JOJUTLA, Mor.- El terremoto del 19 de septiembre arrebató a Aleida Romero Sánchez a su bebé de 26 meses y a su madre de 62 años y desde entonces convive con la soledad, materiales de construcción y un programa de terapias para encarar la realidad.
Pero Aleida no quiere que llegue el aniversario del sismo. No quiere recordar la muerte de su hija Amor y su madre Consuelo Sánchez, fallecidas al desplomarse la casa de dos pisos que estaba sobre la calle 18 de Marzo, en la colonia Emiliano Zapata, la zona cero de Jojutla.
“No sé si he llevado su muerte bien o mal, pero no puedo admitir la realidad de no verlas. No se fueron de vacaciones, me digo, esta es tu nueva vida y no quiero aceptarla”, afirma la mujer mientras se seca las lágrimas.
FOTO: cortesía Jessenia Daniel
Aquel 19 de septiembre, la abuela cuidaba de su nieta, como era la rutina, y Aleida salió a trabajar. Con el sismo Consuelo y la menor murieron entre los escombros de su vivienda. En Jojutla se registraron 27 muertes a causa del sismo de 7.2 grados y se contabilizaron más de 300 casas colapsadas.
Días después, la mujer inició los trámites para reconstruir su casa y entonces supo que el predio que ocupó estaba cimentada sobre antiguos campos de cultivo de arroz, por lo que era un suelo fangoso y un estudio que mandó a hacer por su cuenta indicó que en caso de construir debe hacer con cimientos de metro y medio de profundidad.
Aleida recuerda que el papeleo de los funerales “fue un infierno”, así como para obtener las actas de defunción. Luego, los rosarios, pues proviene de familia arraigada en el catolicismo y después asomó la realidad y la incertidumbre sobre el sitio para vivir.
Su historia llegó hasta la organización "Operación Bendición México" y obtuvo una casa en donación la cual llenó con muebles que recuperó de su casa y otros obsequiados. Pero la casa de bloques y el piso de barro se cuarteó por lo que tras una revisión tuvo que ser derrumbada.
FOTO: Tony Rivera. EL UNIVERSAL
Sin embargo, el ayuntamiento de Jojutla determinó que en este lugar el piso era seguro para edificar y Aleida mandó hacer un estudio de mecánica de suelos y un proyecto estructural con el dinero que le dio el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) e inició con la construcción de su casa proyectada de una planta, que tendrá dos recámaras, sala, comedor, cocina, estancia y un baño con un pequeño patio. Con el resto de su apoyo compró dos toneladas de varilla y ahí se acabaron los 150 mil pesos de la ayuda federal.
La casa de Aleida lleva un 30% de avance y de su bolsa ha gastado unos 150 mil pesos que obtuvo mediante préstamos en cajas de ahorro, en su trabajo, con una financiera y con el empeño de su automóvil, pues debe conseguir seis mil pesos semanales para el pago de la mano de obra.
En febrero pasado, la damnificada solicitó ayuda a los senadores y diputadas locales electos, pero ninguno respondió. Acudió entonces a los alcaldes de Jojutla, Alfonso de Jesús Sotelo; de Zacatepec, Francisco Salinas y de Tlaquiltenango, Enrique Alonso. Sólo el último la ayudó con recursos. También el ex diputado local y alcalde electo de Jojutla, Juan Ángel Flores, contribuyó a la causa y le dio 75 varillas.
Una congregación cristiana les regaló a varios damnificados 10 bultos de cemento, pero a Aleida se los robaron de la casa de lona que tenía; también se llevaron la herramienta de los albañiles, así como la herrería que había rescatado de su casa anterior para reusarla.
Aleida relató que envió un escrito al gobernador Graco Ramírez en el que explicó su caso, la remitió con el organismo descentralizado "Unidos por Morelos", pero por haber sido beneficiada por el Fonden le dijeron que no podría recibir más ayuda porque es una regla “irrevocable”.
La "Fundación Esperanza" tomó su caso, le dio un poco de material, hizo el proyecto, pero ella compró el 90% del tabique y cubrió el 100% de la mano de obra.
FOTO: Tony Rivera. EL UNIVERSAL
Mientras termina su casa, al menos un cuarto y un baño, Aleida vive en casa de unos “tíos”, viejos amigos de su madre con quienes les une un compadrazgo.
A pesar de que la familia la acogió de buena gana en su casa, ella busca su propio espacio aunque admite que no está preparada para vivir sola.
“No quiero que llegue el día 19, ya es un año de estar sola, un año de evadirme. Dios me da fuerza para estar aquí. Hace un par de meses me pegó la realidad. Vivía las fiestas patronales con mi niña y con mi mamá. Soy de una familia muy católica y quiero hacerle su novenario, pero la cruz no se puede quedar sola, no hay quien se quede a cuidar la cruz, no quiero solo una misa”, expresó.
“Toqué puertas sin éxito. Pedí préstamos para no mendigar ayuda y después de un año ni siquiera me han respondido y me di cuenta que nadie vendrá a ayudarme. Las autoridades nos dejaron solos desde el principio”, lamenta entre llantos.