuerda cuando les confirmaron que harían el rescate. Fue una esperanza, una alegría enorme y de repente, “pues no... todas las contratistas se van. Despiden a los trabajadores. Se queda sin empleo tanto trabajador”.
En un inicio, cuando el presidente López Obrador anunció el rescate, sintieron un halo de esperanza que nunca habían tenido. Vieron una luz. En dos administraciones federales nunca habían sentido ese entusiasmo de creer que los restos de sus maridos, sus hijos, padres o hermanos, serían recuperados para darles cristiana sepultura.
“Pensé que sí se iba a hacer”, dice Elvira Martínez con aires de tristeza. Esa esperanza la alimentó muchos meses y ahora siente que se la han arrebatado.
Creyeron en la palabra del Presidente de que vendría cada seis meses a supervisar los trabajos. No los ha visitado ninguna vez.
“Si hubiera venido cada seis meses, se daría cuenta de lo que está sucediendo. No hay como venir al lugar y ver lo que está pasando. Fue su promesa y no la cumplió”, reclama Martínez.
“Eso nos da para abajo, nos da qué pensar”, dice María del Refugio desde la mercería que puso con uno de sus tres hijos que quedaron huérfanos.
La señora Martínez y la señora López son conscientes que difícilmente esta administración federal terminará con los trabajos. Y temen que el sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador no continúe.
“Es la incertidumbre de saber si el que viene le va a seguir o ahí se va a quedar todo”, comenta María del Refugio.
Por si fuera poco, las medidas de no repetición quedaron en el aire, pues han ocurrido las tragedias de Rancherías en Múzquiz y de El Pinabete en Sabinas, donde han muerto 17 mineros.
“Hicieron todo el desastre con los contratos de carbón, sí esperábamos más de esta administración. La gente está muy enojada y más que eso decepcionada”, insiste la activista Cristina Auerbach.
Seguir mientras se pueda
Los únicos trabajos que avanzan son los del memorial, a las afueras de la mina 8, a un costado de la reja que el guardia tiene que abrir y cerrar para que entren y salgan vehículos.
Las familias no querían el memorial desde un inicio porque su prioridad era —es— el rescate. Pero las autoridades les insistieron. Y así, mientras el rescate prioritario no se da, se levanta un mausoleo para los 65 mineros que murieron en la explosión de hace 17 años, de los cuales 63 quedaron atrapados en la mina.
Sin embargo, hace unos días, un grupo de familias paró los trabajos del memorial. Su argumento es sencillo: no quieren esa obra porque temen que las autoridades un día les digan “aquí está, olvídense del rescate”.
Mientras una nueva decepción se escribe en esta historia, los integrantes de las familias de los mineros muertos, también se van rindiendo.
Pero a pesar de las decepciones y 17 largos años de promesas incumplidas, para la viuda María del Refugio López, la esperanza no debe de morir.
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