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Cuernavaca.— Estudios recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) refieren que hay más muertos en el mundo por altos niveles de plomo que de colesterol. También encontró que más de 25% de las muertes por accidentes cardiovasculares pueden estar relacionados con los altos niveles del metal en la sangre, sostuvo Agustín Gama, director de Pure Earth México.
La organización trabaja con alfareros desde hace 15 años y ha logrado convencer a las comunidades de producir piezas de barro sin plomo mediante la aplicación del programa Círculo de mujeres alfareras, a quienes se les dan talleres para producir barro libre de plomo, financieros, de materiales, artesanía y joyería.
Les ayudan a construir hornos que alcanzan temperaturas de hasta mil 200 grados para sellar el plomo en el barniz, cuyo calor es el requerido para que las piezas se cocinen en un periodo de seis a siete horas.
Su ayuda tiene como objetivo, dice Agustín Gama, detener la contaminación de plomo en la sangre de las personas expuestas al barniz de la loza vidriada. “La contaminación se ha extendido no sólo por donde se ingiere al cuerpo que son las tazas, los platos, las ollas, donde cocinan sus alimentos, sino que también hemos encontrado plomo en el piso, en el horno. Cada vez que producen algo, cada vez que hornean y hay personas, pueden estar expuestas a la contaminación”, explica.
El máximo permitido en el cuerpo humano es de cinco miligramos, pero los estudios arrojan entre 35 y 40 miligramos, aunque el promedio estándar que registra la comunidad de alfareros de Puebla es que 49% de los niños tienen altos niveles de plomo en la sangre, todos por arriba del límite.
En orden de comunidades altamente contaminadas con plomo en la sangre le sigue Morelos, en cuestión de niños y alfareros, y en tercer lugar se coloca Guerrero.
Lo que más preocupa son los niños de hasta 14 años porque pierden hasta cinco puntos de cociente intelectual por esos altos niveles.
El problema con los hornos tradicionales, dice el representante de Pure Earth México, es que sus fogones alcanzan hasta los 800 grados y las piezas no se dejan el tiempo suficiente y por lo tanto el barniz sigue vivo.
“Ese trabajo de crear hornos alternativos, de cómo construirlos, cómo alimentarlos con menos combustible para que sea más económico y cómo vender sus piezas, es lo que hacemos y de la mano de productores”, dice Agustín Gama.
Actualmente atienden a 14 comunidades en los estados de Morelos y Puebla, además se están expandiendo a Tabasco a través del Instituto para el Fomento de las Artesanías de Tabasco (IFAT).
“Allá en Tabasco hay 400 familias alfareras, creo que es un esfuerzo que vamos a hacer y trataremos de replicar el modelo”, adelantó.
Y aunque su trabajo apenas considera 1% de la producción alfarera, la satisfacción es que las comunidades están libres de plomo, sostuvo Gama al anunciar el Cuarto Encuentro Anual de Alfareros en el municipio de Tlayacapan, Morelos, los días 16 y 17 de marzo.