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Mexicali, 16 de junio.- Una familia en la capital de Baja California interpuso una demanda contra del personal de la Clínica Internacional de Especialidades por el delito de responsabilidad técnica o lo que resulte, luego de que cortaran la oreja de un recién nacido durante una cesarIa realizada con iluminación de celulares , debido a un apagón.
De acuerdo con el documento presentando el 9 de junio pasado ante el Ministerio Público, Sonia María –abuela del bebé recién nacido- denunció que su hija, Karla Martínez , asistió a una intervención quirúrgica programada para tener a su bebé. Durante el procedimiento -cuando fue anestesiada- se registró un apagón y, sin informar a la familia, dos doctores y un anestesiólogo decidieron alumbrar con sus celulares para continuar.
La Comisión Federal de Electricidad ( CFE ) reportó que el 6 de enero una falla en la Central Generadora Privada de Ciclo Combinado causó un apagón en Baja California y Sonora, que afectó a unos 350 mil usuarios. La falta de electricidad duró, de acuerdo con la para federal, alrededor de media hora. Iniciando a las 12:48 horas y finalizando a las 13:15.
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La Clínica Internacional de Especialidades fue uno de los cientos de miles de afectados en la capital del estado y, justo en el horario de la falla, Karla Martínez tenía programada su cesárea: a las 13:00 horas. Aunque la NOM-197-SSA1-2000 establece que, como parte de los requisitos mínimos de infraestructura de hospitales y clínicas, Estos deberán contar con una Planta de emergencia de energía eléctrica, el sitio no contó con el recurso.
Karla y su esposo llegaron desde la mañana, unas dos horas antes de la cita, 20 minutos antes de lo acordado personal de enfermería fue por ella para trasladarla al quirófano. Durante el camino ella imaginó que al salir tendría en brazos a su bebé, su esposo los recibiría a ambos y, con la familia completa, se dedicarían a descansar y a disfrutar su maternidad y paternidad en la comunidad de su hogar.
La realidad fue diferente. En cama, anestesiada sin sensibilidad de la cintura para abajo pero consciente, antes de que intervinieran su cuerpo estalló el apagón. Entre la incertidumbre de no entender qué pasaba, solo escuchaba el debate entre dos doctores y un anestesiólogo que lanzaban frases, pero ninguna explicación.
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“Opérala así, no pasa nada”, le decía un médico a otro, recuerda Karla, “Va a ser una aventura… nunca hemos operado a nadie así”. En medio de la penumbra y del cuerpo anestesiado de la joven, el personal peleaba por realizar un procedimiento bajo condiciones nunca antes presentadas, pero de tomarse el tiempo para calmarla o si quiera considerar la decisión de Karla para abrir o no su cuerpo, de eso no hubo nada.
“No me quiero morir”, les dijo. De ese día, el que debió según piensa uno de los más felices de su vida, no deja de pensar en el instante donde el miedo se desató. Recostada sin entender la situación, una enfermera entró al quirófano y le preguntó al doctor si dejaba pasar a su marido, la respuesta fue muy clara: no, que no pase, no hay luz. Después entre el mismo personal prendieron las lámparas de dos o tres celulares e iniciaron la cirugía.
Al terminar alguien simplemente se acercó a Karla para advertirle que durante la intervención uno de los doctores le había cortado la oreja a su bebé. Una secuela con la que vivirá Julián, su recién nacido . Desde esa día y hasta la fecha nadie en el hospital se ha acercado con la familia afectada, ni para pedir disculpas ni para hablar de la reparación del daño no solo por la práctica sino por el trato hacia la paciente y el bebé.
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“Desde el día dos de mi cesárea me paré para proceder con todo lo de mi hijo… no hay palabras para describir lo que uno siente. Nada me van a regresar los días perdidos con mi hijo, ni con mi esposo, los tres felices y descansando… justicia para mí es que paguen las consecuencias de la planta de luz, la cirugía sin luz, la cortada de oreja… que paguen”, lamentó la joven madre.
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aosr/rmlgv