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Aguililla.— El nuncio apostólico Franco Coppola consideró que su visita a este municipio no es un desafío de la Iglesia católica al crimen organizado que opera en esta zona de Tierra Caliente, sino un acompañamiento a las víctimas de la violencia.
“Mi visita no viene a desafiar a nadie, a regañar a nadie; viene sólo a hacer sentir a esta población que la Iglesia está cerca, que está presente y que no están solos ni serán abandonados”, señaló monseñor a pregunta expresa de EL UNIVERSAL.
El nuncio se dijo claro de saber qué puede y no hacer, ya que no está al alcance de la Iglesia organizar a la sociedad para interrumpir esta batalla y agregó que no pueden, ni es asunto suyo, meterse en la guerra entre narcos que azota a Michoacán y a todo el país.
“Pero estamos al lado del campo de batalla para socorrer a los heridos, socorrer a los familiares de los muertos y a la gente inocente que está implicada en todo esto”, afirmó.
El representante del Vaticano dijo no temer por su vida al recorrer sin seguridad personal esta zona, ya que se encomendó “a sus ángeles y es Dios el que decide sobre su vida”.
El recorrido
El nuncio apostólico recorrió la carretera Apatzingán-Aguililla e hizo algunas paradas en las comunidades para saludar a los habitantes que ya lo esperaban. A su paso, Coppola encontró ofrendas, globos, flores, altares y a habitantes —en su mayoría, vestidos de blanco— que esperaron su paso sobre esa vía. Como parte de su mensaje de paz, el embajador del Vaticano se hizo acompañar del obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García, religiosas y laicos de esa diócesis, pero sin escoltas, como ya lo había advertido.
Patrullas con personal de la policía de Michoacán se mantuvieron a distancia, monitoreando el convoy de periodistas y religiosos, mientras, en el camino, camionetas con las siglas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y presuntos halcones también vigilaban el recorrido.
En la cabecera municipal de Aguililla, Coppola fue recibido por los habitantes y el párroco del lugar. El sonar de la pirotecnia y el mariachi ocasionó sobresaltos de las cientos de personas que se encontraban en ese lugar, del cual, hace unas semanas, se apoderó el CJNG.
La algarabía recorrió las principales calles de Aguililla hasta llegar a una escuela, donde Coppola se reunió con familias de personas asesinadas y desaparecidas. El encuentro fue a puerta cerrada y ni el presidente municipal —que no fue invitado— pudo tener acceso al cónclave por seguridad de las víctimas.
Pero eso sólo era una antesala del magno evento: Coppola ofició una misa por las víctimas de la violencia, muertos, desaparecidos y jóvenes reclutados por el narco. Un corte de luz interrumpió el acto por varios minutos casi a la mitad de la celebración eucarística, el cual fue en todo el pueblo y hasta la señal de la telefonía se cayó.
En su homilía, Coppola reconoció el valor de los habitantes, quienes, a pesar de las adversidades, siguen de pie.
Comparó el lugar donde asesinaron a Cristo con Aguililla, pues expuso que los mártires de esta guerra siempre serán recordados, no así los criminales.
“Y sabemos que los que tienen, o parecen tener, el mando sobre esta tierra [delincuentes] se van en el olvido; olvidados. Nuestros queridos que han sufrido, por los cuales estamos en duelo, viven”, expresó el representante del Papa en México.
Coppola se reunió con medios de comunicación y reveló que, en una ocasión, funcionarios de la Cancillería del gobierno de Enrique Peña Nieto le pidieron que ya no hablara más de la violencia en México, “porque afectaba al turismo”. En esa ocasión, refutó que no podía hacerlo, porque de lo que se trataba era de que se conociera un problema ya sabido en el mundo.