Cancún, Q. Roo. -A un día de celebrar sus 50 años de vida, la pandemia del Covid-19 ha significado para Cancún, el más crudo e inesperado aniversario. Con 16 defunciones por coronavirus y 223 casos positivos -frente a las 32 muertes y a los 317 pacientes confirmados en el estado- es una de las ciudades mexicanas donde el gobierno federal recomendó tratar como si estuviera en fase 3 de la contingencia sanitaria .
Para hacer frente al aumento de casos, el gobierno de Quintana Roo está por concluir la instalación de tres carpas móviles, que sumarán 250 camas al Hospital General “Jesús Kumate”.
El hospital cuenta con 180 camas, de las cuales 70 suelen ocuparse diariamente para pacientes con enfermedades diversas; otras 24 están asignadas a terapia intensiva.
El gobierno federal designó a tres hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social ( IMSS ), en la ciudad, para la atención a pacientes que presenten el virus, los cuales registran un movimiento inusitado desde hace varias semanas.
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El gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín y la alcaldesa, Mara Lezama, han asegurado que se cuenta con la infraestructura necesaria para brindar la atención de lo casos que se registren. Sin embargo, admiten que, de no acatarse las medidas de sana distancia y de confinamiento en casa, la situación puede rebasar al sistema de salud.
En marzo y abril, personal médico, tanto del sector salud local, como del federal, ha protestado por la ausencia de equipo de protección adecuado para atender a los pacientes. El gobernador ha dicho que se adquirieron kits para médicos y enfermeras e incluso, se mandaron a pedir más.
Lo que no hay son médicos y enfermeras suficientes. La Secretaría Estatal de Salud (SESA) lanzó, desde el 10 de abril, una convocatoria para la contratación de personal médico, en distintas especialidades.
El ánimo de la población tampoco da para festejos. La incertidumbre generada por la parálisis del turismo, los despidos masivos y los recortes salariales, sumados al propio confinamiento que impide a comerciantes informales, freelance, emprendedores y personas que reciben ingresos por trabajos al día, ha deprimido a una población que se aprestaba a celebrar en grande, desde antes del 20 de abril, fecha del 50 Aniversario.
Bonifacio es mesero en un pequeño restaurante instalado en Playa del Niño, en la localidad de Puerto Juárez-Cancún. Sin comensales, prácticamente está desempleado, aún cuando el establecimiento esté abierto.
Sus clientes son turistas y pobladores locales que van a esa playa, pero ya no hay actividad. Los pescadores de las cooperativas tampoco tienen a quién venderle su pesca del día.
El muchacho tiene una esposa que prepara tortas y aguas en la mañana, que él vende entre elementos de la Guardia Nacional, militares y policias que patrullan la zona. En “una escapada”, después de abrir y limpiar el restaurante, sale a comerciar.
“No es lo que ganaba, pero gracias a Dios ha salido para los gastos, para mi esposa, mis hijos; trabajando a lo triple (…) hasta ahorita he salido ‘tablas’, no hay ganancia, no se puede ahorrar, simplemente ir cubriendo la comida, la renta, los gastos personales”, dice en entrevista.
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También tiene hijos y estaba a punto de terminar la carrera de Contabilidad en la Universidad Maya, sueño al que ya renunció.
“Me faltaba un año y dos meses. Pero con esta situación creo que hasta aquí llegó el sueño. Yo no voy a pagar una universidad y descuidar a mi familia, hay cosas primordiales”, narra.
Sus compañeros solicitaron a la institución que se congelaran las colegiaturas o algún descuento, sin éxito. Un 75% de los tres mil alumnos piensa darse de baja, al perder sus empleos.
Su última esperanza era vender las pocas cosas que tiene en uno de los tianguis que se montaban en la ciudad, pero ahora ya están prohibidos, al recrudecerse el “quédate en casa”.
“Nos está afectando a todos. A comerciantes, a los meseros, a los que hacen ventas, como yo, que vendo tortas; esto es general y más esta zona que es para el pueblo. La gente tiene miedo de lo que está pasando.
“Los compañeros de trabajo andan angustiados, muchos rentamos, no tenemos casa, no nos brindan seguro, no tenemos sueldo, trabajamos bajo comisión; están desesperados porque llega el día del vencimiento de la renta y no tienes para pagar. No se puede hacer nada”, menciona.
Quizá regrese con su familia a Chiapas, de donde llegó hace cuatro años. Todo depende de lo que suceda en los próximos meses.
