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Tijuana.— De los más de 6 mil 200 migrantes centroamericanos que llegaron en caravana a esta ciudad desde noviembre, menos de la mitad fue trasladado al nuevo albergue El Barretal, habilitado a las orillas de Tijuana.
Mientras que del resto no hay certeza de dónde se encuentran y sólo 400 permanecen en las inmediaciones del antiguo albergue de la Unidad Deportiva Benito Juárez, puesto que se niegan a retirarse.
Desde el jueves pasado, autoridades locales, con apoyo del personal del Instituto Nacional de Migración (INM), comenzaron con el operativo para llevar a los cientos de migrantes desde la zona norte del municipio hasta el lado este.
David Alejandro, un joven hondureño de 23 años, únicamente recuerda de su último día en el albergue Benito Juárez que un aguacero cayó sobre él y miles más que intentaban refugiarse sin éxito dentro de un pedazo de tela, en una pequeña casa de campaña para cuatro personas, pero en donde había hasta ocho.
“No’mbre, acá estamos mejor, me quedé sin nada, pero pues ya aquí hay suelo porque allá era tierra y se hizo puro lodo.
“Dicen que va a volver a llover y aquí tampoco tenemos techo, pero por lo menos no hay lodo”, declara el joven.
De acuerdo con cálculos de la dirección de Protección Civil de Tijuana, en este nuevo albergue caben 2 mil 500 personas bajo techo y otras 3 mil 500 en la explanada, en la que hay planes de colocar una lona que sirva de techo para cubrir a los migrantes del agua.
El ex regidor indicó: “Le estamos pidiendo a los demás refugios que nos apoyen con un listado para saber cuántos de ellos están en esos lugares, otros más cruzaron el muro y se pasaron a Estados Unidos, más o menos. Ahí va el conteo, pero estamos tratando de hacer el censo.
Alicia recuerda que una cuantas horas antes de ser trasladada a El Barretal, lloraba desconsoladamente. Con uno de sus brazos cargaba a su hijo, con el otro llevaba de la mano al más grande y otro más le seguía los pasos. Los cuatro durmieron bañados bajo la lluvia, sobre una cobija empapada, con sus cosas destruidas por el agua, que no les perdonó la gravedad ni la necesidad.
Durmieron hacinados junto con otros 6 mil 200 migrantes centroamericanos y si antes de la lluvia era difícil cohabitar en un espacio sin privacidad y con pocas condiciones de higiene, con la lluvia fue imposible, dice Alicia. Para quienes como ella dormían en una casa de campaña sobre un campo de futbol, que terminó por convertirse en una trampa de fango, era díficil convivir.
“Yo ahorita espero que alguien nos ayude, aquí los niños juegan un poquito más porque no está tan sucio, nos dijeron que las mujeres y los peques vamos a dormir bajo techo, yo digo que así está bien”, comenta.
Algunos albergues como Juventud 2000 o Embajada Migrante, uno situado en la zona norte y el otro en Playas de Tijuana, y otros más como Madre Asuntta, confirmaron que han recibido a centroamericanos de la caravana; sin embargo, especificaron que no han sido más de 10 o 15 familias.