Oaxaca de Juárez.— Las personas que transitan por Oaxaca y el resto de los estados viven una realidad “deshumanizante”, y el país está desbordado por la migración, afirma Araceli Tovilla Galindo, directora del albergue del Centro de Orientación del Migrante de Oaxaca (COMI), el único espacio en la capital que brinda refugio temporal para los extranjeros.

Parte de la congregación católica internacional Misioneras Siervas del Espíritu Santo advierte un incremento en el flujo migratorio, principalmente de personas originarias de Venezuela y Cuba, y frente a esta situación, la falta de espacios para garantizarles una estancia digna en lo que continúan su camino.

En el albergue los migrantes pueden descansar, bañarse y recibir una comida al día. Foto: Juan Carlos Zavala / El Universal
En el albergue los migrantes pueden descansar, bañarse y recibir una comida al día. Foto: Juan Carlos Zavala / El Universal

El COMI reabrió sus puertas en mayo, tras estar cerrado alrededor de tres meses por cambios en su administración por la Arquidiócesis de Antequera, y luego de confiar a Misioneras Siervas del Espíritu Santo la dirección. El albergue lleva 20 años funcionando en la ciudad de Oaxaca.

Actualmente tiene una capacidad para atender a 50 personas, quienes pueden dormir en una cama durante dos noches, recibir un café por la mañana y una comida al día. Ahí pueden descansar, dormir, bañarse y lavar su ropa.

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Los apoyos en especie que recibe el albergue, como alimentos y vestido, provienen de las parroquias que instalan centros de acopio para recabar insumos que sirvan a los migrantes. Sin embargo, su principal dificultad es que carece de recursos económicos para contratar personal que ayude, por ejemplo, en la preparación de alimentos.

“Lo que ofrecemos es un espacio donde puedan descansar, al menos dormir seguros dos noches, una comida al día, porque tampoco tenemos una cocinera que esté todo el tiempo para cocinar los alimentos.

“Si tuviéramos más empleados, podríamos mejorar el servicio o ampliarlo un poco más, porque nosotras sólo trabajamos de lunes a viernes; como no tenemos personal, no tenemos la economía suficiente para los salarios, o tener una cocinera de manera permanente para ofrecerles más alimentos durante el día”, explica Araceli Tovilla.

En algunas ocasiones se ha permitido recibir hasta 100 personas migrantes al día, pero afirma que no en buenas condiciones para acogerlos.

“Es mínimo lo que podemos hacer nosotros aquí adentro en comparación de toda la población migrante que está en la calle, y eso no lo podemos solucionar nosotras”.

Responsabilidad de autoridades

Alejandro Solalinde Guerra, sacerdote fundador del albergue Hermanos en el Camino, en Ciudad Ixtepec, que por momentos se ha convertido en el único refugio que brinda la mano a migrantes en tránsito en la entidad, lamenta que se hayan ido cerrando los espacios que apoyaban a los extranjeros que cruzaban el territorio oaxaqueño, mientras que las autoridades no hacen nada por brindar ayuda humanitaria ante esta crisis.

“En Oaxaca ya no hay ninguna casa del migrante, la de Matías Romero se cerró y el COMI, tengo entendido, abre ciertos días, es una pena, es muy preocupante, y por no existir esos espacios el efecto lo resiente la sociedad civil y las autoridades que no saben qué hacer”.

El sacerdote revela que las autoridades municipales de Oaxaca de Juárez lo contactaron ante el aumento de extranjeros estacionados en la capital, pero no les agradó que les explicara que la obligación es de ellas, sobre todo ante la presión de los ciudadanos.

El problema ante esta inacción, agrega, es que se están disparando las muestras de xenofobia y aporofobia, muestras irracionales de desprecio a extranjeros y gente pobre.

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Sobre todo, explica en entrevista con EL UNIVERSAL, porque las decisiones tomadas para atender y contender la oleada migrante no han sido afortunadas, y mencionó los Centros de Movilidad Migrante instalados por el gobierno estatal en Juchitán y San Sebastián Tutla, de donde este viernes salió un autobús con 55 migrantes que se volcó, causando la muerte de 16 venezolanos y haitianos.

“Llegan con hambre y con sed, pero van con mucha esperanza, ese es su motor, un futuro que no han visto. El problema que tenemos en México es que por la presión de Estados Unidos, Migración los tiene que estar deteniendo, pero también por la 4T tienen que tener una actitud respetuosa de los derechos humanos. [Las autoridades mexicanas] están entre la presión y los derechos humanos, entonces lo que hacen es devolverlos al sur, los dejan avanzar y los devuelven al sur”, considera Solalinde.

La tragedia venezolana

Araceli Tovilla Galindo, directora del COMI, coincide. Explica que la mayoría de las personas que solicitan atención o un espacio en el albergue decidieron migrar por la situación económica en su país.

Las originarias de Venezuela sostienen que el sistema de gobierno se ha complicado y huyen de las carencias económicas en las que viven, mientras que las originarias de Ecuador mencionan la violencia.

Sobre la travesía para llegar hacia Estados Unidos, la mayoría denuncia robos y extorsiones en Guatemala y en México. En este país señalan que las extorsiones son principalmente por policías y agentes del Instituto Nacional de Migración (INM); además son víctimas de malos tratos.

“Llegando aquí [a México] los dejan subir al autobús, pagan su pasaje y después de un tramo los baja y les dicen que caminen; también los extorsionan y les piden dinero para seguir, a las mujeres y los niños los dejan en el autobús, pero a los hombres les dicen bajánse y ustedes caminen, esto en la parte del Istmo de Tehuantepec”, señala.

Para la directora del COMI hay dos maneras de percibir la migración en Oaxaca y en el país. Por un lado, explica, México está realmente desbordado por esta realidad; a diferencia de otros momentos en que se sabía de la emigración y de las personas que transitaban y se iban, pero con la situación en Venezuela “se ha desbordado” y complica más la situación.

En segundo lugar, señala que las personas migrantes viven una realidad deshumanizante porque tienen que vivir en la calle, viajan con niños durmiendo en cualquier parte, pasan hambre y hacen esfuerzos por tener dinero para seguir.

“Pero entonces les roban, los extorsionan para que puedan seguir. Y es muy triste que sean los mismos que deberían cuidarlos, la policía o la migración, que les hagan eso para dejarles continuar, cuando se supone que tienen la vía libre para que puedan transitar por el país”.

La actuación de las policías federales, estatales y municipales, y del INM, denuncia, “aumenta de por sí el sufrimiento que traen del camino, que han pasado por la selva: ellos hablan de los muertos, de la violencia que viven en esa parte del camino”.

Esta deshumanización, opina, incluso ha provocado que algunas personas se vuelvan más violentas o demandantes.

“Quieren más cosas, pero a veces decimos que es por la misma situación que han tenido, de no tener nada, de pasar hambre, y después quieren todo. Y tampoco en el país les podemos dar todo, les damos lo mínimo necesario para que puedan sobrevivir y seguir avanzando”.

Araceli Tovilla considera que la situación migratoria en el estado parece no ser una prioridad para el gobierno, que no hace nada.

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