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Cuatro piezas de pescado capeado, salsa y lechuga amarga es el platillo que la familia Luis Castillo disfrutó en la tarde del 24 de diciembre dentro de su nueva casa, de madera y lona; no hubo postre ni refresco, pero cumplieron con el tradicional platillo navideño, lo mismo que todo el pueblo de Juchitán tuvo por tradición.

Vicente Luis Ruiz es un albañil de 35 años, quien perdió su casa de teja durante el sismo del pasado  7 de septiembre; no recibió ni un tipo de apoyo debido a que su casa no fue foliada, así que ni Empleo Temporal ni tarjetas Bansefi le dieron ayuda. Con sus propios recursos levantó con 5 mil pesos su casita de madera.

Esa fecha del temblor su esposa Eugenia Castillo y su hijo Josué, de siete años, quedaron sepultados debajo de todo los escombros en medio de la casa tradicional; por un milagro salieron prácticamente ilesos.

Vicente  logró sacar a tiempo de la vivienda a su hijo Abisadai, de nueve años, lanzándolo al patio mientras sobre él cayeron las tejas.

Estar vivos este día es lo más importante para  esta familia zapoteca, así que los aprietos económicos no importan tanto; siguen resistiendo las más de 10 mil replicas del temblor y están seguros en la casa hecha con tarimas de madera y cubierta de lonas que le fueron donados.

La casa de esta  familia juchiteca es una de las más de 500 viviendas que fueron demolidas por estar colapsadas en el barrio de Cheguigo, una de las zonas más afectadas por los sismos de septiembre.  Aquí, en la Octava Sección,  la reconstrucción sigue lenta por la falta de materiales, materia prima y albañiles.

Vicente no ve cercano el día de volver a levantar su casa, el sueldo de 370 pesos al día como albañil no es suficiente para alimentar a sus hijos y construir.

“¿Cómo voy a construir una casita de block de un cuarto? No se puede con mi sueldo; o comemos o construimos. No tengo el apoyo del gobierno, no recibí una tarjeta del Fonden. Es un fin de año un poco triste porque perdimos todo, aunque estamos agradecidos con Dios que nos salvamos esa noche.”, comenta, mientras muestra su casa resistente a los vientos que soplan en la zona.

Este 24 de diciembre, los zapotecas del Istmo de Tehuantepec no celebraron la cena de Nochebuena o Navidad. Lo tradicional es la comida familiar en la que se sirve pescado capeado, acompañado de lechuga amarga y todo tipo de dulces típicos, como estorrejas, mazanitas, dulces de coco, entre otros. No hay cena navideña, pero sí las acostadas del Niño Dios y las posadas.

La pasada Navidad, más de 14 mil familias, según el censo del gobierno federal, pasaron en Juchitán  una Navidad austera, algunos en casas de campañas, de  lonas y otros dentro de sus viviendas cuarteadas temerosas de más réplicas.

En la capital, entre jardineras. Similar forma pasaron la cena navideña al menos 80 familias que pernoctan en el Zócalo de la capital.

“Lo vamos pasamos muy triste porque no tenemos dinero para Navidad, tuvimos un problema muy grave y nos quedamos sin nada, y por eso estamos aquí sufriendo”, dice Macrina Pérez, de 44 años, madre soltera de cuatro hijos y quien pese a sus esfuerzos, no logra contener las lágrimas que se deslizan abultadas y lentamente sobre su rostro.

Como ella, las familias desplazadas soportaron una vez más el frío navideño, mientras en los alrededores, el jolgorio inundaba plazas públicas, restaurantes y cafés.

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