Torreón.- Alejandra, una mujer transexual de Torreón, iba a bordo del taxi con rumbo al bar “La Chiquita”, cuando le pidió al chofer que se detuviera. Se bajó del auto en la avenida Juárez del Centro y apenas caminó unos pasos, unos patrulleros se le acercaron.

-Buenas noches, su permiso para andar en la calle –le pidieron.

-¿Disculpa? –respondió Alejandra, como me ha pedido que la llame por temor a represalias.

-No puedes andar por aquí. Ya nos han hablado que se están prostituyendo en la Morelos –le soltó el policía.

El Paseo Morelos es una avenida paralela a la Juárez que en los últimos años se ha convertido –al menos por unas cuadras- en un paseo familiar y de diversión nocturna. Alejandra, una transexual, me dice que reconoce que no puede caminar por esa calle porque anda vestida de mujer.

-Yo no soy prostituta, por qué dices eso de mí –respondió Alejandra.

-Por qué te haces tonta, si te hemos visto por aquí –le respondieron los oficiales.

Alejandra trabaja como costurera en una empresa y ha sido instructora de zumba incluso en presidencia. Platica que nunca se ha prostituido. “Nunca me han visto con un cliente”, les debatió a los policías.

“Fíjate cómo vienes vestida. A poco no te fijas cómo vienes vestida. Así no puedes andar en la calle”, le recriminaron los policías. Alejandra cuenta que llevaba puesto un vestido corto. “Ahí vienen los de inspección”, le dijeron los agentes. En eso llegaron un coche y una camioneta blanca. Los funcionaros le preguntaron por su tarjetón de salubridad, como se le exige a los prostitutas o prostitutos. “Yo no necesito porque yo no trabajo en eso”, volvió a insistirles Alejandra.

Recuerda que se empezaron a hablar en claves para luego pedirle que se subiera a la patrulla. También le empezaron a tomar fotografías. “Son muy listos, te toman fotos en la calle”, relata Alejandra.

En la patrulla le reclamó un policía. “Por qué me hacen esto, no se vale”, le dijo. “Hay pa’ qué te haces tonta, andas en eso”, le respondió el uniformado. “Tú sabes bien que no, me andan levantando falso”, recriminó Alejandra.

Cuando llegaron a los separos, apenas descendió y le volvieron a tomar fotos. “Allá adentro te esperan más amigas”, le adelantaron. En el Tribunal Administrativo otra vez fotos, de frente, de lado. “Soy chica transexual pero no soy prostituta, me gusta vestirme coqueta pero de ahí no pasa”, les comentaba a los funcionarios.

                Seas o no seas

“Sea o no sea tienes que traer un tarjetón por andar vestida así. Si te vuelvo a ver así te subo”, amenazó un policía a Alejandra antes de entrar a los Tribunales.

Cuando la ingresaban a las oficinas, Alejandra seguía reclamando. “Ustedes no tienen derecho de nada”, le dijo un policía. “Tú ya estás adentro, ya mejor cállate”, recalcaba el agente. “Ya métele un putazo, no deja de ser vato”, le dijo a otro compañero.

A una mujer policía le expresó que no se valía, que la estaban fichando como prostituta. “No se vale cómo me tratan”, se desahogó. Cuando entró a las celdas estaban otras dos chicas trans. En otra celda más mujeres prostitutas que también habían detenido por no contar con el tarjetón de salud.

Alejandra sintió que se burlaron de ella. Se empezó a desesperar y entró en shock. “Son 15 mil pesos de multa”, le comentaron. Luego se lo bajaron a 5 mil. “Yo no voy a pagar ese dinero porque no soy prostituta”, les insistió.

En las celdas, Alejandra lloró de coraje. Al día siguiente tenía que trabajar. No tenía cómo comunicarse con su familia. Tenía necesidad de un cigarro. Los nervios le hacían temblar. “Te vas a aguantar”, le señalaban los celadores con tono burlesco.

Era la primera vez que Alejandra pisaba una celda municipal. Pedía por agua y se burlaban de ella. “Aquí no es hotel”, le remachaban para burlarse de ella.

La chica trans salió hasta el sábado en la noche. Una mujer la ayudó pagando 800 pesos. “Si quieres yo te arreglo el permiso”, le dijo la señora. “Al momento de sacar un permiso es darles la razón de que soy prostituta”, le comentó a la mujer. “Me chingo para ganarme un peso, cómo voy a pagar para salir y andar en la calle vestida de mujer”, me dice Alejandra.

Desde aquella experiencia, la chica trans no ha salido de noche. Dice que tiene miedo porque ya la ficharon. “Ya ni a divertirme voy a poder”, platica. Comenta que quisiera poner una denuncia pero se detiene para no exponerse. “No sabemos a qué nos enfrentamos”, añade.

Además, a Alejandra la amenazaron que si la volvían a detener, ahora sí no se libraba de pagar la multa de 15 mil pesos.

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