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Torreón.— Primero, un silencio, miradas hacia arriba; entonces, el grito de emoción. La Luna cubrió al Sol a la hora esperada en Torreón, Coahuila: 12:17. El día quedo en oscuridad.
En el cielo, la corona solar lucía en su esplendor. En la Tierra, miles de celulares apuntaban al fenómeno astronómico que provocó la visita de miles de personas a esta ciudad, que la NASA eligió para hacer su transmisión internacional.
El Planetarium fue el observatorio principal de este fenómeno, que no ocurría en México desde 1991. Llegaron miles de personas para observar el eclipse total de Sol.
Ricardo Ramos arribó a las 6:30 de la mañana, pero en realidad lo hizo días antes desde Guadalajara, Jalisco. “Quiero fotografiar la corona y el entusiasmo es mucho”, comentó minutos antes del eclipse.
La comunidad científica estaba inquieta. Miles de personas de diversos países eligieron Torreón porque, en teoría, era el mejor lugar para ver este fenómeno. Sin embargo, el cielo nublado tenía nerviosos a todos.
A las 11:44 el Sol apareció y de inmediato hubo gritos de júbilo. La penumbra comenzaba a aparecer, se escuchaban aplausos. Pero las nubes regresaban.
A las 12:00 la penumbra era notable. Las aves comenzaron a volar hacia las copas de los árboles. “¡Viva México!”, gritaron unos colombianos. La luz se disipaba. “Ya mero se hace de noche”, dijo una señora.
Después, y casi acercándose al cenit del eclipse, las nubes se detuvieron. Y allí estaba: el eclipse en su esplendor, la Luna cubriendo al astro rey. Y entonces sí, el grito de la gente extasiada; los celulares hacia arriba, las miradas a la noche en medio del día.
Pero nunca se dimensiona cuántos son cuatro minutos hasta que presencias un eclipse. El tiempo voló. El sonido de las aves despertando, como si fueran las seis de la mañana, era el indicio de que el fenómeno astronómico, al menos la oscuridad, al menos el paso exacto de la Luna sobre el Sol, empezaba a concluir.
Experiencia única e inolvidable
“Único” e “inolvidable”, fueron los calificativos que más usó la gente.
La señora Wendy Ramírez estuvo con su hija Ana Victoria y no dudaron en calificarlo así. “Inolvidable, para que ellos lo recuerden toda su vida”, comentó la madre.
“No nos imaginábamos cómo se iba a oscurecer totalmente, la reacción de los animalitos fue impresionante”, apuntó Wendy.
Fernando Ávila, del Observatorio Astronómico del Instituto de Astronomía de la UNAM, aseguró que las expectativas se cumplieron.
“Con la totalidad del eclipse viene un cambio y ese provoca un viento en las capas altas y apostamos a que eso sucediera, y así sucedió. Justo momentos antes de la totalidad del eclipse se pudo limpiar lo suficiente”, explicó.
Refirió que había una estrella muy brillante alrededor del Sol: era Venus, y un poco más retirado se alcanzó a ver Júpiter.
Después del eclipse llegó la resaca de la adrenalina. “Pero vemos a la gente contenta y eso es importante”, comentó.
Al menos la pequeña Ana Victoria ya espera poder ver el eclipse total de Sol en México en 2052.