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Reynosa.— Ser padre migrante implica dolor, sacrificio y en la mayoría de las ocasiones muerte. Esto lo tiene claro el pequeño Yamil, un salvadoreño de apenas cinco años de edad, quien perdió a su padre cuando intentaba llegar a Estados Unidos.
Y en esto también coinciden Marco Antonio, Marvin y Walter, padres de familia que decidieron abandonar sus países de origen para alcanzar el sueño americano y darles una mejor calidad de vida a sus hijos.
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“Mi papá no regresará”
Yamil es un remolino que recorre la casa Senda de Vida en Reynosa, Tamaulipas, donde vive temporalmente al lado de su madre.
Este pequeño cuenta que su padre salió de El Salvador para llegar a Estados Unidos y en el camino lo mataron, por lo que no celebrará el próximo 16 de junio.
“Me lo mataron, ¿verdad mamá?, en México. Él estaba con mi tío, pero sólo a él lo mataron”, dice Yamil mientras sus ojos se llenan de lágrimas.
Larisa, madre de este pequeño, asegura que el plan de su esposo Dorian era llegar a Estados Unidos y, posteriormente, enviarle dinero para que pudieran alcanzarlo.
“Mi cuñado dice que los asaltaron en Chiapas, que les quitaron todo lo que traían, pero mi esposo se resistió y los hombres lo mataron, eso fue hace dos años, lo sepultamos y entonces yo decidí que debía intentar llegar a México para irme con mi hijo a Estados Unidos y aquí estamos en Reynosa esperando que nos den asilo”.
En Senda de Vida, Yamil aprendió a hablar con Dios por medio de la oración, por lo que a diario pide por su padre y por todos los que intentan llegar a Estados Unidos con sus familias.
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El mejor regalo
Marco Antonio Ama, originario de El Salvador, extrañará los abrazos de sus hijos y la celebración familiar, pero dice que su mejor regalo es saber que ellos están a salvo en su hogar.
Marco Antonio decidió salir de El Salvador solo, pues señala que no quiso exponer a sus hijos al peligro y carencias a los que se enfrentaría en el viaje.
“Este es el primer Día del Padre que no estaré con mis hijos, en mi país se celebra el mismo día que en México y festejamos igual pero ahora voy a estar solo, voy a extrañar los abrazos y el cariño de mi familia”, relata.
Comenta que sus hijos, Marcos Isaac, de 14 años, y Alison Odalis, de 18, se quedaron con su madre en El Salvador y a diario le llaman para pedirle que se cuide y que regrese pronto.
“Todos los sacrificios valen la pena para que nuestros hijos estén mejor, pero, al menos en mi caso, nunca pensé en traerlos conmigo por los peligros que enfrentamos en el camino. Nunca podría arriesgar la vida de mis hijos”, sostiene.
Con los ojos llorosos, Marco Antonio describe que fue secuestrado, extorsionado y asaltado en el trayecto de su país hacia México.
“Todo eso que pasé no podría imaginarlo para mis hijos, pasé hambre, sed, frío y ahorita mucho calor. Yo sabía que esto no era para ellos. No estaremos juntos el Día del Padre, pero sé que están a salvo y ese es mi mejor regalo”.
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Padre vigilante
Desde que Marvin Ulises Chávez salió de El Salvador con su esposa y su hija Marilyn Sofía, de 13 años, se convirtió en padre vigilante.
“Todo nuestro mundo ha cambiado, salimos con miedo porque se cuentan muchos peligros y es verdad. Nos asaltaron, nos quitaron todo lo que teníamos, pero lo que más me importaba era mi familia, sobre todo mi hija porque es pequeña”.
Dice que aunque no tendrá regalos, celebración o una cena especial, considera que este será el mejor Día del Padre que pasará en Reynosa.
“Para mí será el mejor día porque estamos juntos, porque llegamos a salvo y porque mi hija está bien. Eso es lo importante, aunque no tenemos dinero, pero sé que el esfuerzo valdrá la pena”.
Cuenta que conocieron casos de personas que perdieron la vida durante el camino hacia México, de niñas y jovencitas que fueron arrebatadas de sus padres y de algunas familias que, como ellos, fueron despojados de sus pocas pertenencias.
“No tenemos nada, pero estamos juntos, mi hija está con nosotros y sé que Dios nos va a ayudar a cumplir nuestro sueño familiar, llegar a Estados Unidos, porque somos personas de bien, soy un padre que busca darle lo mejor a su familia”, indica.
Marvin y su familia actualmente viven en la Casa Senda de Vida y esperan que en menos de un mes puedan conseguir una cita en Estados Unidos para poder solicitar asilo legal.
“Todos los días revisamos la aplicación CBP-ONE ya que es la única forma en que podemos obtener una cita, confiamos en que vamos a poder cruzar y le pido siempre a Dios que me ayude para que mi hija tenga mejor vida, ese es mi mejor regalo”.
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Peligro triplicado
Walter Gómez partió de Honduras llevando a cuestas el miedo a perder a su familia, así como con el terror triplicado, pues viajó con sus hijas Génesis, Einy, y Ashley.
“Mi esposa y yo sentíamos terror cada día al pensar que nos podían quitar a una de nuestras hijas o que podían enfermarse y morir. Como padre esa era mi más grande angustia, pero no podíamos seguir viviendo en nuestro país, porque hay mucha violencia y no hay trabajo”.
Para este padre de familia migrante, sus hijas son su mayor tesoro, por lo que estar con ellas el 16 de junio es el mejor regalo.
“Yo no necesito fiestas o regalos, soy feliz porque estamos juntos, porque llegamos a México a salvo. Vimos robos, secuestros y siempre estuve vigilando a mis hijas, con mi esposa las cuidamos, no dejamos que nada malo les pasara”.
Asegura que el Día del Padre tal vez no tenga ropa nueva o una comida especial, pero sabe que los jefes de familia que se encuentran en la casa Senda de Vida tienen el gran regalo de estar con sus hijos.
“El peligro existe no sólo para los migrantes, todos los padres debemos vigilar a nuestros hijos. El mejor regalo que voy a recibir son los abrazos de mis hijas y espero que pronto podamos llegar a Estados Unidos para poder vivir bien y en paz”.