Acapulco.- El 15 de marzo, estudiantes de la Preparatoria 7 de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) tumbaron a patadas un parquímetro que la empresa Copemsa instaló en la esquina de avenida Universidad y la calle Vicente Yáñez Pinzón, en el puerto de Acapulco.
Lo hicieron por dos razones. Una: en protesta por algo que obligaría a desembolsar lo que no pagaban: estacionarse en la calle, y dos: porque la empresa lo instaló de manera arbitraria en la pared de una propiedad privada.
A los estudiantes les han seguido otras protestas. Comerciantes han bloqueado la Costera para manifestar su desacuerdo; candidatos y políticos los han clausurado y empresarios han comenzado a ampararse: no quieren la instalación de parquímetros sobre el principal corredor turístico y económico del puerto, la Costera Miguel Alemán y calles aledañas.
El alcalde de Acapulco, el perredista Evodio Velázquez Aguirre (2015-2018), en el ocaso de su gobierno decidió comenzar un proyecto de modernización y ampliación de los parquímetros en el puerto. Esta decisión a muchos empresarios, dirigentes gremiales y regidores les genera suspicacias, pero sobre todo, molestia por la forma: sin consulta, sin transparencia, sin tomar en cuenta al comercio.
¿Año de Hidalgo?
“La instalación de los parquímetros es un asunto opaco y que el alcalde está obligado a transparentar, para que no se quede con el estigma de que quiere su año de Hidalgo”, dice la regidora del PAN, Gloria Sierra López, sentada en su pequeña oficina en el ayuntamiento de Acapulco.
En la sesión del cabildo del 12 de marzo, Sierra López le pidió al alcalde mostrar el contrato que firmó con Copemsa para la instalación de los aparatos. No conocían las condiciones del proyecto. Para esa fecha, en las calles del puerto la empresa ya había colocado parquímetros e incluso ya comenzaban las protesta de rechazo.
“La instalación de los parquímetros pareciera que es una imposición porque no conocimos el estudio de factibilidad. En el Plan de Desarrollo Municipal se habla de modernizar 380 parquímetros en el primer cuadro, en la zona aledaña al zócalo”, explica la edil.
La regidora ha insistido en la poca transparencia en el proyecto y en las irregularidades que implica hacerlo en los últimos seis meses del gobierno de Evodio Velázquez. “Se brincó la ley porque para este tipo de instalaciones es una concesión, está concesionando el usufructo de la vía pública a una empresa y necesariamente es una concesión.
La ley orgánica lo prohíbe: dice que el último año de una gestión no se pueden otorgar concesiones”.
La empresa y el gobierno de Acapulco firmaron un convenio por seis meses y será la próxima administración quien decida su continuidad.
La justificaciones que ha dado el alcalde sobre del proyecto, cuenta Sierra López, es que los recursos que se obtengan serán utilizados para la construcción de una ciclovía.
Y ya hay resultados. En marzo, el ayuntamiento comenzó a pintar dos líneas paralelas sobre la acera de la Costera y a eso nombraron la ciclovía de Acapulco. Las líneas no tomaron en cuenta a nada ni a nadie. Un ciclista que siguiera las líneas se toparía con puestos de comida, de elotes, de raspados, postes de luz, casetas de teléfono, el Acabus y transeúntes.
“Fue una ocurrencia, una vacilada, eso de la ciclovía”, dijo la regidora del PAN mientras andaba en la campaña del candidato del PT a la alcaldía de Acapulco, el ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo.
A finales de 2017, Sierra López presentó una denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE) contra quien resulte responsable por contratos que dio el ayuntamiento de Acapulco a una empresa propiedad del hermano del edil, Iván Velázquez Aguirre, y su esposa.
La empresa ha sido contratada para organizar giras y eventos del presidente municipal, pese a que en el ayuntamiento hay un área encargada para ello. Sierra López ha explicado que esa empresa, CYSAF, S.A. de C.V., se fundó con un capital de 50 mil pesos en 2013 y en 2016, ya con Evodio en el gobierno, facturó más de ocho millones de pesos.
Obstáculo
“Los parquímetros son otro obstáculo para los turistas, ¿no es suficiente con la violencia?”, reclama la empresaria Laura Caballero Rodríguez, comerciante en la Costera desde hace 45 años. Dice que recuerda los tiempos de prosperidad, pero también los de crisis, como la que atraviesa hoy Acapulco.
