Chilpancingo.— El personal del laboratorio de la clínica del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) de esta ciudad peleó ayer su derecho a ser vacunado contra el Covid-19, el cual conquistaron tras horas de protestas y bloqueos.
El equipo, integrado por 36 químicos, afirma que está en riesgo y que cinco ya enfermaron de Covid, una de ellas es Cinthia Molina Gama, quien el año pasado dio positivo.
La historia
En mayo, Cinthia pasó casi cuatro días sin dormir; cuando intentaba descansar, la falta de aire la despertaba. Tenía un dolor de cabeza intenso y fiebre que rozaba los 39 grados. Eran los síntomas del Covid-19.
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No sabe con exactitud dónde se pudo haber contagiado, pero hay muchas posibilidades de que fuera en su trabajo.
Esa vez, Cinthia se recuperó en su casa, con la supervisión de una doctora que la atendió por teléfono; no fue necesario hospitalizarla, pero, recuerda, fueron cuatro días en los que sintió “que se iba”.
Cuando tuvo los primeros síntomas, Cinthia acudió al laboratorio de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), autorizado para hacer las pruebas Covid. No se esperó a que se la hicieran en el ISSSTE, eso implicaba aguardar su turno y, después, otros cinco días para que le entregaran el resultado.
Riesgo de trabajo
En lo que va de la pandemia, cinco de los 36 químicos de esta clínica se han contagiado.
Aunque el personal del laboratorio formalmente no toma las muestras a los pacientes de Covid-19, ellos aseguran que están expuestos al riesgo.
“En muchas ocasiones hemos tomado muestras a pacientes que llegan con otros malestares, que clínicamente no les detectaron síntomas de Covid, pero cuando vemos los resultados nos damos cuenta de que sí estaban contagiados”, explica.
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Recuerda que en una ocasión le hicieron análisis a un señor que había ingresado por otro padecimiento, el resultado fue positivo al virus. Cuando decidieron enviarlo al área Covid, se negó y prefirió irse a su casa, donde contagió a su esposa e hijos.
Días después, se enteraron de que había muerto con síntomas de coronavirus.
A ese hombre le hicieron las pruebas utilizando sólo un cubrebocas y guantes, porque al no estar en el área Covid, el protocolo los obliga a tener una bioseguridad más relajada.
Los guantes, dice Cinthia, tienen que comprarlos porque no son suficientes los que les dan, así como sus uniformes quirúrgicos, los cuales no les han renovado desde hace tres años.
Es por eso que en la clínica muchos trabajadores de áreas administrativas, como ventanillas, cajas y almacenes, también se han contagiado. En la clínica del ISSSTE de Chilpancingo, la aplicación de la vacuna contra el Covid-19 inició el miércoles, pero sólo fue para los médicos y enfermeras que están en la primera línea de atención de los pacientes contagiados.
Ayer, en el segundo día de la campaña, negaron la inmunización a los químicos, incluyendo a Cinthia.
En respuesta, los químicos protestaron en la puerta de la clínica para exigir la aplicación de la dosis ante el riesgo que corren de contagiarse, pese a no estar en el área Covid. Después, bloquearon las calles.
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La protesta obligó al director de la clínica, José Antonio Perea Saavedra, a darles una explicación: les dijo que no estaban en la lista que había enviado la Federación y les dijo que serían incluidos en la segunda remesa de vacunas, que se espera que llegue en febrero.
Después de casi tres horas de protestas, el director finalmente accedió a aplicarles la vacuna.
Me siento bien, “tengo un poco de dolor de cabeza, cansancio y dolor de garganta... Como una gripe ligera. Pero en ánimo, estoy contenta, pues ya trabajaré sin tanto miedo a contagiame”, dice Cinthia.