Las apuestas de los partidos políticos para las elecciones del 6 de junio de este año, que se señalan como las más grandes e importantes de la historia moderna, están en la farándula.
Las y los famosos —artistas, cantantes, modelos, deportistas— se llevan las candidaturas a gobernadores, presidentes municipales y legisladores en diversos institutos, quienes los presentan como la opción ciudadana ante “los partidos del pasado”.
“El casting”
En Querétaro, Carlos Villagrán, Kiko, es precandidato independiente por la gubernatura, y el exfutbolista Adolfo Ríos, tiene el registro por el Partido Verde (PVEM) y MC para buscar la presidencia municipal capitalina.
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En Nuevo León, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tiene como precandidatos a diputados federales al actor de telenovelas Arturo Carmona y al ciclista Raúl Alcalá.
Patricio, El Pato, Zambrano, famoso por participar en un reality show hace 19 años, buscará en esta ocasión una diputación local.
Oportunismo político
En opinión del analista político y académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Jorge Rocha, esta es una estrategia que los partidos tradicionales han seguido para tratar de sortear la crisis de credibilidad que arrastran, tratando de afianzarse en la fama pública de ciertos personajes.
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“Resulta muy obvio que en vez de estar buscando los mejores perfiles, lo que se pretende es utilizar de forma electoral una fama pública que se ha construido en otro tipo de ámbitos y que, después cuando pasan estas cosas, los resultados en términos de gestión gubernamental no han sido los mejores; el caso que todos podemos recordar es el de Cuauhtémoc Blanco, gobernador de Morelos, que en todas las mediciones de aprobación de gobernadores siempre está en los últimos sitios”, señaló.
Indicó que el tener una carrera exitosa no implica que vayan a tener un buen desempeño político, y menos si tienen una nula trayectoria política y ni siquiera han mostrado públicamente su interés por los problemas del país o han realizado acciones para cambiar la situación.
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“Entonces, frente a este escenario, en el que no hay nuevos perfiles o liderazgos ciudadanos o políticos novedosos, pues sí es una receta esto de acudir a este tipo de perfiles que cuentan con una fama pública, pero que sus capacidades para ejercer un puesto público quedan en entredicho”, refirió el analista.
“Se encerraron en una burbuja de poder, dejaron de ver las necesidades de la gente, de tener como el principal interlocutor a los ciudadanos y pues esta desvinculación lo que ha generado es una tremenda desconfianza a los partidos”, dijo.
Además, consideró, decisiones como ésta también implican una creencia de que la ciudadanía no tiene capacidad de discernimiento, cuando en realidad las últimas elecciones muestran un electorado mucho más crítico y estratégico.
*Con información de David Carrizales, Yazmín Rodríguez, Gabriela Martínez, Zulema López y Édgar Ávila