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Uruapan.— A 80 años del nacimiento y erupción del volcán Paricutín, los sobrevivientes aún recuerdan que la creencia era que se trataba de una cosa del Diablo o de un castigo de Dios. ¡Era el fin del mundo!
Especialistas destacan que el Paricutín es el volcán más joven y el primero en la historia del mundo que el hombre vio nacer, crecer, hacer erupción y apagarse, sin que se registrara una sola víctima por muerte o lesiones.
Hoy en día, representa un estandarte turístico para la región de Uruapan, incluido el municipio de Nuevo San Juan.
La historia
Teófilo Santiago Toral tenía apenas 13 años cuando vio nacer las primeras arenas del volcán que llevó una parte del nombre de la comunidad donde nació: San Salvador Combutzio Paricutín.
Narra que 14 días antes de la primera erupción empezó a temblar la tierra, sin que supieran de qué se trataban esos movimientos telúricos y los estruendos en el subsuelo.
“Nació el volcán; no reventó, sino nació porque fue saliendo poco a poco. Pero antes de eso, 14 días y 14 noches, estuvo temblando, brincaba la tierra”.
Recuerda que ningún habitante hablaba español, pues la única lengua que conocían era purhépecha, lo que complicó entender lo que decían los geólogos.
“Nosotros como ignorantes, no sabíamos. Todos nos decíamos que era el fin del mundo y más cuando se reventó y empezó a aventar ceniza”, narra el sobreviviente.
Teófilo cuenta que ese 20 de febrero de 1943, cuando iniciaron los temblores, colocaban sus oídos en la tierra para escuchar sus rugidos, a manera de diversión.
Explica que todo inició con un chiflido muy fuerte “que hasta dolía el corazón”; se abrió la tierra cerca de 100 metros de ancho y salía el vapor a gran velocidad.
“Ya después de unas ocho horas empezó a verse como unos rayos, pero no eran rayos, eran bolas de lumbre que volaban entre la ceniza”, narra.
Describe que poco a poco se formó esa montaña de material que desconocían y así lo vieron nacer y después hacer erupción.
El nativo de esa zona de la Meseta Purhépecha dice tener en la mente los momentos en los que la tierra empezó a arder y cómo volaban las bolas de fuego.
“Vieras qué feo estuvo. La ceniza se nos echó encima y cada quien corrió como pudo. Unos fueron al cerro, otros a otras comunidades y así, en un ratito, Paricutín ya no existía”, platica.
Teófilo relata que en el momento de la primera erupción a gran escala eran cuatro integrantes de su familia los que estaban en la comunidad de Paricutín.
“La arena nos destrozaba el sombrero; los tejabanes, las casas, les cayó ceniza, una arena pegajosa, pues se vinieron las casas para abajo”, señala enfático.
Los habitantes abandonaron el pueblo, que era una tenencia del municipio de San Juan, cuya cabecera, San Juan de las Colchas, quedó sepultada por la lava.
Ni habitantes ni las autoridades tienen registro de que el nacimiento, formación y erupción de ese volcán hayan dejado víctimas mortales o lesionadas.
El volcán Paricutín registró actividad volcánica hasta el 3 de marzo de 1952, fecha en la que se vio la última incandescencia de lava, pero ya casi nula.
Obligados a mirgrar
El gobernador de ese entonces era Félix Ireta Vivero y el presidente de la República Lázaro Cárdenas del Río. Ambos ordenaron la evacuación inmediata de la zona afectada.
Muchos pobladores se resistían a abandonar sus viviendas, sus tierras y raíces, al grado de que el Estado tuvo que obligarlos con la fuerza pública. En contra de su voluntad tuvieron que emigrar a diferentes localidades de la región; unos corrieron a la hacienda Los Conejos y otros a Uruapan.
Cárdenas del Río hizo una compra inmediata de una extensión importante de terreno que le pertenecía a un hacendado de nombre Jorge Murguía.
Ello, para que los pobladores de Paricutín tuvieran un terreno donde comenzar, aunque para los nativos fue difícil debido a que no entendían el idioma.
El asentamiento dio pie a lo que hoy se conoce como la comunidad de Caltzontzin, ubicada en uno de los accesos a Uruapan.
En el caso de San Juan de Las Colchas, localidad que quedó sepultada por la lava, sus habitantes fueron refugiados en un paraje de la hacienda Los Conejos.
Con el paso del tiempo, el lugar dio origen a Nuevo San Juan Parangarícutiro, hoy uno de los 113 municipios michoacanos.
El acta de nacimiento
Un día después de que el Paricutín diera señales de vida, el ayuntamiento de San Juan Parangaricutiro convocó a una sesión urgente de cabildo.
Un texto en poder de la Secretaría de Turismo de Michoacán revela que esa acta refiere la narración de un señor de nombre Dionisio Pulido, quien era dueño del predio Cuitzyutziro, de la tenencia de Paricutín.
El hombre relata ante las autoridades que ese 20 de febrero salió de su casa a cuidar sus borregas en compañía de su esposa Paula Rangel.
Fue entonces que sintió por primera vez una serie de fuertes temblores y escuchó el constante rugido de la tierra.
También, junto con otros pobladores, presenciaron la aparición de una fogata que ellos no sabían qué era, por lo que las autoridades acudieron al lugar.
Agustín Sánchez, el jefe de la tenencia, constató lo ocurrido, se trasladó hasta el ayuntamiento y alertó al presidente municipal, al síndico y a los regidores.
Y una vez que los geólogos, junto con el gobierno, les explicaron que se trataba de un volcán, el nombre fue puesto a consideración de los habitantes.
“Después de amplias deliberaciones y deseos de los pobladores de la región, por unanimidad se le denominó Volcán de Parícutin”, señala el texto.
Ese documento es considerado por los habitantes y los historiadores, como el acta de nacimiento del volcán por su narrativa y porque dio origen al nombre.
Del temor al turismo
Al término de la actividad volcánica, el Paricutín, las ruinas de San Juan y Nuevo San Juan Parangaricutiro se convirtieron en atractivos turísticos.
La iglesia del Señor de los Milagros, en Nuevo San Juan, está sólo por debajo de la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México y la de San Juan de los Lagos, en Jalisco, en cuanto a visitantes se refiere, informó la Secretaría de Turismo en la entidad.
Para el 80 aniversario del nacimiento del volcán Paricutín, los ayuntamientos de Uruapan y Nuevo San Juan realizarán diferentes actividades culturales.
El presidente municipal de Nuevo San Juan, Antonio Espinosa Rochín, informó que parte de la celebración será con una iluminación escénica en la zona de las ruinas.
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