Acapulco.— En una lluvia con vientos es suficiente para atraer el , el huracán que llegó al puerto con categoría 5 la noche del 24 de octubre de 2023 y destruyó a una ciudad que no estaba preparada para su impacto.

La morfología de la ciudad sigue marcada por . Aún hay postes de energía eléctrica caídos, hoteles en reparación, edificios abandonados, embarcaciones hundidas, 31 personas desaparecidas —la mayoría marineros— y el luto por las 51 que fallecieron. Hay miedo colectivo.

“Ahorita tenemos esa bronca de que viene algún fenómeno y todos nos alteramos”, dice el capitán Lorenzo Esteban Hernández Chavarría, El Rudo, quien sin información de la magnitud del meteoro que venía lo enfrentó desde su embarcación, el yate Black Tuna. Fue de los pocos que vivió para contarlo.

Lee también:

Los grandes hoteles de la costera aún trabajan en su reconstrucción. Empresarios señalan que tras el huracán John bajó de nuevo el turismo. Foto: Arturo de Dios Palma | El Universal
Los grandes hoteles de la costera aún trabajan en su reconstrucción. Empresarios señalan que tras el huracán John bajó de nuevo el turismo. Foto: Arturo de Dios Palma | El Universal

La ciudad quedó muy frágil, el 23 de septiembre otro huracán, John, lo confirmó. Cinco días de lluvias colapsaron de nuevo a Acapulco: zonas completas se inundaron, cerros se deslizaron, los ríos y arroyos se desbordaron. Miles de familias damnificadas y, según las cifras oficiales, 15 personas murieron. Esta vez, la lluvia se llevó lo que el viento de Otis dejó hace un año.

En Acapulco, cada temporada de lluvia caen mil 200 litros por metro cuadrado, con el huracán John fueron mil 950 litros por metro cuadrado. De este tamaño fue su impacto.

Miles de familias y comerciantes que comenzaban a levantar sus hogares, sus locales, perdieron todo lo que intentaban reconstruir.

Lee también

¿Se aprendió algo tras el paso de Otis?

Efrén García Villalvazo es oceanólogo. Nació en el corazón del puerto, en el barrio de Manzanillo, a la orilla del mar. Hace un año sintió la furia de Otis. Resistió detrás de su lavadora. Recuerda que fueron dos horas y media de ráfagas de vientos.

Otis, dice, debió dejar decenas de enseñanzas para los pobladores, para los estudiosos y para las autoridades, pero no fue así.

El oceanólogo subraya que Otis es un fenómeno que debe ser estudiado por arquitectos, ingenieros, ecologistas, ambientalistas.

Tiene algunas observaciones que ha ido registrando a lo largo de este año. Por ejemplo, el huracán terminó con un mito de los acapulqueños: que los cerros que cubren la bahía impedirían el acceso a un huracán de gran magnitud. Ese mito quedó desechado. Otis no sólo entró, sino que devastó.

Afirma que el huracán tomó una trayectoria muy distinta a la que toman regularmente otras tormentas que pasan por Acapulco: entró por el oriente y salió por el poniente. Es el único que en los últimos 100 años entró al puerto, todos los demás pasaban a unos 50, hasta 100 kilómetros de distancia.

“¿Cuál fue el aprendizaje? Siento que no hubo mucho. Tras mi primera vuelta en la costera, al ver todo devastado, dije: ‘Esto es una oportunidad para que un grupo de arquitectos venga, capture lo que pasó en las edificaciones, pero no’.

Lee también:

Expertos señalan que las obras de drenaje que se llevan a cabo en la ciudad son una deuda que se tenía de hace 50 años. Foto: Arturo de Dios Palma | El Universal
Expertos señalan que las obras de drenaje que se llevan a cabo en la ciudad son una deuda que se tenía de hace 50 años. Foto: Arturo de Dios Palma | El Universal

“La gobernadora [Evelyn Salgado Pineda] publicó un reglamento muy sencillo. Va a ayudar, pero podías haber esperado mucho más teniendo tanto de dónde aprender. No veo que se haya elaborado un documento que diga estas son las recomendaciones para vivir en Acapulco después de Otis y después de John”, explica el experto.

En Acapulco hay muchas cosas qué hacer, ya quedó comprobado que la ciudad no está preparada para resistir al viento y a la lluvia.

García Villalvazo dice que para reconstruir el puerto se requiere tomar medidas profundas, como recuperar las zonas donde se construyó y eran inhabitables y señala como principal ejemplo la Zona Diamante.

