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Recuperar espacios naturales en los que las especies endémicas puedan habitar es la tarea que se fijó hace más de tres años Carlos Alberto Morales, presidente de Colmillo Blanco, asociación dedicada a la protección de los animales y la preservación de la naturaleza.
Su primer proyecto fue la creación de un oasis en el Cerro del Fortín, en una zona erosionada por la presencia humana, además de los incendios; no obstante, la pequeña obra fue destruida por personas desconocidas.
Carlos Alberto explica que la falta de agua y alimentos en el Fortín provocaron la desaparición de algunas especies.
El Cerro del Fortín es el punto más elevado de la ciudad que, además de albergar al Auditorio Guelaguetza, en donde se celebra la “máxima fiesta de los oaxaqueños”, cuenta con un parque de árboles de 87 hectáreas, en el que habitan 95 especies de plantas y 80 especies de aves.
Desde 2004, se considera un área natural protegida en la categoría de parque natural y se encuentra bajo la administración del Instituto Estatal de Ecología; además, forma parte de la Sierra Madre del Sur.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el activista señala que después de superar la destrucción del primer oasis, junto a otras personas, logró rehabilitar el área y hacer un segundo oasis, donde la presencia de la naturaleza ya es evidente.
“Valles Centrales ha dejado de ser un lugar productivo para las especies de aves migratorias y con estas acciones esperamos recuperar la presencia de algunas especies”, precisa el activista animalista.
El objetivo, reitera, es que los frutos y semillas que se obtengan de la siembra sirvan para nutrir a los animales, pero también a la tierra y para absorber la humedad.
“Es una propuesta nueva, basada en una teoría que estamos aplicando, con el objetivo de regenerar el suelo”, dice.
Para lograr la recuperación de las áreas naturales, Carlos ha echado mano de la solidaridad y el compromiso con la naturaleza de los vecinos de la zona y algunos de sus conocidos.
Detalla que el gobierno de la entidad no ha puesto interés en las obras de recuperación natural que encabeza Colmillo Blanco, por el contrario, precisa, todo el cerro está lotificado; no obstante, los habitantes de la zona desconocen las intenciones que pesan sobre el cerro.
Según el Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca (INSO), dentro del área natural protegida en el Cerro del Crestón, el gobierno estatal tiene una propiedad de nueve hectáreas, decretada desde 1992 en el Plan de Ordenamiento de la zona conurbada de Oaxaca; sin embargo, no ha recibido atención alguna de las autoridades y corre el peligro de ser devorada por la mancha urbana.
El INSO acota que el área rural en Oaxaca ha crecido mil hectáreas por año, engullendo las zonas naturales. En el Crestón, puntualiza, reducirá la capacidad de captación de agua, pues a mayor demanda de la población, habrá más escasez.
“Vamos a reforestar con nuestros propios medios, ya esperamos demasiado al gobierno y no lo hacen”, asevera Carlos, quien está convencido de que el tequio es una alternativa viable para recuperar el suelo erosionado.
Hasta ahora, Carlos y su esposa asumen el cuidado de los dos oasis; sin embargo, poco a poco las personas que transitan por el lugar se han sumado a la iniciativa, luego de ver el cambio positivo tan drástico que ha tenido la zona.
Recientemente, Carlos ha sido contactado por personas que habitan la zona de Monte Albán, donde los vecinos están interesados en emprender un proyecto similar al que existe actualmente en el Cerro del Fortín y en el Cerro del Crestón; no obstante, pese a que Carlos ya sostuvo reuniones con los pobladores, la situación es distinta, pues se trata de terrenos comunales.
Aún así, el amante de la naturaleza confía en que los comuneros se sumen al proyecto que propiciará cambios positivos al ecosistema natural de los cerros más representativos de la capital oaxaqueña.