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Oaxaca.-
"Familia, yo acá adentro le estoy echando ganas porque ya quiero salir a estar con ustedes”. Esas fueron las palabras que Lhyzeth Jiménez Leyva, mujer oaxaqueña de 37 años que lucha contra la enfermedad conocida como mucormicosis u hongo negro , dedicó a sus seres queridos, pues desde el pasado 15 de junio está internada en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Oaxaca (HRAEO).
Carlos, su hermano, cuenta a EL UNIVERSAL que en dicho centro de salud, que brinda atención a enfermos de Covid-19 , adaptaron un área especial para brindarle atención médica a Lhyzeth y a otro paciente, un hombre de 55 años que finalmente falleció, confirmaron las autoridades de Salud.
A más de dos semanas de su ingreso, Lhyzeht se comunica con su familia sólo por videollamadas, en las que continuamente expresa sus deseos de recuperarse , ser dada de alta y volver a casa con sus tres hijos.
Antes de haber sido diagnosticada con hongo negro, exámenes de laboratorio confirmaron que Lhyzeth estaba contagiada de coronavirus; su cuadro no fue grave, pero durante la cuarentena se infectó de mucormicosis, la cual se le manifestó como un dolor maxilar.
En ese momento, Lhyzeth, quien es ama de casa, no contaba con seguridad social —al igual que 75% de la población de Oaxaca, según datos del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)—, por lo que su tratamiento de Covid-19 lo llevó con médicos particulares.
Cuando el hongo dio los primeros signos de presencia, con severos dolores de muela y de cabeza, también consultó a dentistas privados.
Sin embargo, fue uno de los médicos del centro de salud de Tlacolula de Matamoros quien le tendió la mano a la familia y le ayudó con el trámite para reincorporarla al padrón del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que absorbió a lo que era el Seguro Popular, al que Lhyzeth estuvo afiliada, pero su registro ya había vencido.
Tras los estudios, Lhyzeth ingresó al HRAEO, donde, reconoce Carlos, la atención siempre ha sido eficiente y de calidad; sin embargo, el hospital no contaba con las medicinas suficientes para darle tratamiento a su hermana.“En el hospital han sido siempre muy atentos. Y fueron muy honestos al decirnos que le iban a dar las medicinas con las que contaran, las otras había que pedirlas o conseguirlas”, narra Carlos en entrevista.
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Incertidumbre por falta de medicamento
La situación no era sencilla. Debido a que eran dos casos simultáneos de hongo negro, el medicamento escaseó con rapidez. Hace tres años, en el Hospital Civil Aurelio Valdivieso se registró el caso anterior, por lo que el uso de este tipo de medicinas no es tan recurrente.
“Se trata de un medicamento que no puede estar almacenado , tiene que estar refrigerado”, apunta Carlos, quien explica que, ante la escasez, se solicitó el fármaco a través del HRAEO, pero en medio de la incertidumbre por el tiempo que podría tardar en llegar y la premura para atender a Lhyzeth, la familia absorbió los gastos.
Carlos relata que los medicamentos para el tratamiento del hongo negro no son fáciles de encontrar, factor que contribuye a la escasez. Y comenta que, por ejemplo, la anfotericina la buscaron por todo el país. El costo de una sola ampolleta supera los 5 mil pesos. Aunado a ello, los médicos pidieron que sea de un laboratorio específico.
Además, para continuar su tratamiento en el hospital, Lhyzeth necesita otros medicamentos, como cresemba y spriafil, cuyos costos alcanzan hasta 24 mil y 30 mil pesos, respectivamente. Los medicamentos son comprados en farmacias especializadas cada cuatro días.
La familia fue advertida sobre los efectos adversos del medicamento, que causaron que a Lhyzeth le extrajeran la vesícula debido a la afectación que causaron; además, tuvo una falla renal que estuvo a punto de ocasionarle diálisis.
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Estas secuelas se suman a la intervención en el rostro que se le practicó a la mujer para retirarle el hongo y evitar que éste avanzara. Por el momento, Lhyzeth está estable, pero está siendo sometida a varios procedimientos para evitar que el hongo vuelva a atacarla.
“Lo que estamos buscando es la sanidad de mi hermana y que esté estable…Entendemos que el hospital es Covid y destina todos sus esfuerzos a ello, además, hay recortes y desabasto, por eso decidimos, como familia, buscar maneras de obtener recursos”, añade Carlos.
Además de “estirar” el dinero para cubrir los gastos, la familia está en proceso de adaptarse a una cotidianidad en la que Lhyzeth está presente sólo a momentos y de manera remota. A quienes más les ha costado trabajo, dice Carlos, es a sus hijos, quienes la extrañan.
Hasta el momento, la ayuda que la familia Jiménez Leyva ha recibido proviene de la sociedad civil, que se ha solidarizado con la causa de Lhyzeth y ha donado dinero, productos y servicios con los que se realizan rifas, que han ayudado a paliar los gastos médicos. El domingo, por ejemplo, tenores oaxaqueños realizaron un concierto virtual en beneficio de Lhyzeth.
Carlos puntualiza que, desde que se dio a conocer el caso, ningún servidor público o actor político se ha acercado a la familia y toda la ayuda que han recibido proviene de la empatía y del buen corazón de la gente.
“Queremos darle gracias a todos y pedirles a quienes tienen posibilidad de ayudarnos que lo hagan aunque sea poco. Y pedirles que se cuiden ante la emergencia sanitaria , que no bajen la guardia”, finaliza.
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om/rdmd