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Ciudad Madero.- Con la presencia del cuerpo de una de las víctimas de la tragedia de la iglesia de la Santa Cruz, el obispo de la Diócesis de Tampico, José Armando Álvarez Cano, ofició hoy una Misa Exequial en memoria de las personas que perdieron la vida en los acontecimientos del domingo.
La misa se realizó en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, en Ciudad Madero, en la que estuvieron los familiares de Martha Elizabeth Maldonado Pérez. También estuvo el padre Ángel Vargas, el sacerdote sobreviviente del desplome de la iglesia, así como los presbíteros de la Diócesis; y el alcalde Adrián Oseguera, con su esposa.
“Queridos hermanos, cuántas cosas hemos podido meditar desde que este acontecimiento trágico vino a nuestra vida.
Pensamientos de fe, pensamientos de rebeldía, ¿dónde estaba Dios? se escuchaba en el templo del día mismo del derrumbe”, fue la primera reflexión del obispo en su homilía, ante cientos de asistentes a la misa.
Mencionó que lo ocurrido es un acontecimiento que los tiene que llenar de mucha humildad, “nosotros quizás hemos sabido de desgracias continuamente, inundaciones, terremotos, hemos sabido de accidentes, y quizás nos veíamos tan lejanos, pero ahora que ha tocado muestras puertas y nuestro corazón, nos ayuda a comprender el dolor de tantas personas. Desde ahora nosotros no podremos ver y escuchar estas noticias permaneciendo indiferentes, no podremos saber de desgracias, porque podrá tocar nuestro corazón esto que estamos viviendo”.
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Álvarez expresó palabras de fe y solidaridad, especialmente a las familias que han sufrido las consecuencias directas del hecho, “a los que perdieron sus seres queridos, a los que están en los hospitales, a los que ya están en sus casas pero vivieron este momento de dolor, y queremos expresarles nuestra solidaridad, nuestro cariño, nuestra oración y decirles que somos una familia y que hemos sentido en nuestro corazón este dolor y esta tristeza”.
El obispo destacó la solidaridad de los tampiqueños, de los ciudadanos de Madero y de Altamira, por la respuesta inmediata de muchas personas, así como también de la carta recibida del Vaticano, y de las autoridades, quienes asumieron los gastos de los familiares de las víctimas, “podemos darnos cuenta que no necesitamos acontecimientos dolorosos para expresar nuestro cariño, nuestro amor, y nuestra solidaridad por la gente que necesita”.
Al pedir por el eterno descanso de las personas fallecidas, pidió a Dios que los llene de humildad, “y que este acontecimiento no nos haga perder la paz, como dice el evangelio el día de hoy, sino que podamos confiar en ti, que podamos amarte y seguirte. Dale, señor el eterno descanso. Que descansen en paz”.
En la petición por las víctimas, el padre Ángel Vargas nombró a todas las personas fallecidas y después bajó a darle el saludo de la paz, con un abrazo, a la madre de Martha Elizabeth Maldonado, besó su ataúd y abrazó al alcalde de Madero.
Al concluir la misa, Martha Elizabeth fue trasladada al panteón Jardín Madero, en donde fue despedida por sus familiares y amigos.
afcl/cls