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Tijuana.— El ruido de las máquinas cavando, demoliendo y golpeado material, rompieron nuevamente la calma de los residentes de las colonias Las Torres y La Escondida, ubicadas a unos pasos de la barrera que divide Tijuana de Estados Unidos. Ahí, a unos metros, hace más de un año fueron colocados los ocho prototipos de muro que ordenó construir el presidente estadounidense Donald Trump.
Juana Rodríguez, una de las habitantes de esa zona, cuenta que desde muy temprano el ruido de un equipo de trabajo la despertó, igual que ocurrió a mediados de 2017, cuando empleados de una constructora —en aquel lado de la frontera— comenzaron con la edificación de los modelos, que luego fueron presentados por el propio Trump, en octubre de ese mismo año.
“Cuando los pusieron hubo mucha vigilancia, la prensa también vino y creo que nada pasaba, estaba muy seguro. Ya que pasó el circo, todo se calmó y fue como siempre: robos y ese tipo de cosas”, platica la mujer de más de 40 años.
Ninguno de los modelos. Ayer, un equipo de construcción llegó a las inmediaciones de Otay Mesa, en territorio estadounidense, para comenzar a remover las obras. En esa área, el gobierno del país vecino tiene pensado reemplazar el muro que divide ambos países por uno más alto y con menos probabilidades de ser cruzado por migrantes, aunque no se trata de ninguna de las ocho propuestas que fueron construidas.
Los muros que sirvieron como modelos serán removidos para la construcción de una valla secundaria de 14 millas, que significa al menos el doble de altura de la cerca metálica que actualmente se mantiene como división de las dos naciones, para la cual se destinó un presupuesto de 287 millones de pesos, que fue asignado a finales de 2018.
“Mucho tiempo nuestra calle fue usada como trampolín de migrantes (…), pasaron y pasaron tantos, yo creo que más que antes, porque lo que hacían eran brincarse y luego no se escapaban, al contrario, se entregaban”, platica Juana.
Contra el ingenio. Al respecto, el presidente del Comité de Amigos de San Diego, Pedro Ríos, dijo que los prototipos representan monumentos al odio, que simbolizan la retórica antimigrante con la cual Trump buscaba satisfacer a su base racista.
Los modelos presentados hace poco más de un año tenían una sola meta: esquivar el ingenio mexicano, que durante las últimas décadas ha burlado los mecanismos de seguridad anglosajones para el ingreso ilegal de personas y de sustancias.
Cuatro de los muros construidos eran a base de concreto, con paredes lisas que hacen difícil que cualquiera pudiera escalarlo.
Además, había algunos que incluso en el tope de la valla tenían colocado material con forma circular, para impedir que les sean colocados ganchos o cualquier otro artefacto que les permita sostener cuerdas para subir o trepar la pared.
Otros combinaron el ingenio y utilizaron materiales como el metal, incluso hubo quienes decidieron mezclar ambos: concreto y metal.