El día que Sara y Elizabeth Uruchurtu Cruz tuvieron que abandonar el hogar de su madre en Asunción Nochixtlán, apenas les dio tiempo de llevarse una enorme caja de cartón en la que Claudia, su hermana hoy desaparecida, resguardaba las evidencias documentales que había acumulado en contra de Lizbeth Victoria Huerta (Morena), la presidente municipal hoy recluida en prisión.
Ellas, como toda la población de este municipio de la región Mixteca de Oaxaca, fueron alcanzadas por el terror y la violencia que se impuso con la llegada de la edil morenista, mismos que se desbordaron con la desaparición forzada de Claudia y que hoy obliga a sus hermanas a vivir con medidas cautelares, desplazadas ante el riesgo que enfrentan por exigir su localización y señalar directamente a los presuntos responsables.
Las hermanas narran que los abusos en contra de los pobladores de Nochixtlán ya eran algo común mucho antes de la llegada al poder de Victoria Huerta, pero están convencidas, porque así se los informó Claudia, que el miedo y la impunidad se incrementaron cuando inició su gobierno y Morena, el partido al que pertenece, llegó al poder.
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Así lo documentó su hermana con su activismo. Antes de que Lizbeth Victoria Huerta se convirtiera en presidenta municipal, por ejemplo, las luchas de Claudia Uruchurtu se centraban en combatir los abusos que padecía la población, principalmente en materia agraria; luego, se enfrentó al abuso de poder.
“Le aterraba ver la forma en la que la gente abusa de problemas agrarios, las cuotas que les ponen a los pequeños propietarios de tierras. Desde ahí comienzan sus denuncias, que están basadas en voltear y decir: ¿cómo le pueden robar a los más pobres de los pobres”, dicen sus hermanas en entrevista.
A más de 50 días de su desaparición forzada, pues se presume que en ella participaron directamente agentes del Estado, Sara y Elizabeth están convencidas de que Claudia no se daba cuenta de que detrás de los atropellos de la presidenta municipal había todo un mecanismo o una mafia más profunda.
“Yo puedo asegurar que hasta el día de la desaparición, Claudia no era consciente de ese monstruo. Cuando la actual edil empieza sus funciones es cuando se incrementa este abuso de poder e impunidad. El enriquecimiento ilícito de esta administración es evidente, no hacen nada para disimular”, dice Sara convencida en alusión a las continuas denuncias por desvío de recursos que su hermana presentó.
La convicción de las hermanas Uruchurtu no se equivoca. Así lo señala el número de quejas por presuntas violaciones a los derechos humanos que comenzaron a acumularse en contra de Lizbeth Victoria Huerta y su gobierno, al menos a partir de enero de 2020.
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Según datos de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), en los 17 meses que han transcurrido desde entonces, la autoridad municipal de Nochixtlán ha acumulado 24 quejas en su contra, de las cuales 20 se presentaron durante 2020 y cuatro hasta el 7 de mayo de 2021.
Dichas quejas iniciadas por el órgano autónomo indican que las violaciones que más denunciaron los pobladores del municipio se relacionan con el atropello a las garantías civiles y políticas, así como a los derechos humanos a la integridad y la libertad de las personas.
A las hermanas Uruchurtu ni la cifra ni las quejas las sorprenden. Es más, señalan que la cifra se queda corta, pues no es un secreto que la población vive aterrada y prefiere callar.
“Tristemente esta enfermedad de poder creció de forma inmensurable y es por eso que esta mujer tiene tantas quejas por violaciones a los derechos humanos, porque realmente considera que está por encima de la comunidad. Las denuncias en la defensoría son muy pocas, porque la gente sigue temerosísima, se le ha intimidado de una forma increíble”, dice Sara.
Explica que en el tiempo que estuvieron en Nochixtlán pudieron platicar con gente en la comunidad que, temerosa, se les acercó a contarles sus historias, que no se han atrevido a denunciar.
“Sabemos que hay un grupo de choque y que todos identifican a estos criminales, pero les tienen miedo y no se atreven, es un círculo vicioso que crece y se sale de control, como lo que sucede con mi hermana”, detalla.
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Sara y Elizabeth indican que incluso durante el poco tiempo que estuvieron en Nochixtlán, la casa de su madre estuvo vigilada, muestra de la intimidación que sufrió Claudia desde antes de su desaparición y que fue escalando: “Era muy cínico, como su reino del terror”.
La semana pasada, Lizbeth Victoria Huerta fue trasladada al Reclusorio Femenil de Tanivet como presunta responsable de la desaparición forzada de Claudia Uruchurtu.