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Chilpancingo.— En Guerrero, ellas decidieron no trabajar, pero no se callaron: marcharon, denunciaron las violencias que sufren cada día, casos invisivilizados: el acoso de sus compañeros, de sus fuentes, la desigualdad salarial, las agresiones de policías y funcionarios, pero además, esa violencia tangible y letal: ataques a tiros y asesinatos.
Fueron las reporteras, fotógrafas, locutoras y trabajadoras de los periódicos, portales de noticias y de las estaciones de radio y televisión quienes rompieron el silencio.
Un grupo de 30 comunicadoras salió a marchar para exigir el cese de la violencia feminicida que vive el país, pero también lo hizo por ellas, para visibilizar las condiciones laborales del gremio.
Denunciaron que donde trabajan les pagan menos por ser mujeres, pese a que todos días cubren lo mismo que sus compañeros hombres; para denunciar que sus fuentes las acosan.
De este modo, con consignas y pancartas, marcharon de Ciudad Universitaria hacia la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. Al final de la protesta exigieron que sus compañeros, los dueños de los medios de comunicación y las autoridades escuchen su demanda: el fin de la violencia.
A la movilización se sumaron las madres, esposas e hijas de las desaparecidas. Un grupo de 50 mujeres marchó para exigir que regresen y justicias por las que fueron asesinadas.
Ayer en Chilpancingo se notó la ausencia de las mujeres en las calles. Muchas escuelas abrieron, pero no hubo clases porque faltaron las profesoras y alumnas; las cajas de los bancos estuvieron casi vacías, aunque también algunas mujeres no pudieron parar, porque no pueden dejar de trabajar un día, debido a que en el poco dinero que les pagan está su sustento y el de sus familias.