El Carmen.— Con mucho fervor religioso, la presencia de grupos de danzantes, callejoneada y procesiones de la imagen peregrina, el poblado de El Carmen, municipio de Güémez, Tamaulipas, celebró una de las tradiciones más importantes de la región citrícola, la fiesta de la Virgen del Carmen, que este año tuvo una intención especial.
Durante los días de las festividades religiosas fueron dos las principales peticiones que los habitantes de los ejidos y comunidades hicieron: “Que Dios conceda la lluvia”.
Las principales actividades tienen como sede las instalaciones de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, que se ubica en el poblado del mismo nombre, 38 kilómetros al norte de Ciudad Victoria, la capital del estado.
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Desde ese lugar, enclavado en la zona de mayor producción citrícola, Rubén González considera que “esta fiesta religiosa es de las más grandes e importantes en la región, porque se remonta al siglo pasado y por la gran cantidad de personas que acuden cada año”.
Mientras afina su guitarra, relata que la fiesta religiosa comenzó con el novenario de rosarios de aurora, que se realizaron del 7 al 15 de julio a las 6:00 horas y durante todo ese tiempo la imagen de la Virgen Peregrina recorrió todas las comunidades y ejidos que pertenecen a la parroquia.
“En todo este tiempo estuvimos yendo a los rosarios de aurora pidiendo el don de la lluvia y sobre todo la paz en toda la región; ya hubo un aguacero, pero en realidad aquí necesitamos más lluvia para los cultivos citrícolas en los cuales se utilizan canales de riego, los productores necesitan mucho que siga lloviendo”, explica González.
Al dialogar con productores de cítricos coinciden de la gran necesidad de que llueva porque las cosechas de naranja y limón comienzan a ser afectadas.
Al respecto, Herminio López Espiricueta admite que la sequía ya hace estragos: “Una gran cantidad de huertas de naranjas suministran los riegos a través de canales que surgen del cauce del río Purificación y al estar seco el río en este momento, pues las tandas de riego para los productores prácticamente desaparecieron”, comenta.
Y añade: “Afecta porque al no tener hidratación la tierra ni el árbol pues la fruta empieza a caerse, comienza una escasez de fruta; si de un naranjo se sacaban alrededor de 400 kilos, pues ahora va a sacar 100 kilos solamente”.
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La fiesta
A pesar de la adversidad, este fin de semana El Carmen vivió una fiesta como hace años no se registraba, con muchos visitantes y diferentes actividades.
La noche del 15 de julio el ruido de los tambores abre paso a la imagen peregrina para su ingreso al templo católico, con la presencia de cientos de creyentes. “Virgen del Carmen, nuestra patrona; tiene un niño en sus brazos, que nos perdona, ¡Viva María, Viva El Carmelo! ¡Viva el escapulario! Prenda del cielo”, se escucha a su paso.
Horas después se realiza una de tantas misas y al primer minuto del sábado 16, un mariachi brinda una serenata mexicana.
En el transcurso del sábado la actividad aumenta. El colorido de los grupos de danzas atraen la atención de los visitantes.
En una de sus homilías, el párroco anfitrión, Isidoro Martínez, pide, con la comunidad, por el don de la lluvia: “Que Dios, por intercesión de Santa María, nos conceda lo que necesitamos, particularmente el don de la lluvia y el don de la paz”.
Al caer la noche en El Carmen la fiesta llega a su clímax con la quema de un castillo de pólvora y luego del fervor religioso la población transforma su alegría en un baile popular en la plaza principal del pueblo.
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