León.— Carmen conserva intacto el perfume Maja que su hijo menor le regaló el 10 de mayo de 2018, días antes de que saliera de su casa a un mandado del que no regresó.
Ese día, Óscar Benjamín llegó con un ramo de flores para su madre, y le tomó una fotografía para recordar la ocasión. “Mi hijo veía que me gustaban mucho los perfumes, todavía tengo el último regalo. No lo he querido ni usar, lo tengo como recuerdo”, dice.
A tres años de distancia, Carmen, de 77 años, comenta que para ella fue el último Día de las Madres feliz. Ahora dedica su vida a la búsqueda de su hijo, con el Colectivo Buscadoras Guanajuato, aunque en su hogar se apagó la esperanza de encontrarlo vivo. “Se lo tragó la tierra”, indica.
Las secuelas de una cirugía en la columna que la obligan a moverse con andadera y una sonda por una falla renal le complican desplazarse a los rastreos de campo a realizar excavaciones de fosas, pero dice tener el apoyo de otras madres que buscan a sus seres queridos. “Nosotras lo buscamos por ti”, le dicen.
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“Para mí este mes es muy doloroso, porque hace tres años todavía tenía a mi hijo a mi lado, todavía para el 10 de mayo me dio mi ramo de flores; el 31 de mayo salió y hasta ahora no lo he vuelto a ver ni a saber absolutamente nada de él”, lamenta.
Óscar nunca dejaba pasar el festejo. “Yo le agradecía porque me sentía querida, me sentía amada con lo que él me regalara, porque era una muestra de cariño para su madre”, comenta.
Carmen Sánchez tuvo dos hijos, el mayor es Jesús. Ella es abuela de dos gemelas, de 14 años, una adolescente, de 15, y de otro joven, de 18, todos ellos hijos de Óscar Benjamín.
En su domicilio, ubicado en la colonia Manzanares, tiene un pequeño taller de reparación de ropa, cambia cierres a las prendas de vestir, plancha ajeno y si le piden lavar no se niega. “Te plancho y te coso tu ropa”, anuncia en la fachada de la vivienda.
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Óscar le pidió que dejara de trabajar el mismo día que se fue, y ella le aseguró que dejaría de hacerlo porque ya se cansaba.
Carmen recuerda que su hijo conduciía un vehículo de alquiler por aplicación cuando desapareció, también trabajó como taxista por tres o cuatro años, luego de perder su empleo en una fábrica de suelas para calzado.
Aquel 31 de mayo salió de prisa de su habitación, pasaban de las 16:00 horas, se dirigió a la puerta; Carmen al verlo lo llamó a comer e insistió en tres ocasiones. “No tardo, mientras caliente la comida, madrecita, no me tardo”, le respondió.
Su mamá dice que pensó que iría a dar un servicio en el auto a la vecina y que regresaría pronto, pero no volvió. A las 8 de la noche habló su nieta para avisar que su papá no había llegado por ella a la secundaria, una hora después también se comunicó su nieto mayor, tampoco había pasado por él a la preparatoria.
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La angustia se apoderó de la familia, pasaban las horas sin tener razón de su paradero, “¡Óscar no respondía el celular!”. Su esposa salió a buscarlo a los hospitales y a la cárcel, a la Cruz Roja, sin resultado. “Nunca supimos ya nada de él”, relata su madre.
“Siento que le dieron muerte”
La mujer tardó un año en poner la denuncia, pues comparte que le entró mucho temor. Le contaron historias de otras personas que desaparecieron y que después los agresores mataron a sus familias, sin importar si había niños. Eso aumentó su miedo.
“Como madre sabía que mi hijo trabajaba, pero no podría decir si se pudiera haber involucrado con malas compañías”, dice.
Al sumarse al Colectivo Buscadoras Guanajuato de León le aconsejaron presentar la denuncia y la acompañaron ante el Ministerio Público, pues mientras no lo hiciera no podrían hacer nada para seguir la búsqueda. A su alcance tiene una ficha con la fotografía de Óscar Benjamín Pérez Sánchez, de 47 años, 1.77 metros de estatura, delgado, tez blanca, ojos café claro, cabello café oscuro, cicatrices en la cabeza. Vestía camisa roja polo, pantalón beige y botas de trabajo.
Carmen tiene una participación activa en el Colectivo Buscadoras Guanajuato, siempre está al tanto de los hallazgos de fosas clandestinas.
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En la Fiscalía General del Estado dejó una muestra de sangre para el ADN. Ellos, agrega, me avisarán en caso de que se requiriera acudir al Servicio Médico Forense a la identificación. “He dicho, he preguntado: ¿qué hay sobre los cuerpos que han encontrado, cómo sé que entre estos cuerpos anda el mío?
“Yo siento que a mi hijo me le dieron muerte, que él está descansando, por eso es más mi interés en hallarlo, para tener la certeza de que no lo están dañando, que no está sufriendo por sus hijos, por una madre”, expresa.
La Comisión Nacional de Búsqueda registró el hallazgo de 204 cuerpos en Salvatierra, Cortazar y Acámbaro en el último trimestre de 2021, con lo que Guanajuato se encuentra entre las 10 entidades con mayor número de fosas clandestinas; además, en el último año, se encontraron cadáveres en fosas ilegales en Irapuato, Uriangato, Celaya y Juventino Rosas.
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Este 10 de mayo, las madres con hijos desaparecidos participarán en una caminata en Guanajuato, en el marco de la 7 Caravana Internacional de Personas Desaparecidas. “Las madres con un familiar desaparecido no tenemos nada que festejar, sino mucha que exigir”, señala el colectivo Plataforma por la Paz.