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Pachuca

Científicos de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), encabezados por Carlos Lucho Constantino, mantienen una investigación para generar biofertilizantes a partir del uso del nopal, que puedan suplir los productos químicos en el campo y disminuir los costos hasta en 90%.

Originalmente el grupo de expertos en biotecnología fue contactado por la empresa Bioceres SAPI de CV para la producción de biogas; sin embargo, en el proceso de investigación surgió un nuevo producto: el biofertilizante de nopal.

Aunque esta tecnología para la producción de fertilizantes amigables con el ambiente es ampliamente conocida y utilizada en otros países como Alemania, Estados Unidos y China, en México había sido poco explorada, señala Carlos Lucho Constantino, líder del grupo.

En ese escenario la generación del biofertilizante del nopal busca eliminar la dependencia de los campesinos a los abonos industriales, reducir los costos, mejorar el suelo y liberar de químicos a los productos agrícolas, sobre todo en lo que se refiere a sembradíos de temporal.

Con eso en mente, los investigadores encontraron que el nopal podía ser la respuesta, pues no requiere cuidados especiales y se pueda cultivar en casi en cualquier lugar, sobre todo en la zona centro del país.

De acuerdo con Reyna Monroy, subsecretaria de Planeación, y Evaluación Sectorial de la Secretaría de Agricultura del estado, en Hidalgo se cuenta con una extensión agrícola de 560 mil 160 hectáreas, de las cuales sólo 148 mil 351 son de riego y 411 mil 809 son de temporal.

Para que esa extensión agrícola produzca, la entidad se ubica en el lugar número 12 entre los estados que más utilizan fertilizantes químicos, lo que genera un gasto a los productores de hasta 2 mil pesos por hectárea en cada ciclo agrícola; en comparación, con el biofertilizante apenas se invertirían 150 pesos.

Un país de nopal. En el laboratorio número nueve de Química de la máxima casa de estudios hidalguense, el doctor Lucho lidera al grupo de especialistas que trabajan con el nopal, para que a partir de pruebas de laboratorio y en campo, se pueda obtener este fertilizante.

Dos años y medio fue el tiempo que duraron las pruebas de laboratorio para lograr el abono a partir del proceso de digestión anaerobia del nopal. Para ello se ocupó un biodigestor de apenas 13 litros de capacidad. Esto es relevante, pues uno de los problemas que se tienen en las zonas áridas para trabajar con los biodigestores es, precisamente, la necesidad de utilizar agua.

“Sí sabemos que el problema es precisamente el líquido, la opción fundamental es el nopal, ya que estos contienen hasta 90% de líquido”, afirma Lucho Constantino.

La variante de nopal que utilizó el equipo de investigadores es originaria del centro del país, conocida como Opuntia heliabravoana, que produce el fruto del Xoconostle, aunque también se pueden utilizar otras variedades, pues todas contienen cantidades de agua que van de 80% a 90%, necesaria para no utilizar agua extra en el proceso.

Estas características de la planta la convierten en una fuente potencial de abono a bajo costo, pues los investigadores señalan que en México existen al menos 3 millones de hectáreas con especies nativas de nopal. Solamente en la región centro se cuenta con nopal verdura, nopal tuna y nopal xoconoxtle.

Reyna Monroy, de la secretaría de Agricultura está de acuerdo. Explica que los estados con mayor producción de la planta son Morelos, con 352 mil 603 toneladas, Ciudad de México, con 250 mil tan sólo en Milpa Alta, y el Estado de México, con 183 mil toneladas. Hidalgo se ubica en la media nacional, con una producción 6 mil 539 toneladas.

En esta entidad se cuenta con 99 hectáreas de nopal verdura, 4 mil 700 de nopal tuna y 452 hectáreas de nopal Xoconostle. En este aspecto reside su gran potencial como productor de biofertilizante.

Producir lo propio. Aunque las posibilidades comerciales del abono a base de nopal son obvias, sus creadores aseguran que no lo pondrán a la venta, sino que pretenden que los campesinos fabriquen su propio producto a través de la venta de esta tecnología, explica Carlos Lucho.

Si bien todavía están pendientes algunas pruebas en campo para que este proyecto salga al público, en el laboratorio ya está concluida la fase de investigación y ahora sólo falta medir su efectividad en el campo. Será en el ciclo otoño-invierno cuando inicien en parcelas de los municipios de Apan y Almoloya en Hidalgo, por lo que los resultados estarán disponibles hasta 2018. Con estas mediciones se espera conocer la efectividad del abono de nopal, tanto en rendimiento productivo, como en la cantidad de aplicaciones necesarias, señala Lucho Constantino.

Según algunas pruebas, explica el investigador, cultivos de cebada y trigo requieren de una sola fertilización, pero en granos como el maíz aún no se define, pues estos requieren más nutrientes; los expertos calculan que podrían requerir hasta dos fertilizaciones.

Una vez concluidas las pruebas, en 2018, los campesinos interesados podrán adquirir el paquete tecnológico para producir su propio abono limpio, a través de la empresa Bioceres, resalta el científico.

Para abonar una héctarea de cebada, un productor requeriría de 30 litros de biofertilizante; cada litro tiene un costo de producción de cinco pesos, por lo que el gasto sería de 150 pesos, mientras que para maíz se estima que sea el doble: 300 pesos.

En comparación, el costo de usar abonos químicos es 2 mil 500 por hectárea de maíz, 2 mil de trigo o cebada, y de mil 800 para frijol. Sin mencionar que la tierra recibe productos como nitrato de amonio y sulfato de calcio.

Gracias al trabajo que realizan los especialistas en biotecnología de la UAEH, los cultivos orgánicos están cada vez más cerca.

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