Marcos Roque es originario de la comunidad indígena purépecha de Nuevo San Juan Parangaricutiro, Michoacán. Al igual que decenas de habitantes de esta localidad, él trabaja en la empresa forestal local Maderas de la Comunidad (Madëk), la cual es una cooperativa con manejo sustentable de los bosques.
Los participantes de esta empresa, además del cuidado ambiental que realizan se han preocupado por reinvertir sus utilidades e ir expandiendo el negocio por medio de un aserradero y una fábrica de muebles que beneficia a la comunidad y, sobre todo, ha frenado la migración a Estados Unidos de los habitantes de Nuevo San Juan Parangaricutiro.
Marcos, quien trabaja para la maderera Madëk desde 1985, asegura que este lugar no sólo lo ha beneficiado a él, sino que ha permitido un crecimiento económico en el poblado que incluso ha disminuido los índices de pobreza.
“Anteriormente, los bosques circundantes de Nuevo San Juan Parangaricutiro eran manejados por empresas privadas, las cuales no generaron un crecimiento económico para los residentes purépechas”, recuerda Marcos Roque.
A partir de este logro, empezó la labor de extracción y venta de madera de los bosques locales. El resultado fue exitoso, al grado que para 1983 la comunidad pudo adquirir un aserradero industrial, lo que permitió a los comuneros manejar madera a mayor escala y posteriormente hacerse de la fábrica.
La comunidad indígena está conformada por 7 mil 500 comuneros, lo que representa la mitad de la población de Nuevo San Juan Parangaricutiro en la actualidad. El resto lo constituyen ejidos y propiedad privada. Del total de esta población 35% trabaja en la explotación forestal y transporte de la misma, extracción de resinas, silvicultura, cultivo de frutas y administración del agua.
En 1991, los derechos de tierra fueron reconocidos a nivel nacional, dando de manera legal 18 mil 138 hectáreas de tierra para los comuneros, esto representa dos tercios de todo el territorio municipal. De estas 18 mil hectáreas, 11 mil son arboladas de arbustivas, herbáceas y pino de encino.
Marcos Roque asegura que “de no existir la empresa comunal, probablemente hubiera tenido que emigrar a Estados Unidos, como lo hacen en otras partes del estado”.
Tan sólo en el periodo 2014 a 2015, Michoacán presentó la mayor pérdida de población como consecuencia de la migración internacional, de acuerdo con datos dados a conocer por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
En dicho periodo, el estado tuvo una pérdida poblacional de 180.9 personas por cada 10 mil habitantes, sólo superado por Durango, con 190.7 personas por cada 10 mil habitantes.
En Nuevo San Juan Parangaricutiro la economía se basa en el crecimiento de las empresas locales o también llamadas comunales. Estas fábricas están reconocidas tanto por el gobierno como por organismos internacionales.
Madëk ha ayudado en el crecimiento económico de Nuevo San Juan Parangaricutiro y beneficiado a 450 personas en capacitación en temas técnicos forestales, además de brindar ayuda a otras comunidades indígenas en temas de sustentabilidad forestal.
Es así como esta empresa es la única a nivel nacional con su propio Departamento de Servicios Técnicos Forestales; capacitada 100% por gente purépecha.
Ante el gran crecimiento que ha tenido, fue necesaria la creación de otras 11 empresas derivadas que permitieran el ofrecimiento de más trabajos en la comunidad. Esto contribuyó a la erradicación total de pobreza extrema en el pueblo, la disminución de la migración y el acceso a todos de servicios básicos, como la salud.
“El rubro de maderas de la comunidad es netamente forestal. Esta compañía es la mater, por así decirlo, y de ésta se derivan otras empresas que no son forestales, como Servicio Urbano, la tienda comunal, Fertilizantes, Agua Itzipura, la empresa Telecable, Huerta Comunal... o sea, son varias empresas que tenemos también”, relata Marcos Echeverría Chávez, gerente general de Aprovechamiento Forestal de Madëk.
Por estos logros, esta comunidad purépecha ha sido reconocida a nivel internacional por diversos organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, por el Consejo Mundial Forestal (FSC, por sus siglas en inglés), por un manejo responsable y sustentable de sus bosques.
En noviembre del año pasado, el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor M. Toledo; el gobernador Silvano Aureoles y el director general de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), León Jorge Castaños, entregaron en la comunidad Nuevo San Juan Parangaricutiro las preseas a los 10 ganadores del Premio al Mérito Forestal, por la conservación de la cobertura vegetal de nuestro país.
Toledo Manzur rindió homenaje a la comunidad de Nuevo San Juan por el trabajo realizado durante los últimos 42 años bajo la nueva modalidad de empresa social, cooperativas que, a diferencia de las grandes corporaciones, “son el espíritu colectivo que hace al mundo mantener la esperanza”, declaró el funcionario federal.
“La forestería comunitaria se está reproduciendo en el resto del país y en el mundo. México es uno de los más importantes en esta actividad”, agregó.
María Guadalupe es otra beneficiaria de la comunidad con el aserradero y la empresa maderera. La joven truncó sus estudios a nivel secundaria y antes laboraba en una pastelería para mantener a su familia. Ahora, trabaja en la fábrica de muebles de la cooperativa y considera que colaborar dentro de su propia comunidad le ha otorgado múltiples beneficios.
“Aquí en la empresa me convino mucho mejor, porque aquí uno como trabajador tiene sus vacaciones, su aguinaldo y más que nada el seguro. A mí aquí me gusta hacer de todo, hasta de barrendera la hago, pero generalmente nos ponen en áreas donde podamos manejar alguna máquina o mueble, y no nos ponen a cargar pesado”, afirma la mujer.
“Creo éste es un ejemplo que no es fácil de encontrar en los ejidos y comunidades del país, cómo una empresa prefiere reinvertir sus ganancias y logros en vez de repartirlo como se hace en mucho ejidos del país como reparto de utilidades”, asegura Salvador Fonseca, colaborador de Polea.