En los últimos 20 años, esta zona se convirtió es la parte de mayor plusvalía de Acapulco, ahí se construyeron los hoteles de mayor lujo, los departamentos más caros, las plazas comerciales y restaurantes más exclusivos y junto a todo eso, una zona habitacional, donde viven los cientos de trabajadores que atienden al turista con mayor poder adquisitivo que llega al puerto.

Con Otis todo quedó devastado, decenas de edificios quedaron hechos esqueletos: los vientos le arrancaron las paredes y se llevaron todo los que había dentro. Con John, 31 colonias de alrededor y el aeropuerto quedaron bajo el agua. Sólo ahí rescataron a unas 10 mil personas.

La Zona Diamante nunca se debió construir. En los años 90 aún conservaba su vocación original: tierra de cultivo. La razón: era un territorio rodeado por ríos y lagunas, y siempre había sido inundable.

Sin embargo, se cambió el uso de suelo y se llenó de hoteles, restaurantes, plazas comerciales y muchas viviendas.

Una ciudad en reconstrucción

En el último año, Acapulco ha estado en reconstrucción constante, una tras otra reconstrucción, una reconstrucción infinita. Eso ha provocado una contracción en casi todas sus actividades, sobre todo en el turismo, del que depende económicamente la ciudad.

La recuperación ha sido muy lenta, la ciudad no está lista para recibir a tantos turistas como requiere.

Es lenta porque las ayudas oficiales no fueron suficientes y porque todo se encareció. El material de construcción está a sobreprecio y la mano de obra igual.

Fernando Robledo es el gerente del hotel Playa Suite, ubicado en la franja de arena de Acapulco. Este hotel fue el primero en volver a dar el servicio tras el impacto de Otis.

A un año, Playa Suite aún no está al 100%, le faltan por reparar unas 30 habitaciones.

Robledo explica que hasta antes de John tenían ocupaciones hasta del 100%, ahora lleva casi un mes con apenas 14%.

El empresario considera que Acapulco requiere una intervención profunda, coincide en que la ciudad no está lista para resistir a fenómenos meteorológicos como los huracanes que les han impactado en el último año. Señala que las obras que se llevan a cabo ahora para la reparación del drenaje son algo que está subsanando lo que no se hizo desde hace 50 años.

Una recuperación a largo plazo

El empresario hotelero Jorge Laurel considera que para que Acapulco esté listo de nuevo deberán pasar unos 10 años.

“A mediano plazo sería de tres a cinco años, a largo plazo unos 10 años donde podamos tener una ciudad renovada, lista, adaptada para este tipo de acontecimientos [huracanes]. Que los tengamos, inclusive, previstos, que nos permitan ponernos a trabajar de inmediato”, expone.

Subraya que es urgente la reactivación económica, pero para eso se requiere la reconstrucción material.

¿Cómo emplear a los acapulqueños si los hoteles, los restaurantes y la ciudad completa está en constante reconstrucción? Los empleos son una urgencia en Acapulco.

Los últimos tres informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), ubicaron a Acapulco como el municipio con más personas en situación de pobreza extrema en el país.

En 2020, en el puerto había 394 mil 861 personas en situación de pobreza. El último censo del Inegi se contabilizó a 779 mil 566 habitantes. Más de la mitad de la población en Acapulco está en situación de pobreza y pobreza extrema. Es por esto que urgen los empleos.

Lee también:

Puerto Marqués había sido afectado por Otis el año pasado y hace un mes sufrió de nuevo los efectos de un huracán, con John; aquí la reconstrucción no ha iniciado. Foto: Arturo de Dios Palma | El Universal
Puerto Marqués había sido afectado por Otis el año pasado y hace un mes sufrió de nuevo los efectos de un huracán, con John; aquí la reconstrucción no ha iniciado. Foto: Arturo de Dios Palma | El Universal

Laurel tiene sus esperanzas puestas en el plan de reconstrucción Acapulco Brilla, que encabezan empresarios como Carlos Slim y Rodrigo Alonso Herrera Aspra, que han propuesto invertir 20 mil millones de pesos en 90 proyectos.

El plan es que en 50 años, Acapulco se coloque de nuevo como el destino preferido a nivel mundial.

Pero para que eso suceda, explica Laurel, hay tres condiciones: seguridad pública, obras hidrosanitarias que mantengan limpia la bahía y orden en el transporte público. Con que se resuelvan estas tres exigencias, Acapulco sería otro.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios