Querétaro.— En la ciudad de Querétaro se desarrolla un proyecto de investigación científica único en el mundo, con el que se pretende desactivar biológicamente el virus SARS-CoV-2, a través de radiación ultravioleta cuando circula por el aire en cabinas de aviones de pasajeros.
El proyecto, cuyo fin es tener aviones de pasajeros seguros y libres del virus Covid-19, lo desarrolla el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), unidad Querétaro, en sociedad con el Aeroclúster de Querétaro y el gobierno estatal.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el doctor en Ciencias especializado en Física, José Mauricio López Romero, director del Cinvestav Querétaro, señala que en este proyecto participan seis investigadores con doctorado y un grupo de estudiantes.
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“Somos decenas de personas que estamos enfocados a resolver esta problemática con este proyecto único en el mundo”, dice.
La propagación del virus
El científico refiere que el mecanismo principal de propagación del virus SARS-CoV-2 es por vías áreas, por lo que la enfermedad se adquiere por virus que se quedan suspendidos en el aire “o de microgotas” que se generan por procesos de respiración y del habla, entre otros, “y estos virus, estas cargas virales se depositan en personas sanas a través del proceso de respiración”.
Otro factor que lleva a la propagación de la enfermedad, expone, es que “estos aerosoles” ya sea de “microgotas de saliva” o “aerosoles de virus” siguen las corrientes de aire de los recintos.
Explica que en lugares cerrados y con alta densidad de población se tiene una problemática mayor en cuanto a la propagación de la enfermedad porque “el virus se queda flotando en el ambiente y es respirado por las personas y hace que la probabilidad del contagio crezca”.
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Las cabinas de avión, donde viajan los pasajeros, detalla, son recintos ideales para la propagación de la enfermedad. Aclara que las aeronaves de pasajeros están equipadas con sistemas de recirculación de aire, que incluyen filtros hepa, “que son básicamente barreras mecánicas que logran retener partículas muy pequeñas suspendidas en el aire”, que incluye al virus del SARS-CoV-2 .
En el caso de que en el interior del avión haya un pasajero enfermo de SARS-CoV-2, al empezar a generar “aerosoles” por el proceso respiración, que se evaporan muy rápidamente, eso sucede en segundos y la carga viral queda suspendida en el aire y estas posiciones de aerosoles pueden migrar hacia posiciones de pasajeros vecinos y sanos, y las cargas virales pueden ser suficientes para generar un contagio”, indica el experto.
Unos minutos después, refiere, todo el aire de la cabina del avión es reciclado por el sistema de filtrado, “pero antes de que se meta al equipo hepa los virus pudieron haber provocado un contagio”.
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Desactivación biológica del virus
El doctor López Romero subraya que su equipo trabaja en una estrategia para entender cómo se comportan las corrientes de aire en el interior de un avión y, por otro lado, se diseña un sistema para generar corrientes de aire dentro de la nave que permita rastrear y arrastrar los aerosoles de SARS-CoV-2 “en cuestión de segundos” hacia el sistema de circulación de aire”.
Como punto tres, se pretende que una vez que los virus entren al sistema de circulación de aire queden atrapados, pero si alguno escapa, el equipo también trabaja en un sistema de desactivación biológica de los virus, a través de radiación ultravioleta.
Con eso, indica, se evita que los aerosoles de SARS-CoV-2 generados por una persona enferma que viaja en un avión lleguen a posiciones de pasajeros vecinos que se encuentran sanos.
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Señala que como segundo objetivo del proyecto se busca que el aire quede completamente limpio del SARS-CoV-2, ya sea por los filtros hepa o por la radiación ultravioleta, y una vez que el aire vuelva a entrar a la cabina sea completamente inocuo.
Asegura que este proyecto tiene 50% de avance en su fase de conclusión: “Nos urge terminar debido a que estamos en medio de la pandemia, además de que nuestra tecnología no sólo funciona contra el coronavirus, sino también virus o bacterias que se transmitan por vía aérea”.
“En pocos meses vamos a concluir. Ya entendemos cómo se mueve el aire dentro de las cabinas de avión. Estamos usando sistemas computacionales complejos, pero lo tenemos”, dice.