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Hermosillo.— En el desierto de Sonora los ataques con drones son la nueva modalidad en la guerra entre grupos criminales.
Los ciudadanos de esa zona, donde se ubican los municipios de Santa Ana, Tubutama, Trincheras, Pitiquito, Oquitoa, Altar, Caborca, Sonoyta y Sáric, viven con temor, no saben qué es lo que va a pasar debido a que aumentan las hostilidades entre los cárteles.
Residentes, turistas, trabajadores y jornaleros agrícolas se han visto afectados por los constantes enfrentamientos que han dejado una estela de víctimas colaterales.
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En los últimos días, Caborca se ha convertido en el epicentro de la violencia; en diversos lugares públicos se han registrado ataques armados.
El hecho más reciente ocurrió la noche del pasado 7 de julio a las 23:10 horas, en un domicilio ubicado en las calles Esquer entre el Panteón y Carretera a las Cocheras, en la zona denominada Pueblo Viejo, donde se desarrollaba un festejo.
El ataque dejó lesionadas a tres mujeres, Fátima “N”, Evelyn “N” y Liliana Sugey “N” de 37, 45 y 43 años.
Al respecto, la Fiscalía General del Estado señaló que “se tiene conocimiento de que el domicilio donde fue la agresión es propiedad de un integrante de la delincuencia organizada de la región, sujeto que es hermano de una de las lesionadas”.
Otro ataque similar ocurrió el pasado martes 25 de junio, cuando impactos de granadas lanzadas con drones interrumpieron la paz en El Claro, primer ejido que se fundó en todo México.
Este pueblo pertenece a Santa Ana, Sonora, y es otro de los municipios que desde finales de 2023 ha sido víctima de fuego cruzado entre grupos delictivos.
Además, un reporte de la Guardia Nacional (GN) sobre el aseguramiento de bombas hechizas confirma esta modalidad de los ataques de grupos criminales.
Los artefactos explosivos se han asegurado durante patrullajes de personal del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional.
En los últimos días, en el poblado de Adolfo Orive de Alba, elementos de estas dependencias observaron a distancia una camioneta cuyos tripulantes huyeron al notar la presencia de las unidades oficiales.
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Al no lograr alcanzarlos, los oficiales inspeccionaron la zona y ubicaron una reja de plástico con cobijas que ocultaban 12 artefactos explosivos de fabricación artesanal.
De los hechos se dio aviso al agente del Ministerio Público de la Federación, que ordenó la destrucción de los explosivos.
La mayoría de los eventos violentos son desmentidos por el gobierno de Sonora a través de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE), la Mesa Estatal de Seguridad Pública o la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
Otros ataques
El pasado 18 de junio fueron acribillados los comensales del restaurante 200, ubicado entre Sonoyta y Caborca.
Dos traileros que se encontraban en el lugar fueron víctimas del ataque armado, uno de ellos falleció; un joven que iba a Puerto Peñasco al sepelio de su padre junto a sus familiares huyó despavorido hacia el monte, por lo que fue reportado como desaparecido, pero horas después fue localizado sano y salvo.
“¡Son chingaderas, la gente sin poder ir a trabajar y no hay autoridades!”, denunciaron jornaleros agrícolas el pasado 25 de junio porque fueron regresados por sicarios en la carretera que conduce a la costa de Caborca.
Están “echándose chingadazos”, comentó un trabajador del campo por la falta de seguridad que les impide llegar a sus centros de trabajo.
Otro caso con víctimas colaterales ocurrió el pasado 1 de julio, cuando una familia de turistas de Estados Unidos fue baleada y chocada en su auto cuando circulaba en el tramo carretero de Sonoyta-Caborca; una mujer fue herida de bala. Los sicarios les ordenaron detenerse y ellos aceleraron.
Apenas el pasado 6 de julio, hombres armados irrumpieron en el Hotel Jardín, ubicado sobre la calle 4 entre las Avenidas B y C, en la colonia Centro, para disparar en el interior. De manera extraoficial se mencionó que ahí un hombre fue privado de la libertad.
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