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Juchitán.— Con una misa y la lavada de ollas, fiesta vespertina donde las mujeres zapotecas presumen sus atuendos de gala, accesorios de oro y peinados rematados con jardines de flores naturales, este domingo se estaría cerrando el ciclo de las Velas de Mayo, que cada año se realizan en Juchitán para agradecer la abundancia en el campo, en la pesca y por la salud. Pero la pandemia sigue sin permitirlo.
Con tristeza, la profesora jubilada Geraldina Santiago Velázquez lamenta que a causa del Covid-19 las fastuosas fiestas comunitarias, que se prolongan hasta el amanecer y se conocen como Velas por las velarías o lonas y porque los asistentes se pasan la noche bebiendo, bailando y cenando, tuvieron que volver a suspenderse por segundo año consecutivo.
Si no se mantuviera el riesgo sanitario por el coronavirus, este 29 de mayo habrían culminado las Velas, con la que se realiza cada último sábado de mayo, las de la Octava Sección de Juchitán o barrio Cheguigo.
De la misma manera, ese mismo día por la tarde, las calles de la ciudad zapoteca se habrían inundado de carretas adornadas, carros alegóricos con mujeres en sus trajes, regalando de todo, al igual que hombres en caballos y músicos.
Según las tradiciones, el paseo del sábado con los carros alegóricos y de caballos donde se transportan a capitanes y capitanas acompañantes de los mayordomos entrantes y salientes, es el preludio de la lavada de olla de la Vela San Vicente Ferrer, el santo patrón de las familias juchitecas católicas, cuya fiesta se realiza un día antes y junta hasta a 10 mil personas.
Este año, incluso, la Vela de San Vicente Ferrer lado norte, cumpliría 50 años de realizarse, pues se celebra desde 1971. Fue por ello que aunque los festejos masivos siguen suspendidos, en las viviendas de sus 60 socios, se realizaron cenas familiares y quema de cohetes.
Fue por ello que la noche de este viernes, desde distintos puntos de la ciudad, el cielo se iluminó con los cohetes para recordar la fiesta de San Vicente.
En condiciones normales, esta ciudad zapoteca recibiría a miles de invitados procedentes de todos los rincones del país y los hoteles estarían a 100% de ocupación, al igual que los mercados y restaurantes.
Durante la celebración de la cena en el domicilio de sus familiares, la profesora Geraldina expresa el encuentro de sentimientos que vive, entre la alegría y la tristeza: “Alegría porque estamos vivos y tristeza por los que perdieron la batalla contra el Covid-19. Varios socios de nuestra Vela han fallecido”, menciona en entrevista.
“Es triste y doloroso, porque el Covid está cambiando negativamente nuestras tradiciones, ahora ya no podemos velar a nuestros muertos y tampoco podemos despedirnos de ellos, porque si mueren en el hospital o en sus casas, de inmediato se les crema o sepultan, por eso duele”, añade la profesora
La primera vez en la historia que las Velas de Mayo se suspendieron fue en 2018, como consecuencia de las graves afectaciones que dejó el terremoto de septiembre de 2017. Desde entonces la economía sigue quebrada y la precariedad se incrementó con el confinamiento y el cierre obligado de comercios.
Para recordar las fiestas de mayo, decenas de familias realizaron la tarde del sábado recorridos en sus propios carros alegóricos, otros en caballo, como si se tratara de una regada privada.