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Oaxaca
Desde que El Chuy decidió cambiar los vasos de unicel para servir sus esquites, las ventas han mejorado, aunque le ocupa más tiempo. Desde las seis de la mañana se tiene que levantar para preparar las hojas de maíz que utiliza para servir el alimento. Aun así se siente satisfecho.
La conciencia ecológica aún no permea en los comercios formales e informales. En el Zócalo, la Alameda de León y otras plazas de la ciudad de Oaxaca, decenas de puestos de venta de esquites, elotes, papas y otros alimentos callejeros siguen utilizando el plástico y el unicel, a pesar de las prohibiciones legales.
En el Zócalo, además de El Chuy, sólo un comerciante de papas y dos vendedores de elotes han incorporado recipientes de papel, “son un poco más caros, pero coadyuvan a frenar la contaminación”, dice.
Como parte de la legislación, las autoridades municipales cuentan con un plazo máximo de seis meses para adoptar la medida e incorporarla a sus reglamentos, mismos que deberán incluir sanciones para aquellos que hagan caso omiso. Entre los plazos se contempla un año para acabar con las reservas de productos de plástico y unicel en bodegas.
Antes, en septiembre de 2018, en el ayuntamiento de Oaxaca de Juárez avaló su propia modificación legal. Ésta prohíbe el uso de plástico y unicel en comercios dedicados a la venta de alimentos y bebidas. No obstante, hasta hoy, en el primer cuadro de la ciudad, son escasos los comerciantes que han acatado la disposición.
En los puestos callejeros, el primero en hacerlo fue Jesús Alvarado Carrera El Chuy, un vendedor de elotes y esquites oriundo de Huautla de Jiménez, que sirve el alimento en hojas de totomoxle. En su lugar de origen, relata, desde hace décadas, el uso de las bolsas de plástico es sólo para emergencias, en su lugar, los comerciantes mazatecos emplean hojas de aguacate y de totomoxle para envolver los productos en el mercado huautleco.
“Empecé en mayo del año pasado. Incluso antes de que el municipio prohibiera el uso del unicel... lo hice motivado por tanta información que circula acerca de la contaminación al planeta: a los mares, a los animales marinos y a los ecosistemas”, dice.
Desde entonces, El Chuy, como lo conocen sus clientes, incorporó las hojas de totomoxle a sus esquites, mismos que adereza con salsas tradicionales de cacahuate y chapulines. La iniciativa del vendedor ha sido bien aceptada entre los compradores. Cada hoja equivalente a un vaso, cuesta 20 pesos.
Más trabajo. El Chuy, quien es vendedor de esquites desde hace 15 años, incorporó estas novedades a sus carritos, los cuales estaciona uno enfrente de la Catedral metropolitana de la capital oaxaqueña y otro en inmediaciones del templo Sangre de Cristo, en los que además ha incorporado sabores como esquites con camarón y con tuétano, que vende los fines de semana.
Desde que comenzó a usar las hojas de totomoxle, para Jesús Alvarado el trabajo es mayor, porque tiene que levantarse desde las seis de la mañana para cortar, limpiar y acomodar las hojas de totomoxle, ya que en cada porción de esquites usa cuatro. “La gente asegura que sabe mejor que con el unicel. Es algo muy limpio y suelta un sabor muy dulce”, asegura.
Hasta el momento, relata, desde que se aprobó la medida municipal para prohibir el unicel y el plástico en la venta de alimentos, no se ha realizado ninguna inspección por parte del municipio para aplicar las sanciones.
Para el vendedor, los clientes aumentaron desde que se dio a conocer su nueva forma de servir los esquites. La gente lo identifica con facilidad y a través de su página en Facebook El Chuy, elotes y esquites, recibe pedidos e intercambia ideas y consejos para cuidar el medio ambiente.
“Cuando terminamos nuestro día de venta, recorremos el Zócalo y la Alameda de León para levantar las hojas de totomoxle... hay que formar conciencia en nosotros mismos, el caldito del esquite puede esperar, pero el planeta ya no”, finaliza.