Estados

Nos quitaron todos los teléfonos, acusan

En los últimos 10 meses 518 mil personas, miembros de una familia, han sido detenidas

Migrantes venezolanos cruzaron medio continente para poder llegar hasta Piedras Negras, Coahuila, donde cruzaron el río Bravo. Foto: Francisco Rodríguez / EL UNIVERSAL
27/09/2023 |03:55
Francisco Rodríguez
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Piedras Negras.— Antonio, migrante venezolano, camina apresurado y sin voltear atrás. En sus hombros carga a su hija, una pequeña de dos años que mira el río Bravo que separa a México de Estados Unidos, así como a los oficiales de la Guardia Nacional de Texas a bordo de balsas motorizadas.

La pequeña no se inmuta. Tiene esa mirada de ver todo sin saber qué pasa.

Antonio está enojado. “Ya me quiero ir, ya no aguanto más”, expresa antes de introducirse al río.

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Con Antonio y su hija, viene también la madre de la pequeña, en su segundo mes de embarazo. Hace cinco salieron de Venezuela y llevan cinco horas arrastrando los pies en una caminata por la carretera. Son el reflejo de un fenómeno que se ha disparado: el cruce ilegal de familias hacia Estados Unidos.

De acuerdo con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) de EU, de octubre de 2022 a agosto de 2023, 518 mil 278 personas miembros de una familia (algún padre con un hijo o más) han sido detenidas. Aún falta contabilizar los datos de septiembre, es decir, el cruce de Antonio y su familia. La cifra de personas miembros de una familia detenidos en 2023 ya pulverizó todos los récords: 7.3% más que el año fiscal 2022 y 10% más que en 2019.

De hecho, las 93 mil 108 personas miembros de una familia que han sido detenidas en agosto representan la cifra histórica más alta en un mes, superando las 84 mil 486 personas detenidas en mayo de 2019.

Busco un futuro para mi familia

La familia de Antonio llega con prisas, dicen que tardaron 10 días en salir de Monterrey. “Tenemos seis días sin bañarnos. Nos quitaron todos los teléfonos, la policía”, reclama la madre. Antonio cuenta que todos esos días intentaron salir, pero los engañaban con las salidas de los trenes y no los dejaban montarlos.

“Tengo bachiller en ciencia y aquí estoy buscando un futuro para mi familia y mi hijo que viene en camino”, suelta Antonio. También los acompaña su hermano y su cuñada.

La familia se introduce al río. Se pierden con el sonido del agua revoloteando. La pequeña sigue con la mirada bien abierta.