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Es la tercera ocasión en que la familia Navarro Robles participa en la tradicional Noche de Rábanos , una actividad que se organiza en la ciudad de Oaxaca desde el 23 de diciembre de 1897, según los registros del ayuntamiento de la capital del estado.
La iniciativa de participar fue de Jesús Alejandro Navarro, artista plástico del Barrio de Jalatlaco de la ciudad de Oaxaca, y en la que se ha involucrado su esposa Saraí Marcela Robles Tamayo, su hijo de tres años, su hermano y su sobrino.
“Nosotros como oaxaqueños siempre hemos visto la tradición de la Noche de Rábanos como una tradición muy importante para Oaxaca y verlo desde otro lado como espectador, es muy padre. Pero como artista plástico, dije: lo puedo hacer y vamos a participar. Estar ahora, del otro lado, como un artista o productor de alguna pieza, que la gente que pasa te felicita y valora tu trabajo”, narra a EL UNIVERSAL.
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Jesús Navarro explica que han tratado de convertir su participación en el concurso de la Noche de Rábanos en una costumbre familiar, que va desde la cosecha de los rábanos, el traslado a su casa, el lavado y selección de los rábanos y finalmente la creación de su pieza.
“Es muy bonito trabajar en familia, estamos creando ese lazo familiar y creando conciencia entre mis familiares, mi hijo, mi sobrino y cualquier persona que vaya y se integre a esta tradición”.
La primera vez que participaron, recuerda Marcela Robles, ella estaba embarazada y en su estado fue a la cosecha de los rábanos con las barretas, palas y picos. Ella describe como "bonito" que la familia se involucre en este proceso creativo y apoyar a su esposo Jesús Navarro como artista plástico.
Tradición familiar que pasa de generación en generación
Juntos, dice, comparten el ir a enlodarse, cosechar, desvelarse y desmañanarse para realizar juntos esta actividad como familia. Su esposo, explica, es quien ha enseñado el proceso y da las indicaciones para la elaboración de la pieza.
“Como familia hemos participado los tres años juntos. De hecho, estaba embarazada cuando nos fuimos a la primera cosecha, estos dos años más ya está mi niño también participando. Participó indirectamente porque desde la panza fue a la cosecha y ahora ya está presente”.
Su pequeño hijo, el cual está cerca de cumplir tres años de edad – apunta Jesús Navarro – pronto podrá participar en la categoría infantil del concurso de la Noche de Rábanos ; mientras, le han inculcado el gusto por sus costumbres.
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Jesús Navarro menciona que es un proceso largo, laborioso e incluso bastante pesado, porque la cosecha implica acarrear las herramientas, trabajar en el lodo y extraer los rábanos, algunos de los cuales miden entre 40 y 50 centímetros y pesan de cinco a siete kilos.
“De ahí la selección, porque no todo el rábano sale bueno, alguno se rompe, alguno viene podrido, escoger el que tenga mejor hoja y trasladarlo a la casa donde se trabaja. Lavarlo porque trae tierra. Al momento de lavarlo lo vamos seleccionando por tamaño, por formas. Ya después empezamos a estructurar la figura”.
En esta ocasión, menciona, la cosecha se inició el 20 de diciembre de 2022 y generalmente se realiza dos días antes del concurso. Al día siguiente de la cosecha empezaron a darle forma, y estructurar su pieza.
“En nuestra mente tenemos algo de lo que queremos hacer, pero al final el resultado es completamente distinto y eso es lo bonito de este trabajo: visualizamos una cosa y terminamos con otra, porque el rábano es caprichoso y hay que adaptarnos a él”.
Para esta ocasión, la familia Navarro Robles decidió representar al ajolote, un animal en peligro de extinción de la Ciudad de México. Su intención es generar conciencia sobre la situación en la que se encuentra y difundir su belleza.
“Es un animalito bastante hermoso. Tratar de representarlo en el rábano fue un reto muy grande, no es como que el rábano ya traiga la forma”, expresa Jesús Navarro.
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bmc/mcc