“Los empresarios estamos pasando por un momento difícil: no sólo esperamos al turista, sino también el cobro de piso, la extorsión, muchos han cerrado sus negocios, otros se han ido de Acapulco”, lamenta.
La empresaria junto con otros 150 comerciantes están preparando la presentación de amparos para que el ayuntamiento retire las máquinas electrónicas que instaló en la Costera.
Al hablar de la instalación de los parquímetros, la empresaria utiliza recurrentemente dos palabras. Una de ellas es negocio. Para Laura Caballero el proyecto de estos aparatos es un negocio entre el ayuntamiento y la empresa, más que un beneficio para los acapulqueños.
“No creo que este alcalde no haya pensado en comprar sus propios parquímetros para sustituir los que ya tenemos, esto es un negocio. Estamos viendo que están concesionando las calles, eso nos indigna”, dice la empresaria molesta.
“Los parquímetros no ayudan en nada a los acapulqueños, el presidente municipal dice que 25% de lo que se recaude será para la construcción de una ciclovía, hay parquímetros desde 1970 y nunca han dado un beneficio, con los recursos de las máquinas ni han puesto un columpio.
“¿Por qué sólo seis meses la concesión, qué tiene escondido? Si benefician a Acapulco, que se queden mucho tiempo. Se presta a muchas interpretaciones”.
Laura Caballero insiste en la afectación del turismo y al comercio local. Explica que muchos trabajadores o empresarios se estacionan en los espacio donde se colocaron parquímetros: “Imaginemos a los trabajadores, tienen que pagar ocho o nueve horas al día, a ocho pesos, son más de 50 pesos y eso afecta mucho a uno que gana 80 pesos, es absurdo”.
Incongruencia es la otra palabra. Laura Caballero recuerda cómo el alcalde, cuando fue diputado federal, la acompañó a protestar a la Autopista del Sol para exigir una reducción del peaje; también recuerda cómo hace meses Evodio Velázquez lanzó una campaña para que plazas comerciales no cobraran estacionamiento en las dos primeras horas y “mira ahora, quiere cobrar por la calles”.
—¿No es insensible instalar parquímetros en la Costera sabiendo las condiciones del comercio?
—Claro, ellos saben lo que vivimos: asaltos, extorsiones, asesinatos. La situación es delicada. Los empresarios que estaban en la Costera se han ido a los mercados, los del mercado se fueron a las playas y muchos que estaban en las playas de plano ya se fueron, hay un desplazamiento real, alarmante.
El gobierno dice que está poniendo orden
Para el gobierno de Acapulco la instalación de los parquímetros es una medida de ordenamiento, no fue arbitraria ni opaca; sin embargo, los montos sobre la inversión y las ganancias continúan sin revelarlas.
El coordinador de Movilidad y Transporte, Eutimio Rodríguez Maganda, explica que “el ayuntamiento de Acapulco y la empresa Copemsa firmaron un convenio y no un contrato menos, se entregó una concesión”.
El convenio es para que la empresa instale 950 parquímetros en Acapulco, en el centro y en parte de la Costera. Los 35 de la Costera, aunque todos dicen lo contrario, el funcionario afirma que ahí sólo son sustituciones.
El convenio consiste en que la empresa se quedará 75% de los recursos recaudados y el ayuntamiento con 25%.
Con el 75%, precisa el funcionario, la empresa deberá pagar la renta de sus instalaciones, los empleados y el mantenimiento de los aparatos y sólo 12% será su ganancia.
El funcionario fija sus argumentos en el orden que traerán estos aparatos electrónicos en la circulación de tránsito, principalmente por la Costera. Que estén los parquímetros —dice— obligará a la rotación entre los automovilistas. Tienen previsto que un cajón lo usen entre cuatro y seis carros por día.
Rodríguez Maganda afirma que la modernización de los parquímetros es necesaria, desde hace 30 años no se renuevan y, en la Costera, afirma, son más necesarios porque son más de 27 mil autos los que transitan al día. En temporada alta son alrededor de mil autos más los que se suman.
Uno de los trabajadores que opera estas máquinas explica que los antiguos parquímetros no recaudan ni para los salarios de los empleados; muchos de los automovilistas no le hacen caso a los aparatos y otro porcentaje prefiere corromper a los operadores.
En las oficinas, dice, hay placas desde hace 10 años y otras más llegan, pero por influencias se entregan de inmediato.