Más Información
Hallazgo de fosas clandestinas en Edomex derivaron en el “Operativo Enjambre”; víctimas tenían huellas de tortura
Reportan que Trudeau llega a Florida para reunirse con Donald Trump; visita se da tras amenaza arancelaria
Jenaro Villamil, encargado de despacho del Sistema Público de Radiodifusión, hace chiste sobre la muerte de Silvia Pinal
Claudia Sheinbaum presenta declaración patrimonial; reporta un departamento de 2.7 millones de pesos y un Aveo 2013
estados@eluniversal.com.mx
Cuernavaca.— Su primer dibujo en la secundaria lo convenció de aprender nuevos trazos, figuras y uso de los pinceles. Era un auto clásico que llenó de colores vivos, fuertes. También en la escuela aprendió a construir figuras con cartón y al paso del tiempo combinó las habilidades y decidió elaborar piñatas de forma tridimensional con colores vivos y, sobre todo, con figuras nacionales.
Así construyó un calendario azteca, cabezas de Quetzalcóatl y pirámides, y ahora está terminando un mapa de la República Mexicana que ilustra con imágenes que identifican las raíces de nuestro país.
Su taller lo representa el patio de su casa, su caballete es el cordón de un cable y la paleta consiste en una vasija de plástico con los frascos de pintura acrílica. En ese recipiente también tiene pinceles planos y redondos cuyas puntas limpia con un pedazo de trapo blanco. El espacio le permite acomodar su banco de plástico y comenzar a iluminar una calavera que dibujó y colocó en el sur del mapa.
Miguel dedica hasta 15 días para elaborar una piñata de 1.20 metros de largo por 90 centímetros de alto, y cuando termina llegan sus clientes para negociar el precio. Estas artesanías las exhiben en negocios. Un restaurante de Cuernavaca pagó 5 mil pesos por una, pero él evita valuar sus piezas. Son piñatas para ver, no para golpear y destruir, señala.
La inversión es de unos mil pesos, entre papel china y crepé, cartón y otros materiales, pero lo que vende es su sentido artístico.
Miguel Ángel es comerciante, tiene una tienda de abarrotes, pero sus tiempos libres los ocupa en elaborar piñatas. Nunca estudió dibujo profesional ni pintura, sólo deja volar su imaginación y construye figuras.
“Estudié la prepa, pero nunca me enfoqué a la pintura, todo siempre fue trabajo de mi casa. Teníamos una farmacia y ese fue mi empleo, pero nunca me fui de lleno a la artesanía de las piñatas”, dice.
El joven padre de familia vive en uno de los barrios de mayor incidencia delictiva en Xochitepec.
En ese lugar los habitantes guardan en su memoria un fin de semana de 2015, cuando las familias estaban sentadas afuera de sus casas para atrapar el fresco de la tarde-noche y de pronto un grupo de hombres armados disparó contra los vecinos. El saldo fue de dos menores heridos; la madre de uno de los niños murió en el lugar. Entre esas calles se encuentra el “taller” de Miguel.
Pide apoyo. Cada una de estas piñatas son elaboradas con cartón y hojas de papel, por dentro se hace un esqueleto de cartón para que la pieza se conserve firme. Son verdaderas piezas de arte.
A decir de Miguel, lamenta mucho no haber estudiado pintura por la falta de dinero; sin embargo, eso no lo ha detenido, de manera casi natural y autodidacta se convirtió en un artesano. Simplemente, dice, ve la forma y de ahí se imagina los colores que pueden reforzar su trabajo.
“En un futuro quisiera dedicarme de lleno a esto que me apasiona, pero el tiempo y mi trabajo no me permite. Quisiera llevarlas a otro lado para que se conozcan”, dice Miguel, quien pide apoyo de la autoridades para competir por una beca que le permita especializarse y estudiar pintura.
“Me encantaría seguir estudiando para aprender cosas nuevas en la pintura y escultura, porque lo que sé lo aprendí solo”, reitera.