Ocosingo.— Antes de 1994 nadie volteaba a ver a este municipio. Los enfermos de San Miguel, comunidad a 40 kilómetros de distancia, eran trasladados en hamacas o camillas improvisadas. Se tenía que caminar entre el barro durante horas o días para llegar a un hospital, donde se encontraban con que no había medicinas ni médicos.

“Era difícil sobrevivir”, cuenta a EL UNIVERSAL el exinsurgente zapatista Hilario Lorenzo Ruiz.

A los 16 años de edad, Hilario —nativo de la comunidad San Miguel— se unió al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cuando su padre, Francisco Lorenzo Pérez, fue reclutado por Hugo, también conocido como Comandante Ik o Señor Negro.

Hilario sabía que “había un grupo” al que tenían que unirse para luchar a fin de conquistar sus derechos. “Mi padre me dijo ‘vamos a incorporarnos a un grupo’, no me dijo armado, ‘para poder luchar por la libertad, la democracia, por vivienda, por tierra’; esa fue la razón por la cual nos incorporamos”, explica.

En mayo de 1993, cuando se da el primer choque entre zapatistas y tropas del Ejército, Hilario ya estaba integrado a la Asociación Rural de Interés Colectivo (ARIC) Unión de Uniones, el antecedente de la Quiptic Ta Lecubtesel (Unidos por la Fuerza), creada en 1975.

Fue en una asamblea de la ARIC cuando se enteraron que había ocurrido el choque en la Sierra Corralchén y que los soldados habían detenido a ocho tzeltales inocentes que no militaban zapatistas.

De 1989 a 1990, unas 90 familias, entre 400 a 450 personas, ya eran bases de apoyo del EZLN, mientras que los jóvenes eran milicianos.

El 31 de diciembre de 1993, la radio de San Cristóbal de las Casas reportaba que varios camiones con hombres armados se habían concentrado en San Miguel y se dirigían rumbo a la toma de Ocosingo. En uno de esos camiones iba Hilario, entonces de 24 años, con el uniforme zapatista y un fusil. También estaba el Comandante Ik y el Mayor Mario, hoy retirado del EZLN.

El 1 de enero, los zapatistas se enfrentaron con elementos de la Policía Judicial del estado, sectorial y municipal. Uno de los caídos fue el comandante de la Policía Judicial José Luis Morales.

La tarde de ese día, la mayoría de los agentes se rindieron y entregaron sus armas. Los zapatistas capturaron a 80 policías.

El 2 de enero, los insurgentes fueron sorprendidos por unos 800 soldados que venían de Tabasco y, mientras algunos rebeldes caminaban por las calles de Ocosingo, fueron interceptados; ese día se registró uno de los combates más sangrientos de Chiapas. Decenas de zapatistas murieron en el mercado y calles cercanas al centro. Hilario vio que varios de los insurgentes que conocía habían perdido la vida, entre ellos el Comandante Ik.

Hilario, quien actualmente coordina el programa Sembrando Vida en Ocosingo, ha escuchado decir que el EZLN ya se acabó.

“Yo les digo que no, porque hoy en las comunidades está más arraigado el sentido de decir que tenemos vida comunitaria, resolvemos nuestros problemas bajo usos y costumbres. Hay capacidad. Todo eso es la gran experiencia que se heredó del EZLN”, asegura.

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