Frontera Comalapa.— Marvin Alberto Tomás Tomás nunca conoció a su padre, pues cuando nació, en 1999, éste ya había fallecido en Comitancillo, un municipio enclavado en el lado oriental del volcán Tajumulco, en Guatemala; ahí, el muchacho aprendió de su madre, doña Ángela, la agricultura.
En sus tiempos libres, disfrutaba congregarse con sus amigos para jugar futbol, deporte que le dio fama en su país, ya que fue uno de los mejores jugadores de la tercera división en los últimos dos años.
El zurdo, como era conocido en el equipo Juventud Comiteca, se despidió el jueves 14 de enero de doña Ángela porque, a pesar de tener un futuro promisorio en el deporte en su país, quiso buscar trabajo en Estados Unidos para ayudar a su madre y construir una casa.
También debía pagar los 80 mil quetzales (206 mil pesos) que pidió prestados a un agiotista a cambio de sus tierras, donde se cultivan maíz, frijol, calabazas, plátanos, guanábanas, así como otras frutas.
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Él es una de las 19 personas que fueron asesinadas y calcinadas en Camargo, Tamaulipas, el pasado 22 de enero. Formaba parte del grupo de 11 migrantes originarios de Comitancillo que buscaban llegar a la Unión Americana, de quienes sus familiares no han vuelto a saber.
Aunque la migración ha cambiado el rostro del pueblo —con casas de cemento, mosaicos y colores llamativos, a diferencia de las viviendas de adobe que había en los años 80 del siglo pasado—, también ha enlutado a familias, porque de este municipio eran algunas de las víctimas mortales del accidente de tránsito que ocurrió el 7 de marzo de 2019 en el tramo Soyaló-Chicoasén, a unos 60 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, que cobró la vida de 25 migrantes y 29 más resultaron gravemente heridos.
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El sueño del hijo de Ángela
“Marvin era un buen jugador y con mucho futuro, pero por la pobreza y los escasos recursos económicos decidió dejar el balón, su familia y su pueblo para cruzar México y llegar a Estados Unidos en busca de un mejor futuro.
“Él quería una casa bonita para su madre”, cuenta Nelson Cardona, un vecino de Comitancillo.
Relata que El zurdo llevaba dos años participando en el equipo Juventud Comiteca y cada vez destacaba más; sin embargo, dejó el deporte “porque quería una mejor vida”.
Una semana después de que Marvin salió de su país telefoneó a su madre para decirle que ya estaba en Reynosa a la espera de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, sólo que tenía que esperar porque el coyote les había dicho que “el cruce” sería el miércoles 27 de enero.
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Desde entonces doña Ángela no supo más, hasta que una familia de Comitancillo recibió una llamada el sábado a las 13:00 horas para avisarle que los 11 comitecos habían sido asesinados en Camargo, Tamaulipas.
Mientras las autoridades mexicanas hablaban de ataques entre grupos criminales, los familiares de los migrantes ya lloraban a sus muertos. Días después viajaron a Ciudad de Guatemala para que les realizaran pruebas de ADN y permitir la identificación de los cuerpos.
Fue hasta el martes 2 de febrero que el gobierno de Tamaulipas finalmente dio a conocer que de los 19 cuerpos incinerados encontrados en dos camionetas en Camargo, sólo cuatro han sido identificados oficialmente, uno de ellos es Marvin A “T”... el hijo de doña Ángela... el futbolista guatemalteco que lo único que buscaba era una vida mejor en Estados Unidos.