“Hemos tratado de aguantar y apoyarnos entre todos (…) Ahorita la mayoría no tiene dinero, muchos siguen trabajando, pero les bajaron el sueldo; es lo que yo escucho en el camino; a algunos les bajaron el 60%”, añade.
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El panorama no es alentador. Cancún cuenta con 190 hoteles y 37 mil 335 habitaciones. De marzo al 15 de abril han cerrado, temporalmente, 102 centros de hospedaje, lo cual equivale a 29 mil 505 cuartos sin operar.
En el destino hay menos de mil turistas, quienes quedaron varados y se hospedan en hoteles del centro.
Más del 95% de sus restaurantes “bajaron cortina” y el sector náutico cerró de tajo por el decreto de contingencia sanitaria del 1 de abril.
Los bares, casinos, centros nocturnos y discotecas frenaron su actividad a partir del 13 de abril, a riesgo de ser clausurados si descataban la orden de pausar su actividad.
Lo anterior implica la paralización total de la actividad turística que da sustento a sus más de 800 mil habitantes, directa o indirectamente.
A partir de ayer el Aeropuerto Internacional de la ciudad solo opera con una terminal para vuelos comerciales, luego del cierre de las terminales 2 y 3, anunciada por el Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR), a razón de la paulatina cancelación de 3 millones de pasajeros y el descenso de más de siete mil vuelos durante la contingencia.
Aunque la Terminal 4 sigue abierta, las operaciones programadas han caído estrepitosamente, llegando el viernes a sólo 47. De ellas, 22 fueron llegadas, 18 nacionales y apenas cuatro internacionales.
El contraste es evidente si se comparan esas 47 operaciones, con las 496 del viernes de la tercera semana de marzo y con las 562 del tercer viernes de febrero. Ese día hubo 141 vuelos domésticos y 421 extranjeros.
El principal destino de sol y playa en México perdió, derivado de la pandemia, la bonanza que traería la Semana Santa. Su ocupación promedio del 01 al 17 de abril, apenas llegó al 4.2% y tan solo el viernes pasado, a 2.7%.
En 2019, en el mismo periodo llegaron a Cancún más de 600 mil visitantes nacionales e internacionales, con una ocupación mayor al 80% y una derrama promedio de 400 millones de dólares.
Este año, la Secretaría Estatal de Turismo (Sedetur) y su par municipal, preveían superar, por mucho, esas cifras, sin sargazo y aprovechando el imán del 50 Aniversario.
Los más de 300 eventos programados para el magno festejo se cancelaron o pospusieron y la Policía Quintana Roo mantiene la restricción a la zona hotelera; sólo pueden acceder residentes y, personal inmerso en labores escenciales.
En la ciudad y en la zona turística se debe portar un tarjetón especial para poder circular a bordo de vehículo; para obtenerlo hay que aportar una serie de datos personales a la Secretaría de Seguridad Pública del estado, que así lo impuso.
Los elementos de la dependencia patrullan y vigilan la ciudad para impedir que la gente se conglomere innecesariamente; ya han clausurado una veintena de comercios y negocios no escenciales.
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También se restringieron los horarios para la venta de bebidas alcohólicas y se debe portar, obligatoriamente, cubre bocas; de lo contrario habrá sanciones.
Debido a que Cancún es también el primer lugar nacional en disminución de movilidad de transporte público y residencial, pero el segundo con más movilidad por cuestiones laborales, de compra y entretenimiento, el gobierno municipal estableció un nuevo esquema de transporte urbano hacia la zona hotelera.
A partir de este domingo será dividida en tres sectores y cuatro horarios, para limitar el número de unidades que ingresen y se desplacen ahí.
La pandemia ha dado un descanso a la naturaleza. En Playa Gaviota Azul, sin camastros ni sombrillas, las playas lucen desnudas y espléndidas; el mar, sin asomo de sargazo, ha recobrado las aguas cristalinas y los diversos tonos de azul que le han dado fama mundial.
En Playa Langosta el silencio solo es roto por el golpe de las olas encontrándose con la orilla de las playas.
Y en el Mirador de Playa Delfines, la última ventana hacia el mar, las letras con el logotipo del 50 Aniversario de Cancún, se han quedado solas.
En ambas playas quedaron detenidas las obras de dos nuevos polémicos hoteles en construcción, que desató la discusión a nivel federal sobre meter freno al desarrollo de mas cuartos, ante la saturación de la zona hotelera, cuya infraestructura de servicios está rebasada y a punto del colapso, de acuerdo con el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur). El freno, lo puso un virus. Por el momento.