Sabinas.— “Volví a nacer”, afirma pensativo Elisaldo Varela García, minero que se salvó de la inundación en el pozo de carbón de El Pinabete por azares del destino. Ahora, tras esta tragedia, planea dejar definitivamente de trabajar en este oficio.
Especializado en pozos de carbón, como “planchero” y “apuntador” —quien lleva las cuentas del carbón extraído—, Elisaldo relata que acudía todos los días a trabajar de siete de la mañana a tres de la tarde en el mismo pocito donde están atrapados 10 mineros desde el 3 de agosto, todos ellos sus amigos.
Unos días antes, el 25 de julio, fue internado en el hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Sabinas para retirarle un absceso en la garganta que se le infectó.
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El 3 de agosto, aún internado, se enteró de la inundación en el pozo porque a varios de sus compañeros, que pudieron escapar o ser rescatados, los llevaron al mismo hospital.
“El miércoles, ese mismo día, yo estaba internado y llegaron tres compañeros y los internaron; fui a verlos y me dijeron qué había pasado”, recuerda.
“No me tocaba”, expresa el hombre, de 52 años.
Dolor por los amigos
Con 38 de experiencia como minero, oficio que practica desde los 14 años de edad, señala con tristeza que le duele que sigan atrapados sus compañeros.
“Es doloroso, ¿verdad? Son amigos, uno no los conocía por su nombre, nomás por sobrenombre, y así jugábamos, nos llevábamos”, comenta.
¿Con quién se llevaba más?, se le pregunta.
“Con Margarito [Rodríguez Palomares], que es de aquí de Agujita”, responde.
¿Lo conocía de otros pozos?
“Sí, de otros pozos que iban a jalar [trabajar], iban y venían, cambiaban. Iban unos y venían otros, y cambiaban cada rato a los carboneros”.
Relata que en cuanto lo dieron de alta se fue para la mina y se unió al grupo de voluntarios que colabora con los rescatistas.
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“No volver a esto”
Recuerda que durante todo un año ayudó a construir el pozo que hoy está colapsado y que desde finales de 2021 producía unas ocho toneladas de carbón diarias por cada pareja de mineros.
Asegura que antes de esta inundación no se había presentado ninguna situación de emergencia en el pozo, pero dice con firmeza que cambiará de actividad, porque no quiere seguir arriesgando la vida.
¿Qué lección le deja esto?
“No volver a esto, buscar otro trabajo. Ya son varios accidentes que me han pasado, ¡ya párale!”, se dice a sí mismo.
Señala que los 10 mineros atrapados en los pozos pudieron haberse resguardado en un principio en alguna “campana de aire” o “burbuja”, aunque reconoce que ya pasaron muchos días.
“Yo digo que a lo mejor [se resguardaron], pero no aguantan tantos días sin beber agua, sin comer, sin aire”, dice.
Elisaldo Varela se encuentra ahora en un proceso de reflexión sobre la fragilidad de ser minero y cómo ganar el sustento.
Piensa en su futuro, pero principalmente en su familia, que le ha pedido no poner más en riesgo su vida.
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