San Jerónimo.— En el poblado de El Llano Real, en el municipio de San Jerónimo, en la Costa Grande, pasaron ocho días sin luz, sin señal de celular y con apenas algo de alimento tras el paso del huracán John.
Desde el 25 de septiembre, los fuertes vientos dejaron sin energía eléctrica a El Llano Real, al día siguiente la laguna de Mitla se mezcló con el río de San Jeroni y comenzaron a meterse en el pueblo: inundó las casas y el principal camino lo convirtió en una alberca.
El nivel del agua, dice la comisaria María del Rosario de la Rosa Torralba, les llegó hasta el pecho en las casas y en el camino hasta la cintura. “Todo se metió el agua, todo lo dañó, muy poco pudieron rescatar, es decir, muchas familias comenzarán de nuevo, tendrán que comprar colchones nuevos, estufas, refrigeradores, camas, televisores. En resumen: todo”.
En esos ocho días, todos los habitantes estuvieron encerrados en el pueblo. Nadie pudo salir. El sábado pasado, un hombre intentó salir del poblado, tenía que ir a una farmacia para comprar insulina para su padre. Intentó cruzar las inundaciones, pero una corriente lo jaló. “Yo estaba ahí cuando quiso pasar, vi cómo lo jaló y todos comenzamos a gritar, lo bueno que los del pueblo llegaron rápido, lanzaron cuerdas y lo rescataron”, cuenta la comisaria.
Al final, otra persona con diabetes le compartió de su insulina; sin embargo, mantener ese medicamento se convirtió en otro reto.
La comisaria cuenta que la mantuvieron en las congeladoras que ocupan en sus enramadas, designaron unas que sólo las abrían para sacar el medicamento para mantener la temperatura. Después de eso nadie más intentó salir, pero se enfrentaron a otro problema: la escasez de alimentos. La comisaria recuerda que tomaron la decisión de montar un comedor comunitario, compartieron todos lo poco que tenían. “Todos comenzaron a sacar sus cosas, unos pusieron arroz, otros frijoles, verduras, pescados, nos organizamos y cocinamos para todos y entre todos; así sobrevivimos”. Sin embargo, los alimentos comenzaron a terminarse y el nivel del agua no cedía. No podían salir ni tampoco, pero aun así comenzó a llegar la ayuda. Familiares, amigos e incluso algunos políticos hicieron llegar alimentos.
La inundación más profunda son unos 500 metros ubicados a unos 2 kilómetros antes de llegar a la comunidad. Esos 500 metros eran los que los mantenían incomunicados, quienes iban con ayuda hasta ahí podían llegar, los pobladores la pasaban en lanchitas. Así sobrevivieron.
La energía eléctrica llegó este jueves, el nivel del agua está bajando, pero las lluvias no paran. Este viernes llegó también la ayuda alimenticia. Los pobladores de El Llano Real tuvieron un respiro, pero esto apenas comienza.
En El Llano Real todos se dedican a dos cosas: o son pescadores o trabajan en las enramadas, pero por ahora ninguna de las dos cosas pueden hacer. Muchos perdieron sus utensilios para la pesca y sus lanchas se dañaron y las 15 enramadas todas tienen daño. La comisaria dice que aún no han cuantificado porque los daños son diversos: a algunas se los voló el techo, a otras la arena atiborró sus cocinas, otras las inundó. Y lo peor: por ahora nadie los visitará para consumirles.
“Nos preocupa mucho el asunto del trabajo, por ahora nadie está trabajando y acá la mayoría dependen de las enramadas, sin hay servicio, hay trabajo”, explica la comisaria.
Pese a todo la comisaria tiene la esperanza de que en este puente de Día de Muertos y en las vacaciones de diciembre los visitantes lleguen, consuman y los ayuden a recuperarse aunque sea un poco.