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La batalla electoral por la gubernatura de Puebla, que se realizará el próximo 2 de junio, tendrá lugar en un terreno político revuelto, en el que el partido que tenía la hegemonía se desmorona y los otros contendientes se encuentran enfrascados en batallas internas; una pelea que contará con un árbitro nacional.

El vacío que generó la muerte de la gobernadora Marta Erika Alonso Hidalgo y su esposo, el senador y exgobernador Rafael Moreno Valle, el pasado 24 de diciembre en un accidente de helicóptero, no es menor. Ambos eran los líderes del poderoso grupo político del “morenovallismo”.

Hasta ahora, el ambiente preelectoral está dominado por al menos ocho aspirantes a la gubernatura. Cuatro por Morena, dos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y dos más del Partido Acción Nacional (PAN).

“En términos sociales, creo que ha habido una polarización [política] que impactará en la elección”, alerta la investigadora de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Claudia Ramón Pérez.

La polarización electoral —insistió—, sumada a la inseguridad que se registra en algunos municipios, son factores que podrían impactar en el ánimo ciudadano para elegir gobernador, y muy probablemente las tendencias electorales se modificarán.

“Las siguientes semanas serán relevantes por los indicadores donde Puebla perdió posicionamiento en el caso de la inseguridad, que no sólo afecta a la sociedad, sino a las empresas e inversiones”, dijo.

En las elecciones estatales del pasado 1 de julio la coalición Puebla al Frente —encabezada por el PAN y acompañada por el PRD, Movimiento Ciudadano y los partidos locales Compromiso por Puebla y Pacto Social de Integración— logró un millón 152 mil 125 votos, lo que representó 38.05% de la votación total registrada en el estado.

En la segunda posición se ubicó el abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PT-PES), Miguel Barbosa, con un millón 27 mil 333 sufragios, lo que representó 33.93% de la votación total. La diferencia entre el primero y segundo lugar fue de 4.12%.

Sin embargo, las probabilidades de que el PAN mantenga la gubernatura se perfilan prácticamente nulas.

Un encuesta publicada por EL UNIVERSAL el pasado 6 de febrero ubicaba a Morena con 44% de la intención de voto, seguido muy lejos por el PAN, con 14.5%; el PRI, con 8.4%; PRD, 2.9%; PT, 2.2%; Nueva Alianza, 2.1%, y PVEM, con apenas 1.8%.

Un PAN debilitado. El PAN de Puebla encara este proceso electoral extraordinario en una condición muy adversa tras la muerte de sus líderes, quienes eran el partido mismo, como demuestra el desmoronamiento que vive la agrupación política. La fractura creció en las últimas semanas, al grado de que personajes ligados al grupo político de Moreno Valle han renunciado a su militancia o se ausentan de la vida política.

La primera baja fue el ex diputado federal del PAN, Eukid Castañón Herrera, brazo derecho del ex mandatario. Decidió alejarse de la política al considerar que Puebla perdió liderazgo. El segundo morenovallista en caer fue Marcelo García Almaguer, quien se convirtió en diputado independiente tras renunciar a su militancia del PAN y ser destituido como coordinador de la bancada en el Congreso del Estado.

Los mismos pasos siguió María del Carmen Saavedra, quien renunció a la bancada de Acción Nacional para proclamarse diputada independiente, bajo el argumento de que no hay liderazgo político del panismo en Puebla. El desmantelamiento del morenovallismo lo han aprovechado los “panistas de cepa” para su regreso a la escena política.

“Hemos visto un partido debilitado, pero puede haber una oportunidad en la medida que puedan reagruparse ahora que se habla de algunos de los personajes históricos”, afirma la investigadora Ramón Pérez.

En este contexto, Ana Teresa Aranda, ex directora del DIF Nacional durante el gobierno de Vicente Fox y quien se había alejado de la escena política por sus diferencias con Moreno Valle, ayer se puso “a las órdenes del PAN hacia la selección de candidatos.

Otro nombre que se menciona insistentemente en la entidad es el de Eduardo Rivera, exalcalde de Puebla y a quien se identifica como parte del grupo de ultraderecha El Yunque, y a la exdirectora del DIF nacional, Ana Teresa Aranda, quienes no se han pronunciado abiertamente si buscarán ser los abanderados.

Un PRI desfondado. Por el lado del Partido Revolucionario Institucional (PRI), dos aspirantes han manifestado abiertamente su interés por buscar la candidatura, en medio de una caída en las preferencias electorales de ese partido, según las últimas encuestas.

Se trata del exrector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), exdiputado local, exalcalde de la capital y excandidato a la gubernatura en la anterior campaña, Enrique Doger Guerrero; y el exdiputado y exfuncionario estatal y federal Alberto Jiménez.

“Es un partido que en estos momentos se ve desfondado, más cercano a Morena e incluso en el tema de la gubernatura interina”, destacó la especialista.

Al PRI, afirma, simplemente no le ve futuro político, pues las encuestas publicadas durante las últimas semanas develan que no tiene posicionamiento electoral para recuperar el gobierno que perdió en 2010.

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