Ciudad Juárez.— Con una misa binacional en la frontera con Estados Unidos, del lado mexicano, decenas de personas recordaron a los migrantes fallecidos en su intento de realizar el “sueño americano”.
La homilía tuvo lugar en El Punto, un centro religioso donde se ubica un monumento al papa Francisco y fue celebrada por obispos de las ciudades fronterizas de Nuevo Casas Grandes y Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso y Las Cruces, Texas.
Durante la misa, decenas de niños migrantes entregaron cruces pequeñas de madera a los obispos, como símbolo de la protección que esperan. Otro grupo de migrantes ondeaban banderas de diferentes países, en muestra de los lugares de los que llegan los indocumentados a México y Estados Unidos.
El padre Javier Calvillo, director de la Casa del Migrante de Ciudad Juárez y uno de los organizadores del evento, explicó que en esta misa se pide por los migrantes difuntos y se habla de la realidad sobre la migración.
“Cada país tiene su soberanía de regularizar la situación migratoria, pero cuando vemos tratos inhumanos, podemos decir que hay crisis. En Chihuahua vemos las desapariciones y en Estados Unidos vemos las persecuciones a caballo, vemos las realidades”, declaró.
“Todos somos migrantes. México tiene varias nacionalidades, nadie puede decir que la migración es mala”, afirmó Calvillo y agregó que seguirá apoyándolos, “ya que todos tenemos el derecho a buscar una mejor vida”.
“Destruyamos muros y construyamos puentes, es importante un trato digno para los migrantes”, fue el pronunciamiento del obispo de Ciudad Juárez, José Guadalupe Torres.
Uno de los asistentes a la ceremonia religiosa fue Miguel Ángel López, originario de Guerrero. Lleva tres meses en Ciudad Juárez y su trayecto fue un largo recorrido en autobús.
“Vengo huyendo de la violencia en Guerrero. Yo tenía miedo de llegar hasta acá, temía perder la vida, mucha gente teme un secuestro en el recorrido que hacen”, aseguró.
Al subir las escaleras para acercarse al presbiterio, un altar recordó a los migrantes fallecidos. Su decoración se compuso de las tradicionales flores de cempasúchil amarillas y anaranjadas, además de pan dulce, pan de muerto, tazas típicas mexicanas y las fotografías de refugiados que perecieron.
En la parte superior del altar, se pudo leer el número 557, la cantidad de migrantes que han perdido la vida en la frontera de Ciudad Juárez-El Paso.