San Pedro Pochutla.— Los pescadores y las vendedoras de pescado en Puerto Ángel se enfrentan a una doble crisis: la pandemia de Covid-19, que desde hace un año ahuyentó al turismo, y a una inédita escasez de peces.
Son las 7:00 de la mañana. Las mujeres dejan el pescado que descaman, filetean y destripan para correr hacia una de las lanchas que acaba de llegar a la playa y se amontonan a su alrededor. El poco producto se acaba en minutos y las vendedoras regresan con lo que compraron al lugar donde lo preparan para su reventa.
El ritual se repite cada vez que arriba una lancha. Del lado izquierdo de la playa —con vista al mar— se encuentran los botes de los pescadores que se dedican a capturar especies “de orden”: cocinero, blanquito, ronquito, chivo, medregal y bacoco, entre otras, y a la derecha están quienes pescan “cimbra”, por el método utilizado: pez vela, dorado, marlin, pargo y mantarraya.
Además, están aquellos que extraen un pescado llamado barrilete, tradicional en la alimentación de esta región de Oaxaca y que se vende horneado, en escabeche o asado, principalmente en San Pedro Pochutla, la cabecera municipal.
Para esta comunidad, la ausencia de peces se suma a la crisis económica que enfrentan desde hace casi un año por el Covid-19, que ha provocado el cierre de restaurantes y hoteles porque el turismo se redujo hasta 80%, estiman los habitantes.
“Si el turismo no viene nos perjudica, porque los restaurantes cierran, y ¿dónde vendemos? No hay. Tenemos que vender entre los locales, más barato, y no hay pescado, hay muy poco”, asegura Fátima Cruz Altamirano, quien ofrecía pescado a restaurantes y en la cabecera municipal, principalmente.
La situación se complicó aún más cuando las autoridades de San Pedro Pochutla decretaron el semáforo rojo epidemiológico debido al incremento de los contagios de coronavirus.
Hasta el viernes 27 de febrero, los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) reportaron 205 casos en el municipio, de los cuales, cinco se encuentran activos y 54 pacientes han fallecido.
Claudia Cruz Barrera espera la llegada de un barriletero.
Sobre la playa están varadas más de dos decenas de ese tipo de embarcaciones.
“Ahí viene una, ojalá haya pescado algo”, dice mientras apunta con el dedo. “El barrilete ahora sí está por los suelos, es el que se vende horneado en Pochutla”, explica.
“Salen [los pescadores] a las 5:00 de la mañana y regresan sin ni un pescado, ya tienen varios días [así]. Se gastan su gasolina. Cuando hay barrilete, qué bonito [es] todo, porque se vende horneado, en escabeche o asado”.
Lleva más de 15 días sin comprar barrilete, por lo que ha adquirido otro tipo de pescados.
“Va para dos meses que no movemos ni un quinto. La venta está bajísima porque la gente no viene por el Covid.
“Algunos restaurantes están abiertos, pero de qué sirve si no hay turismo. No hay nada, no hay ventas. Mira, ahí está la playa y no hay nadie, está sola, no hay gente”.
De acuerdo con Juan Carlos Rivera Castellanos, secretario de Turismo de Oaxaca, si el efecto de la pandemia se traduce en pérdidas económicas, el boquete que dejó en el estado en materia turística, sólo en 2020, es de 6 mil millones de pesos. Y el panorama para la próxima Semana Santa no pinta mejor.
Según el funcionario estatal, a diferencia de otros años en los que se alcanza 100% de ocupación hotelera, para estas vacaciones se espera que sea de menos de 40%, pues en destinos como Huatulco se prevé que sea de 39% y una derrama económica de 256 millones de pesos; mientras que para Puerto Escondido se espera un 35% y una derrama de 107 millones de pesos.