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estados@eluniversal.com.mx
Tijuana.— Un total de 17 haitianos podrán estudiar en la Universidad Autónoma de Baja California, luego de haber cursado un taller de inducción y español con ayuda de una organización civil, así como realizar el examen de ingreso a la institución; sin embargo, los jóvenes han recibido tanto el rechazo de la gente como el apoyo de quienes serán sus nuevos compañeros.
“Esos espacios deberían ser para jóvenes mexicanos, hay quienes se quedan sin estudiar y a ellos tan fácil los dejaron”, dice uno de las decenas de mensajes que internautas escribieron en las redes sociales para externar su descontento por el ingreso de los nuevos alumnos de la máxima casa de estudios en el estado.
Por ejemplo, este año 32 mil 800 personas realizaron el examen de admisión a la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), aunque el espacio que tiene el plantel alcanza para 22 mil 500 nuevos alumnos.
En respuesta a las críticas y el rechazo de algunos, fueron los mismos jóvenes de la Sociedad de Alumnos de Escuela de Ciencias de la Ingeniería y Tecnología (ECITEC), quienes lanzaron un mensaje de solidaridad para darles la bienvenida.
Entre los jóvenes que recibieron esa bienvenida está Sherline. Ella es una de las chicas haitianas que tendrá un lugar en la Facultad de Ingeniería.
Con apenas 24 años y seis meses en Tijuana, decidió que si quiere una visa, mejor debe estudiar, allá, en su país —Haití— estudiaba Derecho, sin embargo, la falta de dinero y un desastre natural le impidieron continuar y la forzaron junto a su esposo a desplazarse a más de 300 kilómetros de distancia, hasta llegar a la frontera norte de México.
La intención de ambos era cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos y pedir refugio, pero con la llegada del presidente estadounidense Donald Trump, vieron como sus deseos se esfumaron a pesar de estar tan cerca; su opción, aclaró la joven, no es regresar sino rehacer su vida aquí, en esta ciudad fronteriza.
“Trabajo y también estudio el idioma de aquí”, indicó Sherline en un español no tan fluido, “lo hago porque quiero una vida mejor y si ya estoy aquí es lo mínimo que puedo hacer”, dice la joven que además es maestra de danza haitiana.
“Ellos, los chicos haitianos, son los que pidieron estudiar y les nació aprender el idioma porque querían ayuda para entrar a la universidad, no sólo es lo que saben sino que puedan comunicarlo, pero si tienen el interés y podemos hacerlo, como íbamos a decirles que no”, señaló la activista.
El Pastor de la Iglesia Embajadores de Jesús, Gustavo Banda, es también el responsable del proyecto Little Haití, un espacio improvisado con pequeñas casas construidas por él mismo y de migrantes haitianos, indicó que muchos de esos jóvenes llegaron a su parroquia como refugiados, ahí durmieron durante meses y ahora, a casi dos años desde que empezaron a llegar los primeros migrantes de ese país, poco a poco se adaptan a Tijuana.