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Guadalajara, Jalisco
Ante la aparente indiferencia de la sociedad por la violencia en Jalisco —donde las cifras oficiales reconocen a 7 mil 117 desaparecidos—, algunos artistas del estado han empezado a cuestionar la falta de sensibilidad a través de sus obras y buscan concientizar al espectador.
Ya sea experimentando complejos procesos de creación o denunciando una situación en su obra, artistas intentan sacudir conciencias por medio de sus piezas de danza o sus esculturas.
La intención, coinciden, es que a través del arte, el espectador reflexione en que la violencia existe, está presente día a día, pero también cómo puede protegerse y buscar que esta historia de inseguridad no se repita.
De acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), los homicidios dolosos en el primer cuatrimestre fueron en aumento desde 2016, cuando se registraron 329 casos, en 2017 fueron 397, para 2018 la cifra se disparó hasta 570 crímenes y en 2019, hasta el mes de abril sumaron 749 homicidios dolosos.
La denuncia del cuerpo
“¿Cómo poner el cuerpo en el contexto de la violencia que se vive en México?”, la pregunta es de Olga Gutiérrez, bailarina tapatía y realizadora de performance, quien trabaja en una trilogía escénica (Fantasma, Monumento y Nación) con la que busca que cada presentación sea un acto político, un espacio donde el cuerpo y el movimiento sean para imaginar cómo acompañarnos en un país tan inseguro.
La coreógrafa está acompañada de cuatro personas (Kenji Kishi, Selene González, Carla Sosa y Adrián Nuche) en este proceso creativo en el Estudio Teorema, un bodegón en la colonia del Fresno de la capital tapatía.
Hace tiempo, algo le molestaba a Olga y el recuerdo del fraude en la elección presidencial de 2006 le ayudó a clarificarlo. Salir del país y mirarlo a la distancia le mostró otra parte; su experiencia con la danza terminó por darle forma de pregunta a ese malestar y transformarlo en expresión artística.
“Hacia 2010 quería responderme la pregunta sobre la potencia política de un cuerpo en el marco de la representación, pero era una pregunta bastante compleja y me propuse hacer una tetralogía (Nosotros estamos aquí) para presentar una obra cada dos años y hacer una imagen de cada año; ahí le entré al tema de arte y política. Creo que la danza contemporánea abandona la relación del cuerpo y su contexto: ¿para qué bailamos?, ¿para quiénes bailamos?”, reflexiona.
“Eso, más el grave problema de las constantes violaciones a derechos humanos, la violencia del narco y terminar la tetralogía me hicieron plantearme la pregunta de cómo meter el cuerpo en todo eso”, asegura.
Hay una anécdota que explica mejor lo que sucedió con Olga, según comenta: en 2015, en Bogotá, mientras presenciaba la obra Persistir, de la coreógrafa colombina Zoitza Noriega, algo la golpeó: “El artista sonoro hacía la pieza a partir del sonido que hacían los cuerpos en el piso de madera, hubo un momento en que cerré los ojos y me cayó la imagen de los 43 desaparecidos; me cayó en el cuerpo como un costal y empecé a llorar, me sentí avergonzada de ser una mexicana adulta que vive en un país donde desaparecen a un salón entero; fue una cosa física, no mental”, explica.
Así, en 2017 comenzó el proyecto de esta trilogía cuya primera obra, Fantasma (que se presentará el próximo 19 de septiembre) aborda el tema de la desaparición forzada, por lo que Olga se ha acercado a un proceso de producción particular.
La escultura como denuncia
Mientras Olga y su equipo trabajan en el Estudio Teorema, otro artista ha encontrado la forma de dejar en el corazón de la ciudad una denuncia permanente sobre los niveles de violencia; se trata del escultor Alfredo López Casanova.
El pasado 19 de marzo era un día especial, López Casanova, acompañado de Sofía Ávalos y Victoria García se plantó en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres frente a la escultura de Fray Antonio Alcalde, el gran benefactor de la ciudad, la cual fue develada en diciembre de 2018 por el exgobernador Aristóteles Sandoval en uno de sus últimos actos oficiales, un día antes de dejar el cargo.
El autor de la estatua y las dos mujeres descubrieron cuatro mensajes que permanecían ocultos en la estructura: “No son 3, somos todos”, “Jalisco, 6,503 desaparecidxs”, “Vivos se los llevaron, vivos los queremos” y “Memoria, verdad y justicia”.
Sofía y Victoria son madres de Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García, dos de los tres estudiantes de cine de la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV) que desaparecieron en Tonalá el 19 de marzo de 2018; ellas están seguras de que encontrarán a sus hijos, al igual que ocurrió con estos mensajes; mantienen la esperanza viva.
Así que grabar mensajes con contenido político no es algo nuevo para el escultor, y en esta ocasión la indignación por la forma en que actuaron las autoridades en el caso de los tres estudiantes del CAAV fue el detonante que lo indignó.
“El informe del gobierno, queriendo dar carpetazo de forma similar al caso de los 43 con una verdad histórica, que es una mentira histórica, me da mucha rabia. En ese justo momento estaba terminando el modelado de la escultura y creo que como creadores tenemos que jugar un papel en este momento y en este contexto de un país que se cae a pedazos”, opina el escultor.
Pero los mensajes que aparecieron develados en la escultura de Fray Antonio Alcalde no sólo hacen referencia a la desaparición de los tres estudiantes en Tonalá (“No son tres, somos todos”), sino que retoman las luchas de otro tiempo y otras latitudes, como la del Comité Eureka (“Vivos se los llevaron, vivos los queremos”) que en los años 70 buscaba a los desaparecidos por el Estado mexicano, o las de los colectivos de Argentina que exigían “Memoria, verdad y justicia” para los desaparecidos de la dictadura.
Ante las críticas de quienes se indignaron porque estas consignas fueron colocadas en la escultura, López Casanova recuerda el trabajo que hizo el fray de la Orden de Predicadores.
“El papel de Alcalde en su época fue muy importante y no dejó de lado a los pobres; creó el Hospital Civil, dio casa a muchas familias, fundó la Universidad de Guadalajara. Creo que esa frase de él que está en el Hospital Civil lo engloba todo: “A la humanidad doliente”; es un personaje que no fue ajeno a su época y estoy convencido de que hoy estaría jugando un papel con las familias. Me lo imagino como a Raúl Vera en Coahuila con Fundec, además ambos son de la misma orden religiosa”, refirió López Casanova.
En opinión del escultor, el artista tiene que reflejar el tiempo que está viviendo y los mensajes en la escultura de Fray Antonio Alcalde la dotan de información de lo que está ocurriendo, “es una especie de cápsula de tiempo y con la aspiración de que todo esto no vuelva a suceder”.